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Esta última es una de las causas más frecuentes de AP en adolescentes. Las drogas que con
mayor frecuencia causan intoxicación y AP son: OH, THC (similar a crisis de pánico), cocaína y sus
derivados. En la mayoría de los casos hay policonsumo.
Trastornos del desarrollo de la personalidad
Jóvenes con conductas disociales, y/o inestables emocionalmente tienden a desorganizarse
frente a la angustia o frustración, presentando cuadros de AP. Considerar que muchos presentan
además consumo frecuente de sustancias.
Trastornos del ánimo
Son causa infrecuente de AP por sí solos, pero sí aumentan riesgo de AP como comorbilidad
de consumo de sustancia y en niños con predisposición (factores individuales y ambientales) a la
agresividad. El trastorno bipolar en la infancia es de presentación atípica y difícil de distinguir de
un trastorno conductual especialmente en un episodio de AP.
Retraso mental y trastornos generalizados del desarrollo
Estos pacientes son más vulnerables de sufrir episodios de agitación frente a los cambios am-
bientales, estrés emocional o por enfermedades intercurrentes que generen dolor o malestar físico
el cual les es difícil de expresar verbalmente. Por tanto, siempre hay que descartar enfermedad
somática cuando presenten un cuadro de AP.
Evaluación
Lo principal durante la evaluación es mantener la calma, tomar medidas de protección tanto
para el paciente como el personal, y jerarquizar síntomas.
La evaluación se basa fundamentalmente en:
- Valoración de agresividad y violencia: Tanto actual como previa, incluyendo hacia quien va
dirigida (familia, personal, indiscriminada, etc.), factores que desencadenaron el episodio
de AP, tiempo de duración y evolución (estable, progresiva, fluctuante).
- Examen físico y neurológico.
- Examen mental: Incluye indagar sobre alucinaciones, delirios e ideas paranoicas, sentimien-
tos nihilistas, angustia, ira, etc.
- Información que aportan los acompañantes del paciente.
- Antecedentes médicos.
- Antecedentes psiquiátricos.
- Exámenes complementarios cuando corresponda.
La AP suele progresar desde una fase verbal, pasando por inquietud psicomotora, hasta las
conductas de agresividad física hacia la propiedad y personas.
Por tanto, hay que estar atento a los signos de violencia inminente:
- Elevada tensión muscular.
- Hiperactividad con deambular continuo.
- Habla grave, amenazante y vulgar.
- Golpes en los muebles.
Manejo
Aún no existen guías clínicas basadas en la evidencia para el manejo de la agitación psicomo-
tora, especialmente en niños; sin embargo, la clave para la seguridad es intervenir precozmente
con objeto de prevenir la progresión de la agitación a agresión y violencia. La medida principal,
junto con la protección, es la contención del paciente.