Neurocirugía
Estimulación cerebral profunda atenúa la anorexia nerviosa
Estos resultados también sugieren que el tratamiento quirúrgico puede ser capaz de cambiar la historia natural de la enfermedad y mejorar los resultados clínicos de algunos pacientes.
La anorexia nerviosa se caracteriza por una evolución crónica que es refractaria al tratamiento en muchos pacientes y tiene una de las tasas más altas de mortalidad respecto a cualquier trastorno psiquiátrico. Con resultados bastante prometedores, la estimulación cerebral profunda (ECP) ha sido aplicada en diferentes condiciones neuropsiquiátricas, tales como la enfermedad de Parkinson y depresión mayor.
Nir Lipsman y colegas del Departamento de Cirugía de la Universidad de Toronto, en Canadá, evaluaron la seguridad de la ECP para modular la actividad de los circuitos límbicos, y el efecto de las características clínicas de la anorexia nerviosa. Se realizó un ensayo clínico prospectivo de fase 1 en seis pacientes (entre 20 y 60 años) crónicos y refractarios al tratamiento. Cada individuo se sometió a una optimización médica antes de la cirugía y al registro de su índice de masa corporal, datos psicométricos y a una neuroimagen, seguido de una implantación de electrodos y generadores de impulsos para el suministro continuo de electricidad. Los pacientes fueron observados durante 9 meses, y el resultado primario, es decir, los eventos adversos asociados con la cirugía o la estimulación, fue monitorizado en cada visita de seguimiento.
La ECP se vinculó a varios efectos adversos, sólo uno de los cuales (convulsiones durante la programación, aproximadamente 2 semanas después de la cirugía) era grave. Otros efectos eran ataque de pánico durante la cirugía, náuseas, embolia aérea y dolor. Después de 9 meses, tres de los seis pacientes habían alcanzado y mantenido un mayor índice de masa corporal a partir de su historia. El procedimiento también se ligó a mejoras en el estado de ánimo, ansiedad, regulación afectiva y de la anorexia nerviosa relacionada con obsesiones y compulsiones en cuatro pacientes y a la calidad de vida en tres pacientes, a los 6 meses de la estimulación. Estos beneficios clínicos estuvieron acompañados por cambios en el metabolismo cerebral de la glucosa, consistentes con una inversión de las anomalías observadas en la corteza cingulada anterior, la ínsula, lóbulo parietal y en el mismo desorden.
En consecuencia, la ECP cingulada subcallosal parece ser segura en pacientes con anorexia nerviosa crónica y tratamiento refractario.
