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Para intentar dar respuesta a las necesidades asistenciales de supervivientes al cáncer, a menudo con enfermedad cardiovascular (ECV) o factores de riesgo preexistentes o nuevos, surge la necesidad de una nueva especialidad: la cardio-oncología.

Este nuevo campo tiene como objetivo controlar de manera óptima los efectos cardiovasculares (CV) adversos del tratamiento del cáncer, así como facilitar la asistencia general de los pacientes con cáncer desde la evaluación inicial hasta la supervivencia.

Bien lo sabe la cardióloga Andrea Galarza Arévalo, formada en el Instituto Dante Pazzanese de Cardiología de Sao Paulo, quien luego de finalizar su postgrado realizó un fellow en cardio-oncología en el Instituto de Cáncer del Estado de Sao Paulo/Instituto del Corazón de la Universidad de Sao Paulo en Brasil.

Lo que le atrajo de esta nueva subespecialidad fue que ofrece “la oportunidad de abordar una intersección única y desafiante entre oncología y cardiología. Este es un campo emergente que se enfoca en ayudar a prevenir, diagnosticar y tratar las complicaciones CV que pueden surgir durante el tratamiento del cáncer, donde el trabajo colaborativo con oncólogos y otros especialistas es esencial para optimizar los resultados y la calidad de vida, lo que brinda una gratificación adicional a mi trabajo”.

Actualmente, trabaja en el Hospital San Francisco de Quito. Forma parte de del grupo Impulso y OncoHope Mujer, donde integra los equipos multidisciplinario que priorizan el manejo integral de pacientes con patología cardíaca y cáncer.

- La cardio-oncología es una subespecialidad relativamente nueva. ¿Cuál es el papel del cardio-oncólogo en el manejo de estos pacientes?

Es crucial y multifacético. Trabajamos en estrecha colaboración con el equipo oncológico para diseñar estrategias terapéuticas que minimicen el impacto negativo del tratamiento del cáncer en el sistema cardiovascular. Esto implica seleccionar cuidadosamente opciones de terapéuticas oncológicas que sean seguras y adecuadas para cada paciente, teniendo en cuenta su estado cardiovascular y perfil de riesgo.

Otra parte esencial es educar a los pacientes y sus familias sobre la importancia de la salud CV durante el tratamiento del cáncer y los posibles efectos secundarios cardiovasculares que podrían surgir. La información y el empoderamiento de los pacientes son fundamentales para una atención integral y toma de decisiones informada.

- ¿Qué tipo de valoración se debe considerar antes de iniciar el tratamiento oncológico?

Es fundamental realizar una evaluación cardiovascular completa para identificar posibles riesgos y garantizar la seguridad del paciente. Los métodos que se deben considerar incluyen la realización de un electrocardiograma (ECG) de reposo, para detectar posibles arritmias o alteraciones eléctricas cardíacas. Una ecocardiografía para evaluar la función y la estructura del corazón, especialmente la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI), que es un indicador clave de la función cardíaca. Y debemos medir los biomarcadores cardíacos, como la troponina, para detectar posibles daños al corazón. 

Si se identifican factores de riesgo cardiovasculares (FRCV) preexistentes o anomalías en los resultados, se puede considerar una consulta con un especialista en cardio-oncología para optimizar el manejo cardíaco antes de comenzar el tratamiento oncológico. Esta evaluación exhaustiva asegura que el paciente esté en las mejores condiciones cardiovasculares posibles para enfrentar el tratamiento y minimiza el riesgo de efectos adversos cardiovasculares durante el proceso oncológico.

- ¿Cuáles son las principales áreas de colaboración entre cardiólogos y oncólogos?

El trabajo en equipo entre estas especialidades es clave para enfrentar los desafíos que conlleva la intersección entre cáncer y enfermedad cardiovascular. Y en esa línea, la comunicación estrecha y trabajo en equipo multidisciplinario es primordial, porque la evaluación y monitoreo regular de la función cardíaca durante el tratamiento oncológico requiere una coordinación efectiva entre ambos especialistas. Además, la identificación y manejo de FRCV y la selección de tratamientos oncológicos que minimicen el impacto en el corazón requiere la experiencia y el conocimiento de ambas especialidades. 

- ¿Existen estrategias para prevenir o mitigar los efectos cardiovasculares adversos de la terapia oncológica?

