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Síndrome del niño sacudido

Pierre-Kahan et al estudiaron prospectivamente

a 241 lactantes (1996-2001) hospitalizados

por hematoma subdural para determinar la

frecuencia y el tipo de anomalías oculares

encontradas, se dividieron en 3 grupos. El

Grupo 1 se presume que fueron sacudidos

(186 niños), Grupo 2: con signos de TEC

(traumatismo encéfalo-craneano) directo y

sin historia de trauma (38 niños) y el Grupo

3: con historia de TEC accidental (7 niños).

Demostraron que lo principal fueron las

hemorragias intraoculares. Su forma, la

lateralidad, y el tamaño no fueron signifi-

cativamente diferentes entre los grupos 1 y

2, pero era significativa la frecuencia 77,5%

vs 20%, respectivamente. Ningún niño del

grupo 3 tenía hemorragia intraocular. El 82%

de las hemorragias intraoculares se resuelven

en 4 semanas. Con esto concluyeron que las

hemorragias intraoculares son frecuentes en

los bebés sacudidos, pero no específicos de

este síndrome, que cuando se asocia con un

hematoma subdural, son fuertemente indica-

tivas de sacudida y que son poco frecuentes

en TEC accidental pediátrico

(19)

.

PREVENCIÓN

Para prevenir este tipo de maltrato,

NUNCA

se debe sacudir a un bebé o niño, ni al jugar

ni por enojo. Incluso el hecho de sacudirlo

suavemente puede llegar a convertirse en una

sacudida violenta, cuando se está enojado.

No se debe cargar a un bebé durante una

discusión. No se debe ignorar la evidencia

si se sospecha que un niño es víctima de

maltrato en su hogar o en el hogar de alguien

conocido

Este tipo de síndrome no se ocasiona por dar

saltos suaves, balancearlo mientras se juega,

levantarlo en el aire o al trotar con él cargado

y es poco probable que se presente a causa

de accidentes como caerse de una silla, rodar

por las escaleras o caer accidentalmente de

los brazos de alguien.

SÍNTESIS

Se considera que la combinación de hematoma

subdural y hemorragias retinales o vítreas

en ausencia de trauma o coagulopatía es

casi patognomónico de este síndrome. De

hecho, la aparición combinada de hemorragia

intracraneal de causa conocida (no abuso) y

hemorragia retinal es escasamente del 8%.

Esta forma de abuso infantil suele ser pasada

por alto, pero habrá que sospecharla en

menores de 2 años que se presentan con

obnubilación, convulsiones, apneas o coma,

con hemorragias intraoculares y sin causa

traumática obvia.

Este cuadro tiene mal pronóstico de vida.

En efecto, aproximadamente el 60% de

estos niños tiene una evolución fatal o

resultan ciegos o con severas secuencias

neurológicas (parálisis cerebral, epilepsia,

retraso mental).

CONCLUSIÓN

El homicidio es una de las cinco principales

causas de muerte en los niños, pese al 85% de

subdiagnóstico y del 4 al 6% de ellos tienen

manifestaciones oculares. El diagnóstico de

tales lesiones y sobretodo la sospecha de

maltrato deben contribuir a reducir este

flagelo y es responsabilidad de todos lograr

tal objetivo.

En la mayoría de los casos, un padre, madre

o niñera en un momento de enojo sacude al