Un mejor sueño eleva la sensibilidad a la insulina
Por el contrario, dormir menos y más tarde durante la semana se vincula con aparición de insulinorresistencia.
Solo en Estados Unidos, el sobrepeso y la obesidad afectan actualmente a aproximadamente el 33% de los adolescentes. Las tasas de comorbilidades relacionadas, como la diabetes tipo 2 (DT2), también están aumentando en esta población y se presentan de manera más agresiva, con un rápido inicio de la insuficiencia de células beta pancreáticas en los jóvenes en comparación con los adultos. La resistencia a la insulina (RI) es un factor de riesgo significativo para la DT2, y los adolescentes con sobrepeso u obesidad (S/O) están en particular en riesgo.
El objetivo de este estudio fue examinar la relación entre la RI y la salud del sueño/circadiana en adolescentes con S/O. Se planteó la hipótesis de que el sueño insuficiente y retardado se asocia con la RI en esta población. Se reclutaron 31 jóvenes (edad media, 16,0 ± 1,4 años; 77% mujeres) con índice de masa corporal mayor o igual que el percentil 90 para edad/sexo en clínicas ambulatorias de un hospital infantil. Los participantes se sometieron a una semana de monitoreo objetivo del sueño en casa con una actigrafía de muñeca durante el año académico. Se llevó a cabo una prueba oral de tolerancia a la glucosa de 3 horas, seguida de un muestreo de melatonina salival tras aplicación de luz tenue en el laboratorio cada 30 - 60 minutos desde las 5 pm hasta el mediodía del día siguiente. Se examinaron los análisis de regresión entre las variables del sueño y circadianas con IR.
La mayor duración del sueño y el tiempo en la cama los fines de semana y los días laborables, así como acostarse más temprano durante la semana, se asociaron significativamente con una mejor sensibilidad a la insulina. En los participantes que obtuvieron una menor duración media del sueño nocturno (6,6 horas) se evidenció RI con secreción de insulina compensatoria en comparación con quienes durmieron ≥6.6 horas. Por último, se estimó que una ventana más amplia entre la hora de acostarse y la aparición de la melatonina, que indica una sincronización circadiana posterior a la aparición del sueño, se asoció significativamente con la RI.
En conclusión, la menor duración del sueño, acostarse más tarde en la semana y la sincronización tardía del ciclo circadiano se asocian con la resistencia a la insulina en una cohorte de adolescentes con sobrepeso/obesidad durante el año escolar. Se necesitan más investigaciones para comprender mejor la fisiología subyacente a estas observaciones y para evaluar el impacto de la mejora de la salud circadiana y del sueño sobre la salud metabólica en esta población de riesgo.
