Nature Medicine
Pasos diarios necesarios para frenar la enfermedad de Alzheimer
Una actividad física moderada, de 5.001 a 7.500 pasos por día, puede ralentizar la acumulación de tau y el declive cognitivo en adultos mayores en riesgo, posicionándose como una estrategia preventiva efectiva.
La enfermedad de Alzheimer (EA) se relaciona estrechamente con factores de riesgo modificables, entre los que la inactividad física destaca. Sin embargo, la evidencia en humanos sobre cómo el ejercicio físico impacta su progresión ha sido inconsistente, en parte debido a la dependencia de autoinformes susceptibles a sesgos. Una comprensión más precisa, basada en mediciones objetivas y datos longitudinales de biomarcadores, es crucial para el desarrollo de estrategias preventivas efectivas, especialmente en la fase preclínica de la enfermedad.
Este estudio, encabezado por investigadores del Departamento de Neurología del Mass General Brigham y de la Universidad de Harvard, EE. UU., investigó la correlación entre la actividad física objetivamente cuantificada y la evolución de la patología amiloide y tau, así como el declive cognitivo y funcional en adultos mayores cognitivamente intactos. Asimismo, se buscó determinar si la patología tau mediaba estas asociaciones y explorar las relaciones dosis-respuesta de la actividad física.
Se llevó a cabo un análisis longitudinal observacional con 296 adultos mayores del Harvard Aging Brain Study (HABS), con una edad media basal de 72,3 años. La actividad física se midió objetivamente utilizando podómetros, obteniendo el promedio de pasos diarios. Los participantes fueron seguidos por hasta 14 años, con evaluaciones cognitivas anuales mediante el Preclinical Alzheimer's Cognitive Composite-5 (PACC5) y funcionales a través del Clinical Dementia Rating Sum of Boxes (CDR-SOB). La carga amiloide cerebral se cuantificó con tomografía por emisión de positrones (PET) de PiB en 241 sujetos. La acumulación de tau en la corteza temporal inferior (ITC) se evaluó con PET de 18F-Flortaucipir en 172 individuos, con una primera exploración tau realizada 2,2 años después del inicio del estudio. No se emplearon intervenciones farmacológicas.
Los hallazgos no mostraron asociación significativa entre la actividad física basal y la carga amiloide longitudinal (β= -0,0006; P= 0,92). No obstante, se identificó que en presencia de carga amiloide, una mayor actividad física se asoció con una menor acumulación de tau en ITC (β= -0,13; P<0,001), un declive más lento del PACC5 (β= 0,10; P<0,001) y una progresión más reducida del CDR-SOB (β= -0,14; P < 0,001). El análisis de mediación reveló que una menor acumulación de tau en ITC mediaba completamente la relación entre una mayor actividad física y un declive cognitivo más lento (efecto mediado: β= 0,59; P<0,001; 84% mediado). Dicha mediación fue parcial para la progresión funcional más lenta (efecto mediado: β= -0,43, P<0,001; 40% mediado). Las curvas dosis-respuesta indicaron que los beneficios en la ralentización de la acumulación de tau y el declive cognitivo se estabilizaban con un nivel moderado de actividad física (5.001-7.500 pasos al día), aunque incluso niveles bajos de ejercicio ya ofrecían una reducción sustancial en el declive.
Estos resultados reafirman que la inactividad física constituye un objetivo de intervención modificable prometedor para la enfermedad de Alzheimer preclínica. Una mayor actividad física se asocia con una menor acumulación de tau relacionada con el amiloide, lo que a su vez se traduce en un declive cognitivo y funcional más lento. Un nivel moderado de ejercicio físico se presenta como una meta factible y eficaz. Se sugiere que futuros ensayos de prevención focalicen sus esfuerzos en individuos sedentarios con elevados niveles de amiloide para optimizar los efectos protectores.
Fuente bibliográfica
Physical activity as a modifiable risk factor in preclinical Alzheimer’s disease
Wendy Yau WY, et al.
https://doi.org/10.1038/s41591-025-03955-6