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Mayo

2010.

Volumen

9

-

N

°

40

del desarrollo normal del niño/a en todas las

áreas (sean estas lenguaje, cognitiva, motriz y

social). Todo lo anterior, junto con la realidad

sociocultural de los usuarios de hospitales

públicos, hace que sea una necesidad real

evaluar sus coeficientes de desarrollo y estimular

aquellas áreas donde se detecten falencias, así

como también brindar el apoyo psicológico a

los cuidadores que lo requieran.

La preocupación por la salud y la enfermedad

ha sido constante para el hombre desde las

primeras sociedades hasta la actualidad. Pero

generalmente cuando se habla de salud las

personas se concentran en los aspectos físicos,

dejando de lado aspectos psicológicos,

conductuales y económicos.

Es por esto, que en la actualidad se habla

de un modelo biopsicosocial, que considera

factores psicológicos, sociales y culturales junto

con los biológicos como determinantes de la

enfermedad y tratamiento. La salud está

influenciada por la conducta, pensamientos y

relaciones sociales. Por esta razón cobran

importancia los estados psicológicos ya que

éstos influyen en nuestra salud; los sentimientos

y emociones pueden tener efectos positivos y/o

negativos en el bienestar físico.

Desde el punto de vista de salud mental, la

hospitalización puede afectar el bienestar

subjetivo, las relaciones interpersonales y el

desarrollo de un niño; pero también puede

ser una oportunidad para enriquecer su

experiencia y lograr el desarrollo emocional

y la resiliencia, siempre y cuando se den las

condiciones necesarias. Desde esta perspectiva,

la participación del paciente, el equipo de salud,

la familia, las organizaciones de apoyo y las

instituciones son importantes en la generación

de un sistema de salud adecuado y funcional.

En la medida que exista un bienestar emocional

en la familia y los niños se puede generar una

disminución en los síntomas físicos.

En base a esto el objetivo del psicólogo es

promover el desarrollo integral, favoreciendo el

desarrollo emocional del niño o niña durante

el proceso de hospitalización; contener, orientar

y empoderar a la familia; realizar una detección

de variables de riesgo psicosocial y fomentar

las redes de apoyo.

Este trabajo es llevado a cabo de forma

coordinada con la educadora de párvulos

generando intervenciones psicoeducacionales

en los niños, niñas y su familia. Con lo cual

se han obtenido mejores resultados y ha

permitido un desarrollo integral.

Los niños/as que nacen con un retraso en

un área específica del desarrollo van a tener

necesariamente que ser reforzados en todas

las áreas, especialmente los sentidos, para que

se desarrollen en nuevas habilidades y permita

compensar aquello que esta más dañado.

Estos niños y niñas se vuelven con necesidades

educativas especiales debido a su larga

permanencia en el recinto hospitalario o a

reiteradas hospitalizaciones. Es por esta razón

que el educador de párvulos debe evaluar

y realizar intervenciones con planes de

estimulación según edad y patología, así como

tambiénintegraralospadres,madresocuidadores

en el diseño de tratamiento del niño o niña

hospitalizado. El educador deberá realizar una

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