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de recursos disponibles para estudios más específicos, en nuestro medio y que éstos se realizan
sólo frente a sospecha clínica fundada.
En grandes líneas la mayoría de los niños con SFP tendrá una causa identificable, a pesar de
las variaciones entre los diversos estudios, 50% tendrá una infección, 25% a 30% permanecerá
sin diagnóstico (la mayoría de éstos se resuelve antes que se pueda llegar a este), 20% tendrá
una enfermedad reumatológica, autoinflamatoria o granulomatosa, 10% tendrá una neoplasia y
5% o menos una patología rara.
El enfrentamiento diagnóstico en pacientes con SFP, luego de una historia clínica acuciosa
y un examen físico repetido, debe incluir exámenes básicos incluyendo a consideración clínica o
epidemiológica algunos avanzados:
- Hemograma completo y bioquímica sanguínea.
- Orina completa, sedimento y urocultivo.
- Radiografía de tórax.
- Proteína C reactiva.
- IgM Epstein Barr.
- Hemocultivos sin terapia antimicrobiana.
- Serología para enfermedad del arañazo de gato.
- Serología y PCR para parvovirus B19.
- PPD y baciloscopias, eventualmente quantiferon.
- ASLO (antiestreptolisina O).
- Panel Filmarray respiratorio (foco adenovirus y Mycoplasma).
- Antigenemia para CMV o reacción de polimerasa en cadena (RPC) para CMV cuantitativo.
- Anticuerpos antinucleares.
- Factor reumatoide.
- Electroforesis de proteínas.
- Tomografía axial computarizada (TAC) o ecografía de abdomen, pelvis, cardíaca, cavidades
perinasales (CPN) u otros órganos.
- Anticuerpos VIH.
- Láctica deshidrogenasa (LDH).
- Inmunoglobulinas séricas.
Dada la amplia variedad de etiologías posibles, no deben usarse antimicrobianos empíricos a
menos que haya una fuerte sospecha de infección bacteriana seria no tratada. Si los resultados
de los exámenes no ayudan a formular un diagnóstico y el paciente continúa febril, se repite el
examen físico e historia detallada y continúa una segunda etapa en que se realizan, según la
orientación en la evolución de síntomas y signos:
- Resonancia magnética (RN).
- Cintigrafía ósea.
- Mielograma y mielocultivo.
- Estudio líquido cefalorraquídeo (LCR).
- Biopsias en órganos sospechosos.
- RPC (reacción cadena polimerasa) específicas.
- Estudio radiológico de tubo digestivo superior e inferior.
- Ferritina.
- Serologías para sífilis, toxoplasma, virus de hepatitis, Lyme u otras según antecedentes.
En comparación a los adultos la mayoría de los niños con SFP se ve bien, pero no siempre esto
corresponde a una condición benigna, requiriendo el estudio más completo que el clínico pueda
ofrecer. No hay un rol para la terapia empírica en el diagnóstico del SFP pediátrico, la única ex-
cepción es el uso ocasional de antiinflamatorios no esteroidales en artropatías. En casos donde el
diagnóstico de la causa de la fiebre no es aparente, si el niño no está críticamente enfermo es me-
jor seguir estrechamente su evolución, a veces la fiebre se resuelve permanentemente, otra recurre
con nuevos síntomas o si la fiebre persiste aparecen nuevos síntomas o anomalías de laboratorio
permitiendo realizar el diagnóstico. Interactuar siempre con hematólogo e inmunoreumatólogo.