Medicina Ambiental
Niños con asma presentan mayor vulnerabilidad respiratoria aun ante niveles bajos de ozono en el aire
El ozono es un gas que se encuentra en la atmósfera superior, a unos 30 kilómetros de la tierra, donde actúa protegiéndonos de las radiaciones ultravioleta. Sin embargo, cuando se forma cerca de la superficie terrestre puede ser peligroso.
Si el ozono se respira, reacciona con el tejido pulmonar y puede provocar problemas respiratorios, irritando las ya sensibles vías de una persona con asma. Cuando los niveles de este gas son altos, los individuos asmáticos pueden experimentar un empeoramiento de su patología y necesitar más medicación. La presencia de ozono los hace más sensibles a los agentes causantes de alergias, los cuales son los activadores más comunes de las crisis de asma.
Personal sanitario, pacientes y padres de niños con asma deberían estar pendientes de las condiciones meteorológicas que se dan a conocer en las noticias, e incluso en sitios en Internet. Por este motivo, los organismos de salud monitorean constantemente su concentración en las grandes áreas urbanas y aconsejan no sobrepasar unos límites determinados.
Pediatras y epidemiólogos en Salud Pública de la Escuela de Medicina de Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos), determinaron ahora que además, los niveles de ozono que actualmente permite la agencia estadounidense para la protección del medio ambiente (EPA, por sus siglas en inglés) son también peligrosos para los niños asmáticos. A este resultado llegó el equipo multidisciplinario de investigadores tras estudiar los efectos simultáneos de este gas y de las partículas en suspensión conocidas como PM2.5 (pequeñas partículas menores a 2.5 micrómetros, 100 veces más delgadas que un cabello humano) cuando los niveles están bajo los estándares normales de la Agencia.
En el estudio publicado en la revista JAMA, en su edición del 8 de octubre de 2003, se analizaron los efectos de la exposición a concentraciones de ozono y de PM2,5 en 271 niños menores de 12 años diagnosticados con diferentes grados de severidad para el asma, durante un período de estudio y observación que abarcó desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre de 2001.
La valoración se hizo a la una y a las ocho horas de la tarde, cuando los niveles del ozono llegan a ser los máximos en el día. Los niños se dividieron en dos grupos, aquellos que estaban bajo un tratamiento farmacológico (n=130) y aquellos que no recibían medicación alguna (n=141). A todos se les hizo un seguimiento durante los 183 días de estudio para evaluar a continuación sus sintomatologías respiratorias y la medicación de rescate.
Los resultados de la investigación determinaron que niveles ambientales altos de ozono - e incluso aquellos que hoy son considerados aceptables por la EPA-, pero no el nivel de las partículas en suspensión PM2.5, estuvieron asociados significativamente con el agravamiento de los síntomas respiratorios y la necesidad de medicación entre los niños asmáticos. De igual manera, comprobaron, coincidentemente con anteriores publicaciones, que niveles más altos de este gas se relacionan con una mayor dificultad para respirar de forma profunda.
Fuente bibliográfica
JAMA 2003; 290:1859-1867