Realizar una evaluación exhaustiva del estado cardiovascular antes de iniciar el tratamiento es fundamental para identificar factores de riesgo preexistentes. En ciertos casos, se puede considerar el uso de medicamentos cardioprotectores. La elección de tratamientos oncológicos con menor impacto cardiovascular, siempre que sea posible, es otra estrategia clave. El monitoreo regular de la función y marcadores cardíacos durante el tratamiento es esencial para detectar cualquier efecto adverso de manera temprana. 

- ¿Qué avances o investigaciones recientes pueden influir en la práctica clínica?

Existen varios. Entre ellos están el desarrollo de terapias cardioprotectores, que reducen el daño al corazón causado por tratamientos oncológicos; la evolución de la medicina de precisión, que permite tratamientos más específicos y efectivos para cada paciente; y el mejoramiento de las técnicas de imagen cardíaca, que facilitan la detección temprana de cambios cardiovasculares durante el tratamiento. 

Además, las terapias dirigidas e inmunológicas han demostrado ser menos tóxicas para el corazón, beneficiando a los pacientes con ECV preexistentes. Asimismo, los programas de rehabilitación cardíaca y oncológica conjunta y las estrategias de prevención y manejo de efectos cardiovasculares adversos son áreas de investigación prometedoras para mejorar la calidad de vida y los resultados de los pacientes con cáncer y problemas cardiovasculares. Estos avances nos permiten una atención más precisa, personalizada y segura, brindando mejores perspectivas.

- ¿A qué señales de cardiotoxicidad deben estar atentos los médicos?

A varias. Entre ellas a los cambios en la función cardíaca; arritmias; al aumento de los niveles de biomarcadores cardíacos; a síntomas cardiovasculares, como dolor en el pecho, dificultad para respirar, fatiga inusual o hinchazón en las extremidades; a la hipertensión arterial; a cambios en el electrocardiograma; y a una potencial disfunción valvular.

Es importante recordar que algunas señales de cardiotoxicidad pueden ser asintomáticas o subclínicas en etapas tempranas. Por lo tanto, el monitoreo regular y la detección precoz de posibles complicaciones cardiovasculares son fundamentales para tomar medidas preventivas o ajustar el tratamiento de manera oportuna.

- ¿Qué recomendaciones daría los médicos para ayudar a los pacientes a mantener una buena salud cardiovascular durante y después del tratamiento oncológico?

Se aconseja seguir un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada, actividad física regular y evitar el tabaco y alcohol. Además, el monitoreo regular de la función cardíaca y los factores de riesgo es esencial, así como la participación en programas de rehabilitación cardíaca y oncológica para una recuperación integral. Tenemos que educar a los pacientes sobre los posibles efectos cardiovasculares del tratamiento y los signos de alarma que deben tener en cuenta. 

Finalmente, es necesario promover la colaboración con el equipo oncológico en una atención multidisciplinaria y un seguimiento a largo plazo para mejorar los resultados y la calidad de vida del paciente en su proceso de tratamiento y recuperación.

- ¿Cómo vislumbra el futuro de la especialidad? 

Lo veo prometedor y emocionante. A medida que la conciencia sobre la importancia de la cardiología oncológica continúa creciendo, se espera un mayor enfoque en la prevención y detección temprana de los efectos cardiovasculares adversos durante el tratamiento del cáncer. 

Los avances en medicina de precisión y terapia dirigida permitirán tratamientos oncológicos más efectivos y menos tóxicos para el corazón. El uso de tecnología avanzada de imagen cardíaca y biomarcadores ayudará a una evaluación más precisa de la función cardíaca y el riesgo cardiovascular. 

El futuro de la cardiología oncológica se perfila como una disciplina en constante crecimiento, con enfoques innovadores y una mayor atención centrada en el bienestar cardiovascular de los pacientes con cáncer.

- ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los médicos que trabajan con estos pacientes?

Lo importante es brindar una atención integral y colaborativa. Al trabajar juntos podemos mejorar significativamente la calidad de vida y los resultados. Educarlos sobre los riesgos y medidas preventivas, así como brindar apoyo emocional durante todo el proceso son aspectos cruciales en el abordaje. Al mantenernos actualizados con la investigación y promover la colaboración multidisciplinaria es posible asegurar un enfoque holístico que optimice los resultados y mejore su calidad de vida. 

Por Carolina Faraldo Portus