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de las mismas, maxilares y mandibulares. Un punto importante de considerar es la relación de la

arcada dentaria con la lengua. Indirectamente analizamos las características linguales, la forma y

tamaño de la lengua, estrechamente vinculada a lo anterior, la presencia de alguna impronta en la

lengua, dando cuenta o bien de una falta de desarrollo óseo transversal, maxilar o mandibular,

una macroglosia relativa o un crecimiento exagerado de la lengua, una macroglosia verdadera.

Sobre la posición de la lengua también tiene influencia la presencia y grado de desarrollo de las

amígdalas palatinas y de la forma respiratoria y postura de la cabeza. Debemos prestar atención

a la movilidad y observar la superficie de la lengua, ya que podemos ver reflejados problemas

pediátricos de tipo oncológicos, metabólicos, endocrinológicos u otros. La presencia de halitosis,

más allá de poder reflejar un déficit en la higiene dentaria, también puede indicar problemas de

orden general. Se debe practicar también un examen de la movilidad o dinámica mandibular.

Debemos evaluar la conservación de la apertura bucal y la capacidad del niño de desplazar su

mandíbula hacia delante, protrusión y hacia los lados, deducción mandibular, abolida en las

fracturas condilares. La dinámica lingual y su relación con el frenillo. Es importante evaluar las

tumefacciones infecciosas intrabucales. Entre ellas la ocupación purulenta de alguna región

vestibular, un vestíbulo ocupado, que corresponde a un absceso submucoso, clásicamente

asociado a una complicación de caries dentaria, la gangrena pulpar o necrosis séptica

polimicrobiana de la pulpa. La aparición de estos abscesos es precedido habitualmente por un

cuadro intensamente doloroso, acompañado o no de edema facial, la fluxión de cara, signo a su

vez de la instalación de un absceso subperióstico. Este cede al drenar el pus al tejido laxo

submucoso del vestíbulo bucal. En relación a la etiopatogenia de las tumefacciones faciales

inflamatorias vemos diversos tipos. La de límites difusos y de aparición rápida, fluxión de cara,

o bien de instalación más lenta, de consistencia renitente y límites más definidos, el

osteoflegmón cuyo origen es dentario, frecuentemente con el antecedente de odontalgia. Si es

una tumefacción de límites más difusos y con el antecedente de inicio a partir de una pequeña

tumefacción facial, de un “porotito”, contamos con el dato inequívoco para el diagnóstico de

adenoflegmón, cuadro de similar presentación pero con una etiopatogenia y una terapéutica

completamente diferente. Podemos afirmar, finalmente, que la presencia de dientes condiciona

en gran medida la semiología máxilofacial pero de ningún modo la hace excluyente a los

factores comunes de la semiología general. Esto se transforma en un mensaje para los pediatras,

para que consideren los dientes como posibles sospechosos en sus ejercicios semiológicos y para

los dentistas, que piensen en los múltiples factores de orden general que determinan trastornos en

el área máxilofacial.

BIBLIOGRAFÍA

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Niño y adolescente con necesidades especiales en atención en salud (NANEAS)