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Esta es una historia increíble. De esas que valen la pena conocer y contar. Una sobre "personas que dan lo mejor de sí mismas, frente a otras que dan lo peor". Se trata de un episodio poco conocido de la Segunda Guerra Mundial y del que este año se conmemorarán ocho décadas [1].

En el otoño de 1943, durante los días más oscuros de la Italia ocupada por los nazis, se documentaron en un hospital de Roma, casos de una enfermedad misteriosa y mortal: el "síndrome K", un ingenioso engaño diseñado por un equipo de médicos para salvar la vida de decenas de judíos.

Cuando las tropas alemanas tomaron la capital italiana, tras el derrocamiento de su aliado fascista Benito Mussolini, los soldados de Adolf Hitler iniciaron una cacería contra los judíos romanos que, hasta entonces, se habían salvado de la "solución final", término eufemístico que empleaban las autoridades germanas para referirse al plan para perseguir y aniquilar a la comunidad judía en Europa.

Con el objetivo de evitar la deportación, muchos se refugiaron con vecinos y amigos, pero sobre todo en iglesias, monasterios, conventos y hasta en hospitales administrados por la Iglesia Católica, entre ellos el Fatebenefratelli. Un centro de 438 años de antigüedad perteneciente a la Santa Sede, que se ubica en una pequeña isla en el medio del río Tíber y desde el cual se ve la Gran Sinagoga de la “ciudad eterna” y lo que fue el gueto judío.

La idea salvadora 

Una mentira insidiosa que los nazis difundieron sobre los judíos fue que propagaban enfermedades. Un grupo de médicos convirtió esa idea en un arma y la volvió contra el Reich, inventando una patología inexistente.

Los doctores Adriano Ossicini, Giovanni Borromeo y Vittorio Sacerdoti (el único judío de los tres) del Hospital Fatebenefratelli (que significa "Hagan el bien hermanos"), junto a los frailes de la orden española de los Hermanos de San Juan de Dios, elaboraron una sofisticada trama: montaron un pabellón de enfermedades infecciosas para esconder a tantos judíos como fuera posible antes de ser detenidos por la Gestapo.

En ese lugar, supuestamente, permanecían aislados los pacientes que padecían el síndrome K, un virus contagioso, neurológicamente degenerativo y mortal, que además dejaba gravísimas secuelas.

El nombre es "guiño irónico". "Lo llamamos K en honor al comandante alemán Albert Kesserling" [2], el general nazi encargado de mantener el control de la Italia ocupada y defenderla de las tropas aliadas que avanzaban desde el sur, contó el doctor Sacerdoti en 2004 en una entrevista a la BBC. También se cree que la K viene del apellido del teniente coronel de las SS, Herbet Kappler, al frente de las redadas [1]. 

Existían informes médicos que relataban la evolución de la patología y los pacientes. Ninguna persona tenía autorización para entrar a la sala, excepto el doctor Borromeo y una enfermera bajo estrictas medidas de seguridad. Los falsos infectados estaban entrenados para toser con frecuencia y de manera exagerada para mantener alejados a los alemanes. 

La irreal condición fue un fuerte elemento de disuasión para los soldados nazis, que realizaban registros de rutina en el hospital en busca de judíos, guerrilleros y antifascistas, ya que la "K" evocaba recuerdos de la enfermedad de Koch, que estaba causando estragos sobre las tropas de Hitler en Hungría y Polonia. 

Cuando intentaron ingresar al recinto, se les dijo que había decenas de infectados "que incluso podrían propagar la enfermedad y morir. Pensaron que era cáncer o tuberculosis, huyeron como conejos [2]" y dirigieron su atención a otra parte.

El hospital aceptó refugiados hasta el día en que los aliados entraron y liberaron Roma. En junio de 1944 los supuestos pacientes que quedaban fueron dados de alta.

Versiones encontradas

El doctor Pietro Borromeo sugirió que toda la empresa fue una campaña planificada y sistematizada en la lucha contra el fascismo, mientras que para los médicos Ossicini y Sacerdoti fue lo contrario: un acto improvisado, una de las muchas formas de resistencia espontánea y desorganizada frente a la masacre. 

El 21 de junio de 2016, el Hospital Fatebenefratelli fue reconocido como "Casa de la Vida" por la Fundación Raoul Wallenberg, una organización estadounidense dedicada a honrar los actos heroicos durante el Holocausto. 

En la ocasión, el doctor Ossicini destacó que "utilizamos al síndrome en los documentos para indicar que la persona enferma no lo estaba en absoluto, sino que era judía. Era un código que significaba ‘estoy admitiendo a un judío’. La lección de mi experiencia fue que tenemos que actuar no por interés propio, sino por principios. Cualquier otra cosa es una pena" [3]. 

Para el cineasta Stephen Edwards, director del documental Syndrome K, esta es la historia de tres hombres que "hicieron lo que hicieron sin cuestionar y sin pausa. Conocían el riesgo, pero no lo pensaron dos veces. Así eran. Para ellos tomar una posición en contra de lo más cercano a la pura maldad, era necesario y obvio. Me di cuenta de que la historia nunca se había contado, porque los protagonistas no deseaban la fanfarria ni la atención. Es raro encontrar esta sensibilidad" [4].

Qué pasó con los tres galenos

Después de la Segunda Guerra Mundial, el doctor Borromeo recibió la Medalla de Plata al Valor Civil de Italia, entró en política y fue consejero de salud pública en Roma. Falleció poco después, con 63 años. En 2004 fue reconocido de manera póstuma como uno de los "Justos entre las Naciones" por la Yad Vashem, el monumento oficial israelí a las víctimas del Holocausto, un honor otorgado a quienes arriesgaron sus vidas para salvar judíos en ese período.

Tras la guerra, Vittorio Sacerdoti siguió trabajando como médico, ya con su nombre real en el Fatebenefratelli y, posteriormente, en otros hospitales. Falleció en 2005 con 90 años y fue enterrado en el cementerio judío de Ancona con honores por parte de la comunidad hebrea [5].

Adriano Ossicini terminó sus estudios de medicina y se especializó en psiquiatría. Abandonó su trabajo de profesor universitario por la política, llegando a ser senador y ministro de Familia y Solidaridad Social de la República de Italia en la década de 1990. Murió en 2019, a los 99 años.

Los nazis en Roma nunca supieron que el síndrome K era solo un embuste. Los síntomas iniciales eran dolor de cabeza, náuseas, vómitos. La única estrategia para su manejo era la cuarentena estricta de los afectados. Los resultados fueron tan exitosos que todos los pacientes sobrevivieron y aún hoy sus descendientes agradecen al grupo de galenos la gracia y astucia para cumplir con su Juramento Hipocrático.

Referencias
[1] Edwards, S. (2022). Syndrome K. Insanely Practical Production. Documental disponible en Apple TV y Amazon.com
[2] Italian doctor who fooled Nazis. http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/4066105.stm
[3] The International Raoul Wallenberg Foundation. (2016, 21 junio). L'ospedale Fatebenefratelli all'Isola Tiberina a Roma riceve dalla Fondazione Raoul Wallenberg [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=w6NY3tr8G8U
[4] https://www.syndromek.com
[5] Pier Luigi Guiducci, "La testimonianza del medico ebreo dottor Sacerdoti (1915-2005) sulle vicende del 1943-1944 a Roma: Una Resistenza civile nei mesi dell'occupazione nazista di Roma".  http://www.storico.org/seconda_guerra_mondiale/testimonianza_medicoebreo.html 

Por Carolina Faraldo Portus