

Septiembre
2010.
Volumen
9
-
N
°
42
cítrico. Los magnolios son muy valorados como
plantas ornamentales, por su frondosidad y
sus llamativas flores terminales tanto por sus
colores como por sus grandes tamaños.
De frecuente uso en medicina popular y en
carpintería y ebanistería. Sobreviven también
airosas palmeras
(Arecaceae)
, que nos hacen
sentir y recordar el ruido del viento en las tardes
y noches, con sus misterios del tiempo ido y
del futuro. En el otoño vendrá el amarillo de los
ginkgos
(Ginkgo biloba)
en hermoso contraste
con los antiguos cedros que aún perduran. El
Ginkgo, conocido también como
árbol de los
cuarenta escudos,
único en su especie en el
mundo, originario de China y que puede vivir
mil años. Sin parientes vivos, constituye uno de
los mejores ejemplos de relicto o fósil viviente y
único sobreviviente de la bomba de Hiroshima.
Apreciado por sus hojas intensamente doradas,
bilobuladas, de gran poder angiocurativo,
ansiolítico y fuente de preparación de un vino
reconfortante. Aún permanecen porfiadamente
algunos hermosos ceibos
(Erythrina crista-galli),
que con sus flores rojas alegran nuestros patios
y cuyas ramas cargadas de flores de repente
se desgajan con estruendo (no ponga su auto
bajo un ceibo), algunos jacarandás
(Jacaranda
mimifolia),
oriundo de Sudamérica que en
primavera toman su hermoso color lila, tal vez
evidenciando el dolor y sufrimiento de la tierra
perdida y sacrificada en aras del progreso.
Algunos frondosos pimientos
(Pimiento Schinus
molle),
que con su hermosa presencia nos
recuerdan épocas mejores. Uno que otro pino,
majestuosos y magnificentes, dándole mayor
prestancia a lo que queda del prado”.
“Y en los mismos prados elementos decorativos,
como centauros y diosas griegas de vestidura
clásica, y ánforas de hierro fundidas en París,
muestras de anteriores grandezas; de ello da
testimonio el Profesor Eugenio Cienfuegos Bravo,
cuyo busto de bronce aún está al lado de la
plataforma de subida al Pabellón Errázuriz”.
Una mala entendida modernización se llevó
el busto recordatorio del Profesor Alfredo
Commentz Löffler, primer jefe de servicio de
nuestro querido Hospital Arriarán.
Concordamos con Andrés en que los que lo
conocieron deben compartir con nosotros un
gran cariño por el parque y lo que queda de
él, y nos debe comprometer a su mejor cuidado
y conservación, aunque una curiosa mezcla de
progreso y barbarie constituye una permanente
amenaza.
Nota del editor:
Los Drs. Luis Cueto Sierra y Andrés Varas Alfonso
son distinguidos médicos pediatras, reconocidos
por sus valiosas condiciones humanas, clínicas y
las extraordinarias interpretaciones radiológicas
del Dr. Varas Alfonso (
2004
).
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Fuente:
“Hospital Manuel Arriarán Barros: Memorias y Vivencias” -
Editor:
Dr.
Francisco Barrera Q.
Hospital Manuel Arriarán
Vista al parque