Salud Pública
Menos educación tiene una mortalidad similar al fumar
Un nivel de instrucción superior se asoció inversamente con la mortalidad, esto a través de mecanismos que incluyen mayores ingresos y estatus social, mejor desarrollo cognitivo, adherencia a los tratamientos médicos, comportamientos saludables y altos niveles de relaciones sociales y bienestar psicológico.
El nivel educacional bajo es un fuerte predictor de la mortalidad adulta prematura en los Estados Unidos y en muchos otros países. Las disparidades educativas en la mortalidad han ido en aumento, con mayores tasas de supervivencia para las personas con más educación. Por otra parte, la esperanza de vida se ha estancado entre los que tienen una educación inferior a la secundaria, e incluso es menor en mujeres con falta de escolaridad.
Patrick M. Krueger y colaboradores de la Universidad de Colorado en Denver, Estados Unidos, utilizaron datos nacionales de Salud (1986-2004) vinculados a la mortalidad (N = 1.008.949), y modelos de supervivencia en tiempo discreto, para estimar las tasas de mortalidad de cohorte específica y por nivel de educación, con el objetivo de calcular las estimaciones de mortalidad atribuibles por año.
Si los adultos de 25 a 85 años de edad experimentaron disparidades educativas en la mortalidad observada en la cohorte de 1945, 145.243 muertes pueden atribuirse a tener menos grado de escolaridad en lugar de un diploma de secundaria, 110.068 muertes pueden atribuirse a tener algún grado de educación superior en lugar de un título de licenciatura y 554.525 muertes pueden atribuirse a cualquier tipo de educación inferior al bachillerato en lugar de un título de licenciatura. El aumento de las disparidades educativas entre las cohortes de 1925 y 1945 resultó en una duplicación de la mortalidad. La mortalidad atribuible a los que tenían un diploma de secundaria era proporcionalmente similar en mujeres y hombres, y entre negros y blancos no hispanos, y fue mayor para la enfermedad cardiovascular que para el cáncer.
En conclusión, la mortalidad atribuible al bajo nivel de educación es comparable en magnitud a la mortalidad atribuible a ex fumadores. La investigación existente sugiere que una parte sustancial de la relación entre educación y mortalidad es causal. Por lo tanto, las políticas que promuevan la educación podrían reducir significativamente la mortalidad adulta.
