Dr. Arnoldo Quezada Lagos:
“El arte es una arista que humaniza la práctica del médico”
Tanto la medicina, como la pintura han tenido unión a lo largo de la historia. A través de las imágenes, se ha podido evidenciar el porvenir y evolución de la práctica de la disciplina.
"Niños pintados: arte e historia", es el último trabajo publicado por el doctor Arnoldo Quezada, miembro de la Academia Chilena de Medicina, Sociedad Chilena de Pediatría y colaborador de la revista de dicha agrupación.
Con este libro, busca inspirar a sus colegas para que cultiven su sensibilidad artística, la belleza y recuerden que, al fin y al cabo, la medicina es un arte en sí misma.
"La capacidad de apreciar y comprender el arte no solo enriquece la vida personal, sino que también puede mejorar la relación médico paciente y en última instancia, la calidad de la atención", explica.
- ¿Cómo surge este libro?
Los primeros tintes se dieron durante espacios de presentación que tuve en las ceremonias inaugurales de los congresos de la Sociedad Chilena de Pediatría, lo que tornó en un proceso de investigación que finalizó a través de una conferencia dictada en las Jornadas de la Patagonia celebradas en Coyhaique.
Posterior a ello, me invitaron a redactar artículos para la sección "Niñez y pintura" de la revista de la SOCHIPE: "El estetoscopio", la cual alberga más de una decena de apartados sobre el trabajo de artistas nacionales y extranjeros durante las diversas épocas del desarrollo de la pintura en el país, además de datos biográficos, dramas, anécdotas y leyendas.
Es algo que me tiene contento y que, según los editores, es una sección bastante consultada, que ha ido creciendo y en la cual sigo trabajando.
- Se requiere una cierta sensibilidad para conectar con la pintura. ¿Qué relación tiene la medicina con el arte?
Mucha. Hace varios años, por casualidades de la vida, encontré en una sala del Colegio Médico el primer número de la Revista Médica de Chile. Uno de sus artículos era sobre ese tema.
Son muchos los aspectos que se conjugan, pues ambos tienen relación con el hombre. Para ser buen médico o científico no basta con saber mucho o ser estudioso. Se deben cultivar condiciones de humanidad que permitan trabajar con sensibilidad, aspecto que los artistas también utilizan para los procesos de inspiración.
Uno esperaría que los médicos fueran más humanistas. Entender que el saber sobre otros temas no ocupa espacio, todo lo contrario, expande la mente y ayuda a relacionarse mejor con el paciente. El arte es una arista que permite humanizar la práctica del médico.
- ¿Qué rol cumple la infancia en el arte?
Detrás de cada obra hay una historia y una serie de elementos que pueden ser bastante dramáticos. Recuerdo el primer artículo que escribí para la revista fue sobre José Raymundo Juan Nepomuceno de Figueroa y Araos, que es considerado el primer retrato de un niño en solitario dentro de la historia de la pintura chilena.
Al tener conocimiento sobre los niños que aparecen, comprendemos que ellos también son parte de la historia y comienzan a aparecer datos notables. Eso llamó mi atención y me instó a seguir profundizando en esta investigación.
- Los niños suelen ser obviados de ciertos momentos históricos…
Así es. Creo que es importante que, a lo largo del tiempo y por medio de la pintura, sean visibilizados. Uno suele pensar en los grandes personajes, pero los más pequeños también lo son y han sido protagonistas de hechos importantes. Creo que eso es lo que rescata este libro.
- ¿Habrá otros trabajos bajo esta línea?
De momento estoy colaborando con una fundación española que tiene una colección de pintura infantil. Esto es una primicia.
Por María Ignacia Meyerholz