

noviembre
2015.
Volumen
14
-
N
°
62
de los padres, sino que relevantemente concierne
al progresivo desarrollo social y afectivo de la
persona menor. La preocupación fundamental
debe ser el desarrollo integral del niño.
La corresponsabilidad parental incluye como ejes
fundamentales:
•
Compromiso
, tiempo en interacción cara a cara
con el niño.
•
Accesibilidad
, estar física y sicológicamente
presente para atender las necesidades del niño.
•
Responsabilidad
, asumir las tareas de cuidado
y bienestar día a día.
En especial, es necesario reforzar la labor del
padre, ya que como equipo de salud debemos
facilitar y fomentar la paternidad activa. Es básico
comprender que el padre puede ser progenitor o
adoptivo, la interacción con el hijo debe ser
independiente de la relación con la madre y
puede residir o no con el niño. La presencia
integral del padre cumpliendo funciones afectivas,
sicológicas, educativas, de soporte emocional y de
cuidado, es lo deseable para todo individuo.
Nuestra sociedad tiende a limitar el rol del padre
focalizando su rol sólo en juegos, paseos y tareas
escolares, excluyéndolo de lo cotidiano. El equipo
de salud perpetúa estereotipos de género
dominante, muchas veces los hombres no son
incluidos en las entrevistas (controles prenatales,
controles de salud del niño sano), los
profesionales se dirigen más a las madres estando
ambos presentes, no son considerados en las
indicaciones de salud y de cuidado, o son vistos
como actores secundarios o poco relevantes en las
tareas de crianza. Incluso a aquellos hombres que
quieren participar en esas tareas se les presentan
barreras para hacerlo dando a entender que son
asuntos de mujeres. Estas miradas y prácticas de
las instituciones refuerzan la idea tradicional de
que el cuidado de los niños es competencia de las
madres y se pierde una ventana importante para
avanzar hacia la corresponsabilidad. La inercia de
NO cambiar es un mal generalizado.
Existe amplia evidencia de los efectos positivos
en el desarrollo del niño cuando hay presencia
paterna de calidad.
Una revisión de
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estudios longitudinales
demuestra que la participación activa y regular
con el niño predice una serie de resultados
positivos y aunque ninguna forma específica ha
demostrado dar mejores resultados que otra,
pareciera ser mejor con cohabitación. También
establece que quienes tuvieron un padre
involucrado en su infancia presentaron después
menos problemas conductuales, menos conflictos
con la ley, menor vulnerabilidad económica, mejor
desarrollo cognitivo, mejor rendimiento escolar y
menor estrés en la edad adulta.
Otro estudio publicado en
2006
, muestra que los
niños con padre comprometido presentan mejor
desarrollo físico y mental, mayor autoestima,
motivación para estudiar, mejor rendimiento
académico. También optimiza habilidades
sociales, mejora la tolerancia al estrés, disminuye
consumo de alcohol y drogas y minimiza riesgos
en salud sexual. Además el PADRE involucrado
está más satisfecho y más sano y la MADRE de
esa familia mejora su salud física y mental.
En el control de salud existen múltiples instancias
de potencial participación del padre:
• Consulta de regulación de fertilidad
• Controles durante la gestación
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