

Septiembre
2010.
Volumen
9
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N
°
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reina y una voz un poquito ronca que hacía
suspirar a más de alguno, era imponente y
también exigente; completaban el grupo Carlos
Pérez Baladrón (parasitólogo), simpático, alegre
y siempre dispuesto a mostrar las arañas de
rincón en sus cajitas de vidrio y dos jóvenes
iniciados: la buena moza Sonia San Martín que
fue a encontrar el amor de un mexicano en
Japón y un inquieto y estudioso Julio Espinoza
Madariaga (también procedente de EEUU y
Canadá)... Sí, es el mismo simpático y ejecutivo
Julio Espinoza que está hoy en el Departamento
de Pediatría después de varios años en el INTA.
Era característico verlos introducir la sonda para
las biopsias intestinales en Rayos y repetirle
hasta el cansancio al niño “traga el tallarín,
traga el tallarín”...
La Dra. Ruth Schneider Silva, una de las
fundadoras de la Ginecología Infantil en nuestro
país, seria y digna, dedicada a sus pacientes y
su familia compatibilizando su trabajo con su
participación en el coro de la Universidad de
Chile. Tuvimos el privilegio de conocerla y
aprender de ella.
En Nefrología había estado el Dr. Marcial Silva,
a quien no conocí, poco antes había sufrido
un AVE, que lo obligó a retirarse. Pero estaba
un señor muy alto y muy delgado: Bernardo
Valdés con su humor un poco negro.
Un poco más lejos, donde hoy funciona el Jardín
Infantil, estaba la unidad de Endocrinología y
Metabolismo liderada por el Dr. Francisco Beas
Franco, sabio, exigente y metódico y un grupo
de jóvenes profesionales que caminaban por
los vericuetos de la Endocrinología y Genética:
Martita Eggers, Amanda Cortínez y por supuesto
Cecilia Henríquez del Valle a cargo de los
cromosomas y otras hierbas.
En otro lado en el subterráneo del Pabellón
Errázuriz, estaba Hematología, con el inolvidable
Dr. Abraham Steckel, que con su voz suave y
cariñosa encantaba y tranquilizaba a los
pequeños que iban a someterse a exámenes y
tratamientos. Iniciador de tantos estudios para
suplementar la leche. También tenía un séquito
de hematólogos, la Dra. Rosa Díaz a quien no
podíamos ocuparle su piso alto para ver al
microscopio ni su pianito para contar células,
Inés López (la Nené), Liana Schlesinger, rubia,
estupenda glamorosa y el Dr. Manuel Olivares
Guevara, quien malignamente ofrecía al becado
recién llegado a esa pasada las pertenencias
de Rosita.
Por diferentes razones y en distintas formas a
partir de
1973
, muchos de estos especialistas
salieron de este escenario, otros siguieron,
algunos hasta hoy, y varios nos hemos ido
agregando a través del tiempo.
En Gastroenterología, por ejemplo de los ya
mencionados no quedó ninguno. El Dr. Fernando
Donoso partió a Canadá en
1974
donde ha sido un
profesional destacado. El equipo hematológico
en gran parte emigró al INTA. El Dr. B. Valdés
de Nefrología, se dedicó a sus actividades en la
U. De Chile y en el Hospital Militar.
Como ya lo dije, algunos nos fuimos agregando
a las especialidades y nos tocó estar solos
por un tiempo a varios de nosotros partiendo
de nuevo con la especialidad.
En Gastroenterología se iniciaba el Dr. Sergio
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