Pediatría
La pobreza perjudica el desarrollo cerebral infantil
El estudio concluye que estructuras específicas del cerebro, ligadas a procesos críticos para el aprendizaje, son vulnerables a las circunstancias ambientales de esta condición social.
Los niños que viven en la pobreza, en general, tienen un mal desempeño en la escuela, peores resultados en pruebas estandarizadas y menores niveles educacionales. Mientras más prolongado sea el tiempo que se viva bajo esta circunstancia, mayor es el déficit académico. Estos patrones persisten hasta la edad adulta, lo que contribuye a un reducido logro ocupacional en la vida.
Seth D. Pollak y especialistas de la Universidad de Wisconsin, Madison, Estados Unidos, se propusieron determinar si los patrones atípicos de desarrollo cerebral estructural afectan la relación entre pobreza del hogar y un menor rendimiento académico. Los autores realizaron un estudio de cohorte longitudinal, considerando 823 exploraciones de imágenes por resonancia magnética, provenientes de 389 niños y adolescentes con patrones normales, de edades que oscilaron entre 4 a 22 años. La recopilación de información inició en noviembre de 2001 y terminó en agosto de 2007 y fue obtenida a partir de institutos nacionales de salud, junto con datos sociodemográficos y neuroimágenes completas. Los participantes fueron seleccionados por una variedad de factores que pudieran afectar negativamente el desempeño cerebral, obteniéndose información de 6 sitios distintos en Estados Unidos. Se evaluó el nivel basal neurológico al inicio del análisis y tras un seguimiento de 3 períodos de intervalos de 24 meses. Cada centro de estudios utilizó un muestreo basado en la comunidad para reflejar la demografía regional y general de ingresos, raza y origen étnico basado en estamentos oficiales. La escasez de los hogares se midió por el ingreso total, ajustado por el tamaño de la familia como un porcentaje del nivel de pobreza federal. Finalmente, se analizaron los puntajes en las pruebas de rendimiento cognitivo/académico y el tejido cerebral, incluyendo materia gris total y de lóbulos frontal, temporal, y el hipocampo.
La investigación mostró que la situación socioeconómica se vinculó a las diferencias estructurales en varias áreas del cerebro asociadas con la preparación escolar, con una mayor influencia entre jóvenes de hogares más vulnerables. Los volúmenes de materia gris regional bajo 1,5 veces el nivel federal de pobreza, fueron de 3 a 4 puntos porcentuales menores que la norma de desarrollo (P <0,05). Se distinguió una brecha aún más notoria, de entre 8 y 10 puntos porcentuales, para niños por debajo del nivel federal (P <0,05). Adicionalmente, se observó que estas diferencias tuvieron consecuencias en el rendimiento académico infantil. En promedio, los niños de hogares con menores ingresos obtuvieron 4 a 7 puntos menos en las pruebas estandarizadas (P <0,05). Finalmente los resultados mostraron que el 20% de las diferencias en las calificaciones podrían explicarse por retardos madurativos en los lóbulos frontal y temporal.
En resumen, la influencia de la pobreza en el aprendizaje, está mediada por el desarrollo de estructuras cerebrales específicas vinculadas a procesos críticos para el funcionamiento de actividades cognitivas.
