Enfermedad arterial periférica y problema cardiovascular
Esta patología es más frecuente en personas mayores de 65, pero afecta también a jóvenes con otros factores de riesgo como diabetes, obesidad, hipertensión y hábito tabáquico.
La enfermedad arterial periférica ocurre cuando existe un estrechamiento de los vasos sanguíneos fuera del corazón. La causa de esta patología es la arterioesclerosis que produce estrechamiento de las arterias, restringe la circulación y puede derivar en el desprendimiento de la placa y la formación de un coágulo sanguíneo.
Si bien es más frecuente entre mayores de 65 años, también afecta a jóvenes. El principal factor de riesgo es el hábito de fumar. Otros incluyen envejecimiento y afecciones como la diabetes, obesidad, colesterol alto, presión arterial elevada, enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.
La mayoría de quienes la padecen no son diagnosticados a tiempo y, a menudo, no reciben tratamiento eficaz. De ahí la importancia de concientizar e instruir, tanto a médicos clínicos como a pacientes, para mejorar la detección, tratamiento y -en última instancia- los resultados para reducir amputaciones relacionadas a ella.
“Los pacientes con patología polivascular y diabetes son quienes tienen más alto riesgo para enfermedad de las arterias periféricas. Hay que averiguar acerca de los síntomas, tratarlos con terapias médicas agresivas y darles un seguimiento más estrecho”, destaca la cardióloga Amy Pollak de la Clínica Mayo en Jacksonville, quien dirige el Plan de acción nacional contra la enfermedad de las arterias periféricas, dirigido por la Asociación Estadounidense del Corazón.
Para la especialista “es mucho lo que está en juego”, tanto para los pacientes como para el sistema de atención médica. “Aproximadamente, el 33% de ellos muere dentro de los primeros cinco años del diagnóstico de enfermedad arterial periférica y el 20% sufre un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular”.
De ahí la importancia de indagar en la consulta signos de problemas de circulación en las piernas que, muchas veces, los pacientes ignoran o atribuyen al envejecimiento.
