Cartografía del cerebro durante los cambios de azúcar en sangre
El locus coeruleus es una de las pocas regiones que responde, en una fase temprana, a estas variaciones.
La glucosa es la fuente de combustible metabólico esencial para el cerebro, que necesita un suministro constante y adecuado para funcionar correctamente y sobrevivir. La hipoglucemia iatrogénica es un problema clínico para los pacientes que padecen diabetes mellitus y, a pesar de las mejoras constantes en el tratamiento sigue siendo un importante factor limitante. Los mecanismos de contrarregulación de la glucosa defienden al organismo de los descensos bruscos de azúcar en sangre aumentando la secreción de glucagón y reduciendo la de insulina de las células α y β del páncreas, respectivamente, y aumentando la liberación de epinefrina de la médula suprarrenal.
Investigadores de la Universidad de Texas en El Paso (EEUU) han logrado cartografiar regiones específicas del cerebro que se activan en relación con los cambios de azúcar en sangre proporcionando información fundamental sobre la localización que, en última instancia, podría conducir a terapias más específicas para las personas que luchan contra afecciones como la diabetes. El histórico estudio de 13 años describe cómo el equipo utilizó minuciosos análisis microscópicos para localizar poblaciones celulares específicas en el cerebro que parecen responder a los cambios rápidos de glucosa.
Los resultados representan un paso importante hacia la cartografía global uniforme del cerebro y la evaluación de las respuestas celulares.
El locus coeruleus (que en latín significa "lugar azul") -una región del cerebro llamada así por el color único de su tejido- produce norepinefrina, un neurotransmisor que desempeña un papel importante en la excitación, la atención y la respuesta del organismo al estrés. En el estudio se observó que es una de las pocas regiones que respondían en una fase temprana de los cambios de azúcar en sangre, lo que sugiere que es un centro de excitación para los individuos con diabetes tipo I y tipo II cuando experimentan alteraciones de glucosa. Estas suelen producirse cuando los diabéticos se autoinyectan insulina.
El nuevo conocimiento de esa región del cerebro podría, en última instancia, ayudar a los investigadores a controlar e intervenir durante los efectos más peligrosos de las variaciones del azúcar en sangre que surgen como complicación habitual del tratamiento de la diabetes.
