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Anales Oftalmológicos

Tomo V Vol. IV N˚1 2008 Santiago - Chile

daño cerebral permanente. Pueden existir

cambios en la conducta del niño como

irritabilidad, letargo, piel azulada o pálida,

vómitos y convulsiones y generalmente,

no se observan signos físicos externos de

traumatismo.

Figura 1: Se aprecia el efecto de aceleración-desaceleración axial

y rotacional durante el sacudimiento. (Figura extraída de Rev Chil

Pediatr 2007; 78 (1): 54-60)

Las causas del daño ocular pueden ser por

dos teorías:

Efecto de aceleración-desaceleración axial

y rotacional durante el sacudimiento.

Aumento de la presión intraocular por

la compresión torácica ejercida durante

el sacudimiento

La alta frecuencia de daño ocular en los niños

sacudidos (75%-90%) hace suponer que la

primera teoría es la más probable.

(5)

CUADRO CLINICO

Lo más frecuente es que los padres o

cuidadores digan que el niño “se cayó de

la cama”, “de los brazos” o “de la cuna”, por

lo general, tienen poca importancia para el

médico, sin embargo, es necesario insistir y

poder diferenciar estas afirmaciones.

Generalmente no se acompaña de lesiones

externas por la maleabilidad de los huesos del

cráneo, pueden aparecer fracturas del cráneo

de tipos diferentes, hematomas de la piel o

subconjuntival, lesiones sutiles del pabellón

de las orejas (signo de Battle) y lesiones del

cristalino o de la retina. (Figura 2)

Figura 2: Signo de Battle

Ocasionalmente lo que se encuentran son

lesiones tardías a consecuencia de la anoxia

o las hemorragias, que dependen de la

severidad de las sacudidas, o de la sacudida

más el impacto que además del edema y

las hemorragias pequeñas producen lesión

difusa.

En 1979, Eisenbrey observó que un 64%

de los niños abusados menores de 3 años

tenían hemorragias retinales, pero sólo un

4% de otros casos con trauma grave de

cráneo (accidentes automovilísticos) las

presentaban. Concluyó que la presencia

de hemorragias retinales sin evidencia de

trauma grave en niños menores de 3 años

puede ser patognomónica de abuso infantil,

por lo que se recomienda la derivación a

oftalmólogo de todo niño con sospecha de

abuso para realizar fondo de ojo. El SÑS

es un cuadro que el oftalmólogo no puede

dejar de conocer, no sólo por su aspecto

asistencial sino por las implicancias médico

legales que tiene, debido a la gravedad de la

lesión que incluso puede llevar a la muerte

o a un daño cerebral permanente, donde

habitualmente no se observan signos físicos

externos de traumatismo.

Los signos clínicos son difíciles de interpretar

y están asociados a la encefalopatía hipóxica.