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Se desconoce el número y tipo de infecciones que puede considerarse normal en cada edad.

Se sabe que el niño que asiste a Jardín Infantil o que tiene hermanos en Sala Cuna o colegio puede

presentar al menos una infección por mes (8 anuales), que no requieren de hospitalización. Con

los avances actuales en cuidados médicos y la disminución de enfermedades infecciosas por las

mejorías en las condiciones sanitarias, programas de vacunación y tratamientos antimicrobianos,

los pacientes que previamente sucumbían a estas infecciones ahora sobreviven. Sin embargo,

en aquellos pacientes que presenten infecciones severas que requieran de hospitalización es

importante realizar una evaluación de su sistema inmune con el objeto de prevenir y mitigar la

severidad de ellas.

Inmunidad innata y adaptativa

El sistema inmune innato tiene como objetivo reconocer los patrones específicos de los pató-

genos y las moléculas de tejido dañadas en forma inmediata. Incluye las barreras anatómicas tales

como piel y mucosas y células centinelas como macrófagos o células dendríticas que continuamen-

te vigilan el microambiente. Cuando se encuentran con un agente patógeno se activa el patrón

de los receptores de reconocimiento lo que induce liberación de citoquinas y quemoquinas lo que

desencadena una respuesta inflamatoria que atrae neutrófilos y macrófagos al área, activando la

cascada del complemento, lo que determina la eliminación del agente patógeno del organismo.

El defecto de la inmunidad innata determina progresión de la infección de microorganismos tales

como el estafilococo dorado y otros patógenos como bacterias, virus y hongos.

La respuesta inmune adaptativa requiere de varios días para generar una respuesta dirigida

específicamente contra el agente patógeno y se caracteriza por inducir memoria inmunológica.

En exposiciones consecutivas frente al mismo agente, la respuesta adaptativa es capaz de remover

rápidamente al agente agresor. Los componentes primarios de la respuesta adaptativa son los

linfocitos T y B, responsables de repuesta inmune celular y humoral (anticuerpos) respectivamente.

Las inmunodeficiencias primarias (IDP) pueden afectar a cualquiera de estos sistemas determinan-

do diferentes fenotipos clínicos.

Debe considerarse que la forma más frecuente de presentación de inmunodeficiencias son las

infecciones recurrentes, las que también son comunes en niños sanos, lo que plantea la interro-

gante de cómo identificar aquellos niños que requieran evaluación inmunológica. Con este objeti-

vo se han desarrollado 10 signos de alerta para ayudar a los médicos a sospechar este diagnóstico.

Signos de alerta para sospechar inmunodeficiencia primaria

1. Ocho o más infecciones en 1 año.

2. Dos o más sinusitis en 1 año o episodios de neumonía en 1 año.

3. Dos o más meses de tratamiento antibiótico con escasa respuesta.

4. Retraso del desarrollo pondo-estatural.

5. Abscesos recurrentes cutáneos profundos o que comprometan algún órgano.

6. Candidiasis superficiales después del año.

7. Requerimiento de antibióticos endovenosos para curar infecciones.

8. Dos o más infecciones invasivas.

9. Historia familiar de Inmunodeficiencia.

10. Enfermedad autoinmune de etiología desconocida.

Evaluación del niño con infecciones

recurrentes

Liana Schlesinger F.

CAPÍTULO 16