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31 Enero 2022

Dr. Cristian Mardones Saavedra:

“Estudiamos el comportamiento del autoinjerto en pterigión”

Con alumnos de medicina se trabaja en el seguimiento de pacientes que se someten a cirugía para extirpar lesión. 

El pterigión es un crecimiento de tejido fibrovascular, inflamatorio y proliferativo que se extiende por el limbus e invade la córnea. Según el “Informe mundial sobre la visión” de 2020 de la OMS, en un examen de 20 estudios poblacionales realizados se observó que su prevalencia es de 10,2% con tasas que varían entre 2,8% y 33% en zonas rurales de Australia y China, respectivamente.

El doctor Cristian Mardones Saavedra, especialista formando en el Hospital San Borja Arriarán en Santiago por la Universidad de Chile, trabaja como encargado de la Unidad de Atención Primaria Oftalmológica Municipal de Copiapó, una ciudad que tiene una alta incidencia de esta patología. 

Sus causas “son variables” aunque se “manifiesta en pacientes que desarrollan actividades, generalmente laborales, al aire libre por la excesiva exposición a la luz solar, polvo y viento. La fisiopatología no está del todo definida. Sin embargo, en múltiples trabajos se habla de una predisposición genética, aún no clara”, explica el director del Instituto Oftalmológico Atacama.

Esta lesión “crece en la zona nasal o lateral del ojo, siempre en la que está más expuesta a la luz. De ahí la importancia de protegerlos con gafas solares que cubran totalmente los laterales”. 

Por la alta casuística y la cantidad de cirugías que practica, junto a un grupo de alumnos de la Universidad de Atacama (UDA) está estudiando el comportamiento del autoinjerto en el postoperatorio. “Hemos observado que este sufre un fenómeno de activación con edema e inflamación a partir del día tres y hasta el 10 del postoperatorio, el cual tendría analogía con lo ocurrido en injertos de piel y mucosas”.

Para conversar sobre la patología y la investigación en curso, el doctor Mardones conversó con SAVALnet. 

- ¿Cuáles son los principales factores que promueven la manifestación del pterigión?

Se observa que el riesgo relativo para desarrollarlo en una persona que vive en los trópicos (a menos de 30° de latitud) es 44 veces mayor, 11 para quienes trabajan en un lugar arenoso, nueve en quienes no utilizan lentes con filtro ultravioleta (UV), y dos veces mayor en los individuos que nunca han usado un sombrero para protegerse del sol. Se ha demostrado una mayor prevalencia en hombres, aunque la diferencia entre géneros se elimina cuando se considera a quienes no desarrollan actividades con exposición a radiación UV. En el norte del continente, el pterigión se confina casi exclusivamente a pescadores y campesinos. Menores de 15 años rara vez presentan uno. Aumenta con la edad y la incidencia es más alta entre 20 y 49 años. En múltiples trabajos se describe una predisposición genética, aún no bien definida. La radiación UV se ha reconocido como un factor que produce la mutación del gen supresor de tumor p53. En pterigión, pingüecula y tumores de limbo hay reportes de una expresión anormal de ese gen. 

- ¿Cómo la superposición de este crecimiento anormal afecta la salud visual?

Los síntomas más comunes son irritación y enrojecimiento ocular, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño, comezón y dificultad de la visión por astigmatismo corneal de tipo irregular.

- ¿Por qué crece progresivamente en dirección a la córnea?

La luz periférica que se enfoca en el limbo nasal es de mayor intensidad que la que recibe del temporal. La vía óptica de esta radiación es transcameral y la intensidad del foco depende de la curvatura de la córnea y la profundidad de la cámara anterior. Como consecuencia de la irradiación focal de las células básales epiteliales por la parte interna, se afecta a las células madre que no cuentan con la protección de las epiteliales superficiales, alterando su función como barrera en el limbo. También tendría alguna importancia el reflejo de la radiación sobre la pared nasal. 

- Se puede evitar su progresión…

Factores como la protección de la radiación solar -usando gafas con filtro UV o sombreros- y la humectación de la superficie ocular con lágrimas artificiales ayudan a prevenirla. 

- ¿Cuál es la prevalencia?

