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Muchas de las actuales estrategias para prevenir y revertir el incremento de obesidad entre la población están centradas en que cada persona cambie individualmente sus hábitos alimentarios e incremente su actividad física. Aunque este enfoque es necesario, existe un factor que muchos estudios suelen dejar de lado: el ambiente en el que los hábitos se desarrollan y en el cual pretenden modificarse.

Para la doctora Vania Silva Ávila, los ambientes obesogénicos juegan un papel fundamental para entender cómo se generalizan ciertas conductas que no favorecen el cuidado de la dieta en beneficio de la salud. “Por lo que es muy importante orientar a los pacientes a reconocer los estímulos externos que están incentivando a una persona a comer más y a elegir alimentos de mala calidad”. 

Para analizar el crecimiento de esa problemática, la profesional formada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Magíster en Nutrición en la Pontificia Universidad Católica de Chile y Diplomada en Alimentos Funcionales en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile conversó con SAVALnet.

- Doctora, ¿cuál es la razón de la mayor tasa de personas obesas o con sobrepeso en el mundo? 

Principalmente, porque en las últimas décadas el estilo de vida ha cambiado en la población. Las porciones alimentarias han aumentado, la comida chatarra es barata y fácil de conseguir en todos lados. Las jornadas de trabajo son extensas, no queda tiempo para cocinar, compartir en familia, tener hobbies y realizar actividad física. Tenemos un pobre manejo emocional del estrés, además de trastornos depresivos y ansiosos que se compensan con comida y bebida. 

- La obesidad es un tema complejo, donde la ingesta y pérdida de calorías forman la base de la ecuación, ¿hasta qué punto influye la genética en esta problemática? 

La obesidad tiene un origen multifactorial. Si bien hay causas genéticas que son severas y poco comunes, existen muchos genes que pudieran estar involucrados en la obesidad que vemos. Sin duda, que el resultado es una interacción entre los genes con el ambiente obesogénico, es decir, aquel que favorece el desarrollo de obesidad o que estimula hábitos y comportamientos que conducen al exceso de peso.

- ¿Qué nuevos descubrimientos se han realizado al respecto? 

Un tema interesante, por ejemplo, es el que se ha observado sobre la microbiota intestinal del paciente obeso, que es diferente a la del paciente normopeso. Al parecer, la utilización de los nutrientes y la mayor o menor asimilación de calorías dependen, en un porcentaje, de nuestras bacterias intestinales. 

- ¿Cómo aborda este tema con sus pacientes? 

Lo primero es explicarle que no existe un único tratamiento infalible y definitivo y que una solución mágica, rápida, duradera y sin esfuerzo es imposible, porque la conducta alimentaria es un fenómeno complejo a nivel individual, familiar y social. Es importante educar al paciente en alimentación saludable y actividad física enseñarle a cambiar hábitos, identificar gatillantes de ansiedad y manejo de la presión social en relación a la comida, orientarlo a elegir los alimentos en el supermercado, instruirlo a leer etiquetas nutricionales, darle recetas y datos prácticos y, un aspecto trascendental, involucrar a la familia en el proceso.

- ¿Considera necesario personalizar el tratamiento farmacológico o la dieta, en función de las características propias del paciente? 

La respuesta es definitivamente que sí. Todos los pacientes son seres diferentes, en edad, historia personal y familiar, antecedentes médicos, estados de ánimo, gustos y creencias. Uno tiene que adaptar el tratamiento al paciente y no viceversa.

- El paciente obeso es complejo, ¿cuál es el papel que desempeña la psicología en su tratamiento?

La psicología es una piedra angular en el proceso de cambio. El paciente con obesidad es una persona cansada de fracasar y de sufrir. Nuestro trabajo está en devolverle la confianza para que adopte una conducta activa que ayude a manejar en conjunto los miedos y ansiedades. Por otro lado, un porcentaje de ellos sufre de depresión u otros trastornos que deben ser tratados, porque pueden ser, en parte, el origen del sobrepeso.

- ¿Qué tan importante es potenciar y estimular la adherencia al tratamiento en sus pacientes?

Este es un punto complejo, sobre todo porque al paciente le cuesta entender que la velocidad de baja de peso es mucho más lenta que la subida. Los controles tienen que ser periódicos y se deben reconocer todos los esfuerzos del paciente, porque hasta para bajar medio kilo hay un gran esfuerzo detrás. Es importante consensuar y aterrizar las expectativas en base al conocimiento de cómo funciona nuestro cuerpo, cosa que también les explico durante el tratamiento. En cada sesión se refuerzan los aspectos positivos logrados, el paciente aprende a reconocer las señales del cuerpo, que agradece el cambio de las conductas alimentarias y la actividad física. 

- ¿Cuándo se ha intentado todo, recomienda la cirugía bariátrica?

Sí. Siempre que cumpla con el índice de masa corporal (IMC) de consenso a nivel nacional e internacional

- Por último doctora, los niños con sobrepeso tienen más posibilidades de convertirse en adultos obesos y sufrir enfermedades asociadas. ¿Cuáles son los principales factores de riesgo a modificar para evitar la obesidad infantil? 

Lo más importante es trabajar con los padres en sus propios hábitos, que son los que transmiten a sus niños. Un padre, madre o quien esté a cargo del niño si come sano y realiza alguna actividad física tiene menos probabilidades de que su hijo tenga obesidad. 

Por Carolina Faraldo Portus