

abril
2018.
Volumen
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°
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síntomas respiratorios habrá que descartar
procesos virales (gripe en sus distintas variedades)
y gérmenes atípicos (Chlamydias,
Mycoplasma,
Legionella, Coxiella burnetti
). Si hay hallazgos
abdominales hay que descartar procesos agudos
como: apendicitis, colecistitis, isquemia intestinal.
Si la fiebre se prolonga se debe sospechar
enfermedades como endocarditis, rickettsiosis,
tuberculosis,
brucelosis,
enfermedades
linfoproliferativas, enfermedad inflamatoria
intestinal, infección por citomegalovirus (CMV),
etc.
(2)
Los antibióticos utilizados para el tratamiento de
la fiebre tifoidea han sido: cloranfenicol,
ampicilina, cotrimoxazol, quinolonas y
cefalosporinas de tercera generación. Se han
descrito cepas resistentes al cloranfenicol,
la ampicilina y el cotrimoxazol. En la era
preantibiótica tenía una mortalidad del
15
%. En
el momento actual no pasa del
1
% en países de
nivel socioeconómico adecuado y puede oscilar
entre el
10
y el
30
% en áreas de Asia y África,
dependiendo de las cepas multirresistentes,
las deficiencias sanitarias y, sobre todo, del
retraso en el inicio de la terapia antibiótica.
(2)
El desarrollo humano ha permitido la declinación
progresiva de la fiebre tifoidea como un problema
de salud pública y ello se ha logrado a pesar
de la persistencia de portadores crónicos que
intermitentemente contaminan el ambiente. La
cobertura de agua potable, la disposición de
excretas y la aplicación de medidas básicas de
higiene, teniendo especial cuidado con el lavado
de manos, logran modificar sustancialmente la
transmisión impidiendo la contaminación de los
alimentos a pesar de que el agente persiste en
los portadores.
(1)
En caso de viaje a las zonas endémicas o en
situaciones de catástrofes se recomienda la
inmunización, ya que se dispone de dos tipos
de vacunas que aseguran una protección eficaz
durante dos años. La vacuna parenteral está
elaborada con antígeno Vi. La vacuna oral con
una mutante atenuada (contraindicada en casos
de inmunodeficiencia o mujeres embarazadas).
(4)
• SALMONELLOSIS GASTROENTÉRICAS
La declinación de la fiebre tifoidea como un
problema mayor de salud pública se ha
acompañado por la irrupción de otras salmonellas
en nuestro ambiente.
(1)
Denominadas Salmonellosis no tifoideas,
corresponden a infecciones producidas por
salmonellas distintas a
S. typhi
. En humanos, las
infecciones por
Salmonella
no tífica se manifiestan
generalmente como una gastroenteritis
autolimitada. Sin embargo, en pacientes con
factores de riesgo como niños bajo cinco años,
inmunocomprometidos y adultos mayores, estas
infecciones pueden producir meningitis, sepsis e
incluso la muerte.
(6)
Aunque puede ser muy variado el número de
salmonellas implicadas en la patología humana
y haber diferencias según las áreas geográficas,
las más frecuentes son la
S. typhimurium
, la
S. enteritidis
y la
S. virchow
.
(2)
El reservorio habitual de estas
Salmonellas
es
el tubo digestivo de las aves, cerdos, bóvinos y
muchos otros animales salvajes o de compañía,
siendo habitualmente los productos del pollo y
gallina (carne y huevos) el origen de la mayoría de
los casos. Las personas portadoras crónicas son
también fuente de infección.
(2)
Los reptiles portan