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07 Noviembre 2022

Dr. Bolívar Sáenz Tello:

“La altitud y su efecto sobre la salud cardiovascular es un tema que debemos explotar”

Así como los cambios de altura influyen en determinados procesos patológicos, vivir de manera crónica a más de 2.500 metros puede provocar otro interesante fenómeno: la adaptación.

Más de 140 millones de personas en el mundo habitan a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Vivir allí no solo representa una mayor exposición a ambientes con menos oxígeno, intensa radiación solar, bajas temperaturas, escasa humedad y suelos poco fértiles, sino que también expone a los individuos a cambios y adaptaciones estructurales como hipertrofia del músculo cardíaco o estimulación de la eritropoyesis, proceso conocido como aclimatación.

Este tema es uno de los que apasiona al doctor Bolívar Sáenz Tello, médico de la primera promoción de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) de Quito, especializado en cardiología e insuficiencia cardíaca (IC) en la Universidade Federal Fluminense (UFF) de Río de Janeiro en Brasil. 

“La IC es una enfermedad multifactorial, de etiología diversa, con manifestaciones clínicas distintas de acuerdo con su clasificación. Un problema de salud pública que lleva a la investigación y aplicación de bastante ciencia, algo que me gusta muchísimo”, precisa.

Como presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cardiología (SEC) se ha propuesto dos grandes tareas: “fomentar líneas de investigación científica en conjunto con las Facultades de Medicina y desarrollar registros nacionales de enfermedades cardiovasculares y altura. Datos reales en IC, hipertensión, infarto agudo al miocardio (IAM), fibrilación auricular e hipertensión pulmonar (HTP), que esperamos presentar en nuestro congreso de 2023”. 

- Las ECV representan una de las primeras causas de muerte en el mundo. ¿Cómo se está enfrentando esta problemática a nivel Latinoamericano?

Hemos mantenido conversaciones con varios presidentes de Sociedades de Cardiología y somos conscientes de que en todos los países de la región nos topamos con la misma realidad. El año pasado murieron 17 millones de personas por IAM, el doble de quienes lo hicieron por COVID. 

En Ecuador este fenómeno no fue la excepción. Los IAM y la enfermedad coronaria han sido la primera causa de fallecimiento, por dos años consecutivos. Inclusive, en 2020, cuando la COVID-19 estuvo presente con tanta fuerza, los decesos por estas patologías estuvieron por encima de los provocados por el SARS-CoV-2. 

Además, entre 2019 y 2020, se duplicaron los casos en mujeres, tanto así que las muertes por IAM en ellas superaron a los varones el año pasado, algo que no está estipulado en lo que hemos aprendido. Es por eso que implementamos la “Iniciativa mujer”, que busca empoderarlas para que se cuiden de manera preventiva para revertir esta preocupante realidad. 

Las ECV son la principal causa de hospitalización y la de mayor costo en el Ecuador. En ese sentido, se hace necesario implementar campañas para evitar una proliferación de pacientes con IC.

- ¿Cuáles son las particularidades fisiopatológicas de la altitud en el riesgo cardiovascular?

Al oxígeno (O2) se le contextualiza con salud y vida. Producto de la falta de conocimiento se tienda a pensar que la altitud podría ser un factor de riesgo de empeoramiento para los pacientes que sufren ECV. Sin embargo, esto no es así en poblaciones que viven de manera crónica sobre los 2.500 metros, ya que se han adaptado a hacerlo en condiciones de menor disponibilidad de este elemento. 

- Esto producto de la hipoxia hipobárica…

El aire que respiramos tiene en su composición un 21% de oxígeno, la cual es constante. Sin embargo, este porcentaje está disminuido a partir de los 2.500 metros. Cerca de los 2.100 metros, la saturación de la hemoglobina empieza a disminuir drásticamente. Es ahí cuando el cuerpo humano comienza a trabajar para compensar, en forma parcial, la falta de O2.

- ¿Qué efecto tiene este fenómeno? 

En la exposición progresiva a la hipoxia hipobárica (HH), el ser humano puede aclimatarse, es decir, es capaz de realizar una serie de ajustes para mejorar el suministro y la utilización del O2 a nivel respiratorio, cardíaco, endocrino, hematológico, muscular y microcirculatorio. Por tanto, pacientes con HTP e IC se han podido adaptar de manera crónica a la altura. 

- ¿Se ha documentado esta realidad?

Los estudios al respecto son realmente escasos. Hace cinco años, realizamos uno para comparar la capacidad funcional de pacientes con insuficiencia cardíaca crónica estable sobre y por debajo de los 2.800 metros (Quito y Guayaquil) con el fin de aportar evidencia que sustente la creación de guías de tratamiento y manejo aplicadas a nuestro medio. Aplicamos la prueba de los seis minutos de caminata. Los pacientes residentes en la altura tuvieron una mejor performance: recorrieron una mayor distancia que los residentes a nivel del mar. Esto nos lleva a pensar que, probablemente, la adaptación sea algo muy importante que deberíamos comenzar a estudiar en la población que vive a grandes altitudes.

- ¿Podríamos hablar de peligro ante exposiciones agudas?

La primera enfermedad que nosotros comenzamos a pensar es el mal de montaña crónico (MMC), que se caracteriza por la presencia de cefalea, mareo, disnea, insomnio, tinnitus, fatiga física y mental, alteraciones de la memoria, pérdida de apetito, dolores musculares y articulares. Es lo que conocemos como soroche. 

La exposición a la altitud causa cambios en la sangre y aumento de glóbulos rojos, lo que hace que sea más gruesa y no fluya tan suavemente por lo que puede tender a coagularse más fácilmente y formar trombos, particularmente si se tropieza con una obstrucción parcial. La condición más grave es el edema pulmonar agudo. Es difícil precisar con exactitud la incidencia de esta patología, ya que la población en riesgo es desconocida. 

Lo mejor es que personas que viven a nivel del mar y quieren viajar a zonas sobre los 2.500 metros, lo hagan de manera gradual. Una aclimatación correcta, además de minimizar el estrés del corazón, permitirá que también el resto del organismo pueda adaptarse de a poco.

- Por último, ¿influye la altura sobre el manejo farmacológico?

Se podría pensar que por la HH debemos incrementar o disminuir dosis. Esta duda es la que, frecuentemente, tienen los hipertensos. Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que las variaciones son menores. Nosotros utilizamos las recomendaciones de farmacología internacionales para la insuficiencia cardiaca que están hechas, obviamente, a nivel del mar. 

En el país tratamos de que los pacientes con IC pierdan el miedo a su condición. Es decir, que traten de llevar una vida normal. Recomendamos hacer actividad física como cualquier persona, alimentarse bien y restringir el alcohol. La única excepción la tenemos a la hora de los ascensos agudos en pacientes compensados, en aquellos que no lo están no se aconseja. 

Este es un tema que debemos explotar. La región sudamericana tiene las poblaciones más grandes que viven por sobre el nivel del mar y, por tanto, enfermos que tenemos que atender en ese contexto. Lo ideal sería contar con nuestras propias guías para no depender de aquellas que se han elaborado en una realidad completamente diferente a la nuestra. 

Por Carolina Faraldo Portus

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