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La hospitalización ofrece una oportunidad
valiosa para el cese del tabaquismo, pero que
es habitualmente desaprovechada en Chile. La
necesidad de hospitalizarse está determinada
por enfermedades con grados variables de ries-
go vital y muchas veces con directa relación al
consumo de tabaco, como patología cardiovas-
cular, respiratoria u oncológica, por mencionar
algunas. Este escenario determina una situación
particularmente sensible en donde el paciente
puede valorar de forma concreta no solo las con-
secuencias del hábito tabáquico, si no también,
la importancia de suspender el consumo. Para
muchos, la hospitalización constituirá motivación
suficiente para realizar un intento de cesación
1
.
Por otro lado, según la Ley N.º 20.660, artículo
11, los hospitales chilenos son recintos 100%
libres de humo, donde el paciente se encuentra
libre de los gatillantes sociales que favorecen el
consumo. Además, existe acceso directo a apoyo
por parte del equipo de salud para educación y
tratamiento. Asimismo, es esperable que durante
la estadía hospitalaria se manifieste el síndrome
de abstinencia de nicotina, cuyo reconocimiento
y manejo es fundamental para evitar complica-
ciones habituales como ansiedad o delirium. Por
todo lo anterior, resulta necesario el adecuado
enfrentamiento del tabaquismo en el paciente
hospitalizado. Así lo han reconocido organismos
acreditadores internacionales como
Joint Com-
mission
, e instituciones canadienses y españolas
que han desarrollado modelos de intervención en
cesación tabáquica iniciadas en el hospital.
Intervenciones multimodales iniciadas en el
paciente hospitalizado
Se han conducido diversos estudios con pa-
cientes fumadores hospitalizados. Un metanálisis
Cochrane 2012 concluyó que los dos pilares fun-
damentales de las intervenciones efectivas fueron
el carácter multimodal (incluyendo la consejería
y tratamiento farmacológico) y el seguimiento
ambulatorio por más de un mes posterior al alta
2
.
En relación con la consejería, ésta debe ser
realizada durante la hospitalización, por cualquier
miembro del equipo de salud capacitado para
este fin (médicos, enfermeras, TENS, kinesió-
logos, nutricionistas u otros). Según el modelo
propuesto en la guía neozelandesa de cesación
tabáquica, los elementos centrales de una conse-
jería breve pueden resumirse en el ABC, siendo
A: averiguar sobre el consumo de tabaco; B: dar
un consejo breve indicando la importancia de
dejar de fumar, y C: Ofrecer apoyo para la cesa-
ción a los pacientes que se muestren motivados.
Algunas particularidades del ABC en pacientes
hospitalizados incluyen la relevancia de dejar un
registro sobre el consumo de tabaco en la ficha
del paciente, y el vincular el consejo breve al
motivo de hospitalización
3
.
Por su parte, el tratamiento farmacológico con-
sidera no solo la terapia de reemplazo (parches y
chicles de nicotina) para el período de abstinen-
cia
4
, sino también el tratamiento ambulatorio de
mantención (bupropión, vareniclina u otro) al
alta
5
.
El seguimiento posterior debe incluir un canal
de contacto que se mantenga por lo menos du-
rante un mes, ya sea en formato presencial o vía
correo electrónico, mensajes de texto,
Quit-lines
o
sistemas
automatizados de voz
(Interactive
voice response=
IVR)
.
En la evaluación de la eficacia de las inter-
venciones de cesación tabáquica en pacientes
hospitalizados destacan los estudios HAND-1 y
HAND-2, ambos estudios randomizados y con-
trolados, liderados por Rigotti y cols. El estudio
HAND-1
6
incluyó a 397 pacientes fumadores
hospitalizados. El grupo intervención involucró
tratamiento farmacológico financiado por el estu-
dio y seguimiento por 3 meses. La terapia farma-
cológica se escogía en conjunto con el paciente
y podía corresponder a reemplazo de nicotina
(parches o chicles), bupropión, vareniclina, o una
combinación de ellos. El seguimiento se realizó
por vía telefónica a través de un sistema IVR en
el que se evaluaba la disponibilidad, adherencia
y tolerancia al tratamiento farmacológico. Se
realizaba, además, refuerzo positivo y se ofrecía
la posibilidad de contactar directamente a un
profesional. El grupo control, en cambio, recibía
recomendación de tratamiento farmacológico
que debía ser financiado por el mismo paciente,
y la sugerencia de contactar una
Quit-Line
esta-
tal gratuita. Ambos grupos recibieron consejería
breve durante la hospitalización. Los resultados
demostraron una diferencia significativa en abs-
tinencia de tabaco a los 6 meses de 27% en el
grupo intervención y 16% grupo control (RR 1,7;
IC 95% 1,1 - 2.5, p = 0,007).
Posteriormente, se realizó el estudio HAND-2
7
que mantuvo el diseño del HAND-1, pero en un
contexto multicéntrico reuniendo un total de 1300
participantes. Sorprendentemente, no se encontra-
ron diferencias significativas entre ambos grupos
en la abstinencia de tabaco a 6 meses, con 17%
en el grupo intervención y 16% en el grupo con-
trol (p = 0,58). Al comparar los estudios HAND
1 y 2 se concluyó que no existieron diferencias en
las intervenciones de consejería y tratamiento far-
Enfrentamiento del tabaquismo en el paciente hospitalizado
Rev Chil Enferm Respir 2017; 33: 242-245