Estudio propone cambios para tratamiento del shock séptico
Médicos de la Universidad Católica de Chile intentan demostrar potencial efectividad de la perfusión periférica como objetivo de reanimación en estos casos.
El shock séptico es la manifestación máxima de una infección grave, de carácter localizado o sistémico a consecuencia de una respuesta inflamatoria severa. El tratamiento para estos casos consiste en la administración de oxígeno, líquidos por vía intravenosa, antibióticos y otros medicamentos. Dada su gravedad y al alto índice de mortalidad que, en ocasiones supera el 50%, requiere de atención inmediata y, en muchos casos, ingreso a una unidad de cuidados intensivos.
Los protocolos que guían el trabajo de los equipos de medicina intensiva en todo el mundo, sugieren un monitoreo constante de la evolución del paciente, que permitan determinar el momento adecuado en que se deben administrar fluidos o drogas vasoactivas. Hasta ahora, el proceso aceptado internacionalmente es el de lactato plasmático.
Sin embargo, un reciente estudio internacional multicéntrico realizado en el Departamento de Medicina Intensiva de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Chile propone cambios al tratamiento tradicional de este cuadro y sugiere el uso de perfusión periférica como objetivo de reanimación, método de fácil acceso y posible de realizar en cualquier momento.
La investigación titulada ANDROMEDA – Shock Trial fue liderada por los doctores Glenn Hernández, Ricardo Castro, Jan Bakker y la enfermera epidemióloga Leyla Alegría y para su realización los especialistas se asociaron con 28 centros hospitalarios diferentes de Argentina, Colombia, Uruguay y Ecuador.
Lograron reunir una muestra de más de 1000 pacientes, de los cuales 424 presentaron shock séptico precoz, los que se dividieron de manera aleatoria para ser reanimados por medio de lactato o perfusión.
Luego de 28 días, el grupo al que fue administrado el método de prueba tuvo una mortalidad de 34,9%. Entre las ventajas, los especialistas destacaron el menor uso de fluidos de reanimación y vasopresores en dosis altas; una recuperación más rápida de los órganos; y un 50% menos de mortalidad.
Estos resultados, que ya cuentan con el respaldo de varios centros científicos, fueron divulgados en la revista médica JAMA (DOI: 10.1001/jama.2019.0071), publicación que dedicó la editorial del mes a este trabajo.