Varía en función de la población analizada, se relaciona con la raza, latitud y exposición solar. El pterigión presenta una extensión mundial, pero es más común en climas cálidos y secos. Predomina en países comprendidos entre los 40º de latitud norte y sur. Su frecuencia aumenta en el ámbito rural en comparación al urbano.

- ¿Qué tratamientos se disponen para su abordaje?

Estos van a depender del tamaño, síntomas y crecimiento del pterigión. Independientemente de la severidad, deben ser controlados para evitar cicatrices, las que podrían conducir a una pérdida de la visión. Si es pequeño, podemos prescribir el uso de lubricantes o gotas oftálmicas con un esteroide suave para reducir hinchazón y enrojecimiento. La intervención quirúrgica está indicada en caso de disminución de la agudeza visual y molestias oculares que no respondan a tratamiento. En caso de cirugía existen varias técnicas disponibles y la elección dependerá de las necesidades específicas del paciente.

- ¿Cuál es la que usted más practica?

En lo personal, la técnica que más uso para la extirpación de pterigión es el autoinjerto conjuntival. Esta cirugía consiste en retirar la carnosidad y sustituirla por un injerto de la propia conjuntiva del paciente. Se trata de una intervención ambulatoria, relativamente sencilla. Se realiza con anestesia local tópica y subconjuntival y, normalmente, de recuperación rápida. La ventaja es que tiene una menor tasa de recurrencia: 10,3% en comparación a 55,9% cuando solo se extirpa. En la literatura se reporta entre 0,3% a 90% y se manifiesta antes de los seis meses. Entre los factores predisponentes se describen la radiación UV, calor, viento, vapores y humo. En esos casos, se prolongan los cuidados postoperatorios. También se considera el uso de Mitomicina C al 0,02%, un antibiótico antineoplásico, aislado del hongo Streptomices Caespitosus. Este medicamento elimina la migración de fibroblastos y la actividad de macrófagos inhibiendo la síntesis de ADN, ARN y proteínas. De esta manera reduce la producción de colágeno por los fibroblastos e impide la replicación celular.

- Junto a alumnos de medicina está realizando un estudio sobre recuperación postoperatoria luego de injerto conjuntival. ¿Qué nos podría adelantar? 

Estamos desarrollando un seguimiento sobre el comportamiento del autoinjerto en el postoperatorio. Hemos observado que este sufre un fenómeno de activación con edema e inflamación a partir del día tres y hasta el 10 del postoperatorio, el cual tendría analogía con lo ocurrido en injertos de piel y mucosas. 

- A qué se debe ese fenómeno…

En esta etapa, que dura entre 48 y 72 horas, el injerto absorbe los nutrientes del líquido exudado por el lecho receptor. El injerto, al ponerse en contacto con este, se impregna mediante capilaridad un líquido parecido al plasma con poca celularidad, pero rico en proteínas que se encuentra en los espacios endoteliales. En esta fase la fibrina, producida en el lecho receptor, sirve para fijar de alguna manera el injerto, disminuir su movilidad y facilitar las adherencias entre las dos superficies. Hay ausencia de oxígeno debido a la escasez de eritrocitos que se logran filtrar, llevándose a cabo durante estos dos o tres días un metabolismo anaerobio que, al provocar ambiente acidótico, estimula la fabricación de nuevos vasos y capilares.

- ¿Cómo finaliza este proceso?

Mientras la nutrición del injerto es llevada a cabo por la imbibición plasmática, la fibrina crea entre las dos superficies una malla con espacios, entre los cuales es posible la anastomosis de los vasos capilares donantes y receptores. Esta unión capilar aumenta el metabolismo aerobio y disminuye el anaerobio, limitando la producción de fibrina y la proliferación de tejido de granulación. Existe la hipótesis, pendiente de comprobar, que este proceso de anastomosis vascular está mediado por factores biológicos y no sucede por simple azar. Este fenómeno dura aproximadamente una semana. Solo al final de ese periodo podríamos empezar a hablar de estabilidad del injerto. En los últimos días de la segunda fase, comienza la revascularización secundaria. La invasión endotelial y la formación de neocapilares, desde la dermis del lecho receptor hacia la del injerto, integra definitivamente estas dos superficies y permite restablecer la circulación sanguínea y linfática. Esta etapa termina cuando finaliza el proceso de cicatrización.

Por Carolina Faraldo Portus

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