

capítulo 2: Semiología
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tibial anterior. La frecuencia cardíaca puede mostrar un aumento significativo en el lactante y niño
menor por ansiedad, fiebre y ejercicio previo o durante el examen clínico, también por enfermedad
inflamatoria,
shock
e insuficiencia cardíaca congestiva. El uso de beta dos adrenérgicos y adrena-
lina pueden dar taquicardia significativa. Se observa un ritmo circadiano de la frecuencia cardíaca
alrededor de los dos años de edad, con descenso de 20 latidos por minuto durante el sueño (que
no se observa en casos de fiebre reumática e hipertiroidismo). Con frecuencia se observa en niños
un ritmo cardíaco ligeramente irregular, con extrasistolías ocasionales. Es importante preguntar si
hay antecedentes de arritmia en la familia.
Respiración
Las características básicas de la respiración (frecuencia, profundidad y esfuerzo) deben ser
consideradas desde el período de RN, siendo de la mayor trascendencia en los primeros minutos
de vida y constituyendo parte del score de Apgar. En el primer minuto de vida su debida aprecia-
ción puede ser vital, especialmente en RN con alteraciones de la vía aérea superior (atresia ósea
o membranosa de coanas uni o bilateral, anomalías de paladar, velo laríngeo) e inferior como
hernia diafragmática de Bochdaleck. En el período neonatal tardío (2ª a 3ª semana de vida) suele
iniciarse el estridor laríngeo congénito. La frecuencia respiratoria en el RN varía entre 30 y 60
respiraciones por minuto, 20 a 40 en el lactante y 15 a 25 respiraciones en la infancia tardía. Es
muy importante pesquisar apneas en el primer trimestre de la vida (ausencia de respiración por
20 segundos o más). La profundidad de la respiración puede observarse aumentada en el niño,
teniendo su máxima expresión en la crisis asmática.
Presión arterial
Todo niño debe haber tenido toma de presión arterial al menos en una oportunidad y esta
debe ser considerada fundamental durante una hospitalización. En forma ambulatoria el método
habitual es el auscultatorio y en la hospitalización debe ser por equipos de monitorización. Debe
compararse el registro encontrado con las tablas correspondientes de acuerdo a la edad. En
condiciones normales, la presión sistólica es superior en las extremidades inferiores y la presión
diastólica es igual en brazos y piernas.
Somatometría
La evaluación del crecimiento somático es fundamental en cualquier examen o control del
niño. De hecho, cuando la madre consulta con su hijo enfermo y este no es pesado la madre
inquiere
“y no lo va a pesar Dr?”
, probable resabio de aquellos tiempos en que el gran tema de
la pediatría era la desnutrición. Hoy la actitud ha cambiado incluso algunas madres sugieren
“no
lo pese mejor porque me va a retar de nuevo”
, derivado ello de la prevalencia de sobrepeso
y obesidad. Años atrás existió la tendencia a que cada país e incluso muchos centros hospitalarios
y clínicas tuvieran sus propias curvas de crecimiento. Hoy se ha establecido el consenso que las
tablas deberían ser lo más representativas posible de un universo suficiente, definiendo como las
más adecuadas las publicadas por la OMS que incluyen peso, longitud y circunferencia cefálica
según edad y sexo en una muestra adecuadamente representativa. Además, hay gráficos de cre-
cimiento para diversas patologías congénitas, entre las cuales destacan por su utilidad las de sín-
drome de Down. Es conveniente medir la circunferencia cefálica hasta los 36 meses. La estatura de
pie se recomienda a partir de los 3 años, aunque en algunos centros se usa a partir de los 6 años.
La determinación de la talla es más confiable si la hace el mismo observador. La confiabilidad en
la determinación del peso está relacionada con la calidad de la balanza y el retiro de la vestimenta
del niño. En forma creciente se ha empezado a utilizar el índice de masa corporal (IMC), calculado
por división del peso en kg por el cuadrado de la estatura en cm. El incremento de percentil en el
IMC en niños de 4 a 10 años puede ser un
predictor de obesidad
en la adolescencia.
Existen otras mediciones utilizadas en policlínicos especializados en trastornos nutricionales y
enfermedades genéticas, cuyo uso es más selectivo.
Si bien la primera causa de pérdida de peso aguda en el niño corresponde a la gastroenteritis
aguda con deshidratación, con alguna frecuencia los padres consultan con su hijo por una pér-
dida de peso subaguda (en el transcurso de las últimas dos o cuatro semanas), en tal situación