Table of Contents Table of Contents
Previous Page  27 / 864 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 27 / 864 Next Page
Page Background

GUÍAS DE PRÁCTICA CLÍNICA EN PEDIATRÍA

26

Capacidades del paciente para tomar decisiones

Para ejercer la autonomía se requiere contar con ciertas habilidades para poder tomar deci-

siones que de ninguna manera son todo o nada. Estas son relativas a varios aspectos que habrá

que considerar en cada situación. Aunque habitualmente existe coincidencia entre lo que estima

beneficioso el médico y el paciente, ocasionalmente se produce una colisión entre ambas op-

ciones, lo que hace necesario en primer lugar investigar el grado de competencia que tiene el

enfermo cuando se trata particularmente de opciones que son claramente beneficiosas para su

salud y cuáles son los fundamentos en que basa su decisión. Las bases sobre las que se decide

son de importancia a considerar cuando son de índole religiosa o valórica en que debieran ser

respetadas desde el punto de vista ético, aunque no sean compartidos por el médico. En algunos

casos es recomendable solicitar el apoyo de expertos para evaluar las capacidades mentales del

enfermo y la opinión del Comité de Ética Asistencial. Si se sospecha que el paciente no cuenta

con las capacidades para decidir libremente, aunque haya aceptado lo que se le propuso, también

debe considerarse la necesidad de evaluar sus reales competencias para eventualmente considerar

la necesidad de que lo represente un tercero. Cuando el paciente es un menor de edad y, por

lo tanto, no completamente autónomo para tomar decisiones respecto a su salud también debe

procurarse darle la oportunidad para participar de las decisiones, considerando su nivel de de-

sarrollo y la gravedad de las consecuencias de la decisión. En aquellos casos en que el desarrollo

del niño claramente no le permite participar en las decisiones este derecho recae en los padres

ya que ellos desean lo mejor para sus hijos y además, son ellos los que van a tener que velar por

su desarrollo posterior.

Edad del niño y el derecho para decidir en el área de la salud

La evaluación de la competencia del menor de edad para tomar decisiones debe considerar el

nivel de racionalidad que ha logrado adquirir. Esta condición, netamente kantiana en su formu-

lación originaria, ha sido enriquecida por ulteriores desarrollos relativos a las posibilidades de la

acción racional, en la medida en que va precedida de un proceso de singularización de los deseos

o preferencias, seguido de otro proceso de jerarquización de las mismas, para decidir posterior-

mente. Esta compleja tarea que cada sujeto realiza comprometiendo su capacidad de reflexión

comporta evaluar, calibrar, sopesar y finalmente asignar un orden de prioridades; orden que, a

su vez, responderá a pautas que revelan la disposición moral y emocional del sujeto.
Este proceso

que implica necesariamente la psicología del agente racional, se complementa con otra condición

también central, que es la

independencia

.

Mientras que la racionalidad hace referencia a una condición estrictamente subjetiva, exclusi-

vamente interna del sujeto, la independencia se mueve en un terreno dual. Por un lado, también

la independencia es una condición interna en la medida en que se refiere a la aptitud del sujeto

para distanciarse de influjos ajenos, de condicionamientos externos, de deseos y preferencias

que no son las suyas. Esto no quiere decir que las preferencias no puedan configurarse fuera

del sujeto sino que para considerarlas propias las tiene que haber querido y escogido para sí. La

independencia es en este sentido la aptitud para decidir por uno mismo, para no dejar en manos

de otras personas elecciones relevantes. Por otro lado, la independencia tiene un aspecto externo

en la medida en que nos habla de la posición que el paciente ocupa respecto de su entorno y

del tipo de relación que tiene con las personas con las que interacciona. Es decir, este segundo

sentido de independencia toma en cuenta el

contexto

y las

relaciones

, el trasfondo de significado

del que se nutre la capacidad emocional, cognitiva y conductual de la persona. En este sentido,

se hace necesario recordar que numerosos aspectos de la vida del paciente vienen condicionados

por circunstancias que no están sujetas a decisión ni a revisión personal. Dichas circunstancias van

acompañadas de “significados sociales” sobre los que en algunos casos no resulta fácil intervenir.

Todo esto debe ser tomado en cuenta para evaluar la verdadera extensión de la independencia

y del campo de decisión del enfermo.
En otras palabras, la condición de independencia debe

plantearse incluyendo, en primer lugar, la capacidad del paciente para reflexionar sobre sí mismo,

el entorno y las otras personas. En segundo lugar, dicha capacidad debe unirse a la aptitud para