SAVALnet EC

La rinoplastia, una de las intervenciones más antiguas registradas en la historia médica, ha evolucionado notablemente desde sus primeros días hasta convertirse en una práctica sofisticada y altamente especializada en la cirugía facial contemporánea. 

Desde los primeros relatos de la antigua India, donde se mencionan procedimientos rudimentarios para restaurar lesiones nasales, hasta su refinamiento en la Edad Media y Renacimiento europeo, donde se avanzó en la comprensión de la anatomía nasal, esta operación ha sido testimonio del progreso a lo largo del tiempo.

Nos encontramos en una era donde no sólo busca solucionar problemas funcionales, como la dificultad para respirar, también satisfacer demandas estéticas y culturales cada vez más complejas.

Así lo reconoce el doctor José Letort Mena, especialista en otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello de la Universidad de Bordeaux (Francia) y cirujano plástico facial y reconstructivo de la Universidad CES (Colombia), quien en su Centro ORL de Quito se dedica a la realización de septoplastias y rinoplastias integrales, que involucran la resolución de complicaciones funcionales, reconstructivas y estéticas. 

- Este es uno de los procedimientos más comunes dentro de la cirugía reconstructiva y estética. ¿A qué se debe este fenómeno?

Tiene una larga historia. Una de las funciones más importantes de la cara es la de presentarnos y reconocernos. Y la nariz, por estar en el centro, imprime un atributo muy específico al resto de las facciones: es una particularidad, un rasgo diferenciador que llama la atención. 

En nuestro país, la nariz tiene características típicas que no se amoldan a lo que se considera "ideal". Entonces, las personas buscan mejorar su aspecto para, entre otras cosas, ser mejor reconocidos y aumentar la autoestima. Y se recurre a ella con más tranquilidad, porque en los últimos años se ha ido sistematizando con resultados más predictivos y duraderos.

- ¿Cuáles son las diferencias entre ambas?

La reconstructiva se considera cuando ya no es una cirugía primaria, es decir, la nariz ha sido previamente operada o tiene algún problema parcial o total por malformaciones congénitas, traumatismos o tumores importantes. Para ella se pueden usar injertos de costilla o de la oreja.

La estética consiste en modificar la piel, forma de los cartílagos y huesos nasales para cambiar el aspecto en cuanto a apariencia.

- ¿Es posible separar un procedimiento del otro?

Hay pacientes que buscan lo puramente funcional, otros que -en el fondo- quieren algo estético, por lo que debemos estar abiertos a ambos. Sin embargo, a veces nos encontramos que deformidades en el tabique nasal, que previo a la cirugía eran asintomáticas y luego, si no son corregidas, se vuelven sintomáticas. Por eso, debemos ser cuidadosos, porque esta intervención tiene que ser estética y funcional.

- ¿Qué abordajes existen?

Varios, dependiendo lo que se quiere obtener. Por ejemplo, la cirugía abierta se suele utilizar en casos más complejos, en los que se realiza una pequeña incisión en la columela, lo que permite una mejor visualización durante la intervención y deja una cicatriz prácticamente imperceptible. Para ayudar a dar forma o sostén a la pirámide nasal se utilizan como injerto, diferentes tejidos del propio paciente (cartílago o hueso). 

Para la cerrada realizamos la rinoplastia por vía interna, haciendo unas pequeñas incisiones dentro de los orificios nasales. De esta forma, no queda visible ninguna cicatriz externa.

La elección va a depender del tipo de caso que debemos solucionar. Las cirugías modifican la punta nasal en su forma, rotación y proyección; el dorso nasal aumentándolo, disminuyéndolo o alineándolo, siempre teniendo en cuenta la función óptima. Independiente del abordaje, el concepto de rinoplastia tiene que ser uno: una nariz funcional y estéticamente natural.

- ¿Cuáles son las técnicas disponibles y de qué depende la elección a seguir?

Han ido evolucionando. Antes, la mayoría de los pacientes requerían una rinoplastia de reducción. Se retiraba parte de los cartílagos para volverla más fina o parte del tabique para subir la punta nasal. Eso ya quedó atrás. Ahora realizamos una estructurada que nos permite modificar la forma interna y externa de la nariz para mejorar la función respiratoria y lograr un resultado estéticamente armonioso y duradero.

También tenemos las preservadoras, aquí utilizamos una de las técnicas más modernas y avanzadas que nos facilitan un resultado natural preservando las estructuras fundamentales, es decir, conservando lo máximo posible del hueso y cartílago del paciente mejorando así la apariencia de la nariz. 

Y, por último, se está usando la rinoplastia ultrasónica, una técnica de remodelado nasal que con la ayuda mecánica de un equipo podemos realizar una intervención de alta precisión y menos invasiva

- ¿Cuáles han sido los avances más significativos en esta área en la última década?

Varios, empezando por la anestesia general. Antes traía varios problemas: el despertar era terrible y los pacientes no la querían y por eso, mucho tiempo, se utilizó la local. Actualmente, la calidad es tan buena que todos los procedimientos se hacen con ella, por lo que es un beneficio para el paciente y, por supuesto, para el cirujano. Esto ha permitido un mejor control de las técnicas. 

Otro avance está relacionado con el hecho de saber qué tipo de infiltración podemos utilizar para que la nariz no sangre en exceso durante la cirugía. La evidencia al respecto nos ha ayudado a que el postoperatorio sea más soportable.

Y el dejar de usar los famosos tapones ha sido un progreso increíble. Los pacientes no lo toleraban, se inflamaba y sangraba más la estructura. 

- A propósito de las innovaciones, ¿son la rinoplastia ultrasónica o la técnica push down lo más novedoso?

La primera es una intervención relativamente nueva destinada a corregir las deformidades nasales, tanto estéticas como funcionales. Con tecnología piezoeléctrica (vibraciones ultrasónicas) cortamos y remodelamos el hueso de forma precisa y segura sin riesgo de lesiones en tejidos próximos, disminuyendo el edema y hematomas luego de la cirugía. 

Sin embargo, la push down se realiza hace más de 60 años y tiene bastante tiempo de evolución. Fue la primera técnica que había, pero probablemente no estaba tan sistematizada. Ahora volvió con múltiples cambios, que han permitido a los cirujanos hacerla nuevamente y con buenos resultados. 

La rinoplastia es la cirugía estética menos predecible de todas, porque entra en juego el tabique, mucosa, cornetes, hueso y piel. Son muchos los factores que intervienen. Por eso una de las máximas es practicar la intervención con la que uno se siente seguro y alcance buenos resultados. Tratar de copiar y pegar la misma técnica en todas las narices no siempre funciona. 

Por Carolina Faraldo Portus