Dr. Enrique Elías Echaurren:
“El paciente que consulta al urólogo viene cuando ya está enfermo”
Controlar oportunamente la próstata y no esperar a tener síntomas es fundamental para detectar el cáncer. Tanto los centros urológicos como médicos generales deben fomentar incluirlo dentro de los exámenes de rutina.
La próstata es un órgano glandular pequeño, no superior a los tres centímetros, cuya función es primordial para la población masculina. Con el paso del tiempo y, especialmente, a los 30 años, su tamaño crece paulatinamente, situación que se acentúa alrededor de los 50.
Al presentarse un deterioro, ocurren infecciones urinarias, inflamación, problemas de micción, goteo después de orinar, sangrado o necesidad de orinar con mayor frecuencia y, en un caso más extremo: cáncer de próstata, una enfermedad que comienza silenciosamente, sin sintomatología, pero que hoy es la segunda causa de muerte en hombres a nivel mundial.
Según datos de The Global Cancer Observatory (Globocan), aproximadamente uno de cada nueve hombres será diagnosticado con cáncer de próstata en el trascurso de su vida. En 2018, el número de personas enfermas era de 300.000 y esto solo crecerá a medida que la población envejezca. En Ecuador, es el de mayor incidencia con 38,8 casos por cien mil habitantes.
El urólogo Enrique Elías Echaurren de Clínica Vespucio en Chile, explica que en la actualidad la consulta urológica se retrasa en hombres sobre los cincuenta años, lo que dificulta realizar diagnósticos oportunos y dar tratamiento.
Entre los factores que explicarían esta tendencia, está el miedo a una eventual cirugía, a lo que se suma la falta de sintomatología clara y el componente cultural. “El paciente no va a chequeo, porque cree estar sano, pero el cáncer puede debutar sin síntomas, independiente del tamaño de la próstata. Tenga o no dolor, puede haber un cáncer prostático en pacientes absolutamente asintomáticos”.
Es en este contexto donde cobra relevancia realizar una vez al año el control urológico. Aún con vigencia, tanto el examen físico de tacto y la toma de antígeno prostático, serían los únicos métodos efectivos para evaluar el estado de la próstata y descartar la existencia de cáncer. “Éste tiene la particularidad de avanzar bastante lento. El pronóstico puede ser favorable si se le da tratamiento. Todos los años están surgiendo drogas muy buenas y que tienen resultados y una sobrevida alta”.
Sin embargo, los pacientes no tienen claridad de cuándo deben realizarlo. Las recomendaciones internacionales y las guías clínicas sugieren que debe hacerse desde los 40 años si hay antecedentes familiares directos de cáncer y desde los 55 si no los hay. “No a los 60, 70 u 80, como aparecen algunos casos. Y esa es una de las complejidades, el paciente no va a chequeo, porque cree estar sano, pero el cáncer puede debutar sin síntomas. El paciente que consulta al urólogo viene porque ya está enfermo, no viene a chequeo. En ese sentido no se ha generado un cambio cultural aún”.
- ¿Qué se necesita para promover ese cambio?
Con campañas de información e incentivo al chequeo. Los centros urológicos las hacen campañas, pero no son tan masivas como las del cáncer de mama y eso se debe al tipo de paciente: los hombres no son tan buenos para ir al doctor. Tanto los centros urológicos y los médicos generales debiesen promover el examen prostático, que tienden a controlar la presión, la obesidad, diabetes entre otros y no siempre se preocupan de la próstata. Es importante incluir su control en los exámenes de medicina general. Es la primera causa de muerte masculina en el mundo y mientras más envejezca la población, más aumentarán los casos.
- El tratamiento de estos pacientes es mejor hoy…
Contamos con medicamentos que se pueden prescribir, sin necesidad de que lleguen a cirugía en instancia inicial. La mayoría responde muy bien a los tratamientos. Si bien la cirugía sigue siendo el gold standard en etapa inicial del cáncer localizado, en algunos pacientes se puede optar por radioterapia o braquiterapia, que son alternativas que inicialmente pueden tener muy buenos resultados oncológicos, similares a la cirugía radical, sobre todo en pacientes que no se pueden operar, con múltiples comorbilidades como hipertensión o insuficiencia cardíaca. Últimamente, están tomando fuerzas procedimientos mínimamente invasivos como el HIFU, ultrasonido focalizado de alta intensidad, para tumores localizados. En etapas precoces funciona bastante bien.
- ¿Qué otras alternativas están tomando fuerza?
La vigilancia activa se está haciendo cada vez más masiva. Los pacientes con cáncer de próstata inicial se pueden vigilar sin necesidad de tratamiento. Pero no a cualquiera se le puede recomendar, hay un criterio de selección muy preciso, deben tener antígeno y puntaje de Gleason bajo. En hombres con estos criterios, se hace vigilancia que como su nombre lo dice, debe ser activa: chequeo cada tres meses, con exámenes y biopsia una vez al año. Quienes más la utilizan son los europeos y norteamericanos, porque el perfil de los pacientes es distinto. Debe ser un paciente responsable y que cumpla con el autocuidado.
- Y la cirugía, ¿cómo ha evolucionado gracias a la robótica?
Todo lo que es cirugía ha cambiado gracias a este avance que está en boga para la prostatectomía radical. Los movimientos que logra son mejores, finos y con resultados muy buenos. El 90% de los pacientes se sigue operando de manera abierta aún por los costos que tiene hacerlo con robot, aunque se está masificando, los valores están bajando y aumentando el acceso. Mejora las complicaciones a largo plazo, la incontinencia urinaria, la disfunción eréctil por la calidad de imagen que da el robot y la preservación de bandeletas es mayor. En tecnologías nuevas, está la laparoscopia 3D, que viene a mejorar las cirugías por su precisión.
- ¿Qué se vislumbra para el futuro en esta materia?
La idea a futuro es hacer una telemedicina. Hacia allá apunta todo: que el urólogo pueda operar a distancia para beneficiar a más pacientes en todo el mundo.
Por Macarena Castro
