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Guías de Práctica Clínica en Pediatría

de la vida, en los cuales una escasa consideración a dichos sentimientos puede dañar

irreversiblemente la confianza y comunicación con el pediatra.

En una primera consulta, ya sea un recién nacido o un niño mayor, la entrevista debe ser lo

más completa que el tiempo asignado o disponible lo permita, no olvidando la referencia a los

antecedentes familiares. La apreciación clínica debe comenzar en el momento que el niño y

sus padres entran al recinto de atención médica. Ello constituye una excelente oportunidad

para observar la marcha espontánea del niño o el modo de “portación” (la madre, el padre o la

abuelita, porta bebé u otro) y la interacción con sus padres. Lo anterior puede facilitar el

examen físico, debiendo efectuarse siempre una inspección completa, que puede permitir

poner en evidencia hallazgos semiológicos a veces inesperados, como asimetrías de cráneo,

más de dos remolinos en el cabello de la región occipital (sugerente de microcefalia),

implantación de cabello, características del cuello (

pterigium colli

), clinodactilia, alteraciones

de los surcos principales de la mano, trastornos de la marcha, vicios posturales, desviaciones

de columna, genitales ambiguos, sinequia de labios menores. Manchas café con leche

considerando su número, tamaño y ubicación (especialmente en región axilar), angiomas

indicadores de riesgo, estigmas genéticos o malformaciones menores (que en caso de ser tres

o más obligan a investigar una malformación mayor). Otras alteraciones evidentes a la

inspección como agenesia de pectoral, papilomas preauriculares, politelia, anomalías de radio

y pulgar pueden sugerir alteraciones renales y, en el último caso, cardíacas.

La correlación entre hallazgos del examen clínico y probable etiología puede no ser

sencilla, debiendo recordarse a la sífilis como la antigua “gran simuladora”. Modernos y

actuales simuladores con signos y síntomas confusos pueden ser el parvovirus B19,

Mycoplasma pneumoniae,

algunas vasculitis e incluso el VIH.

Es importante establecer una secuencia en el examen clínico, la cual dependerá del motivo

de consulta, la orientación diagnóstica, la condición general del niño y su tolerancia al

examen. No siempre es posible efectuar un examen clínico acabado, debiendo darse por

satisfecho si dicho examen ha permitido una adecuada orientación diagnóstica. De hecho, no

es infrecuente que el niño no permita ser pesado en la balanza e incluso medición de talla y, si

no es indispensable, puede omitirse dicha parte del examen, aun frente a la insistencia de los

padres. Suele ser de gran ayuda efectuar parte del examen clínico como auscultación cardiaca,

evaluación de la faringe, palpación de cuello e incluso procedimientos (otoscopia, evaluación

visual, toma de presión arterial), en los brazos de uno de sus padres. Se recomienda que los

procedimientos más invasivos del examen físico (como otoscopia y uso de bajalengua) sean

diferidos para el final del examen clínico, aprovechando dicha oportunidad para una

evaluación de la salud oro dental del niño.

En el paciente agudo, establecido el relato espontáneo por parte de la madre o su acompañante,

la anamnesis debe orientarse al motivo de consulta y el examen físico a lo necesario para establecer

la hipótesis diagnóstica. Sin embargo, un examen físico superficial puede confundir al clínico,

siendo frecuente factor de error diagnóstico, por ejemplo entre amigdalitis aguda y síndrome

mononucleósico, enfermedades exantemáticas (sarampión, dengue, escarlatina) y enfermedad de

Kawasaki, prúrigo y varicela o enfermedad mano-pie-boca, abdomen agudo médico-quirúrgico,

etc. De particular trascendencia debe ser la acuciosidad del examen semiológico en la evaluación

de un paciente neurológico, frente a la sospecha de un síndrome meníngeo o de hipertensión

intracraneana, dado que a veces las manifestaciones clínicas iniciales son muy sutiles.

Con frecuencia los padres de un niño enfermo intentan aprovechar el momento de la

consulta para efectuar un “control de niño sano”. Es posible que el médico con la mejor de las

intenciones, acceda a dicha solicitud, sin embargo la experiencia ha señalado que deben

establecerse diferentes oportunidades, dirigiendo los esfuerzos clínicos a establecer el mejor

diagnóstico y postergar otras instancias.