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Si se realiza una búsqueda de información biomédica en la base de datos Medline -la más impor-
tante base de datos en ciencias de la salud- utilizando el motor de búsqueda Pubmed, ella señalará
que prácticamente todas las revistas indexadas presentan un formato digital, esto es, los artículos in-
cluidos pueden accederse en texto completo vía Internet (pagando un precio, ciertamente, excepto las
“open access”). Sin embargo, es también cierto que la mayor parte de esas revistas aún se ofrecen en
el formato tradicional impreso en papel, junto al digital. Por ejemplo, el Scottish Medical Journal, la
revista médica más antigua en el mundo (ha tenido varios nombre desde su aparición en el año 1773)
aún existe y con formatos en papel y electrónico. Pareciera que el papel se resiste a desaparecer, por
ahora… En realidad, aunque los argumentos de quienes consideran que el papel resulta indispensable
son principalmente nostálgicos, otros pueden ser casi razonables: el papel tiene la ventaja esencial de
tener peso, textura, existencia física, e incluso un olor y color particular, características que no poseen
los archivos PDF. ¿Serán esos argumentos suficientes para mantener con vida a las revistas impresas
en papel? Ciertamente no; el único factor que puede salvar por ahora al papel impreso es posiblemente
el romanticismo de aquellos que echan de menos el ritual de la lectura impresa, pero al final los costos,
los factores económicos, y la inmediatez sin duda vencerán, ya que una información que no es difundida
a tiempo, no existe, pierde su validez y es comparable a la “ciencia perdida”.
Carmen Loewenstein Vega
Directora de Bibliotecas y Museo Nacional de Medicina.
Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Santiago, Chile
Email:
cloewens@med.uchile.clC. Loewenstein V.
Rev Chil Enf Respir 2014; 30: 5-6