La atención primaria para la salud del niño – según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)- se ha transformado en un tema de creciente interés en los distintos países de la región, porque su objetivo es disminuir la morbilidad y mortalidad infantil.

Para cumplir con dicho propósito, los sistemas salud han creado programas integrados con acciones encaminadas a promover, prevenir, detectar y controlar factores de riesgo de niños y niñas en su contexto familiar y comunitario.

En Ecuador, el Ministerio de Salud Pública (MSP) vela por la salud de la madre y el niño desde la concepción. Una de las primeras acciones es el monitoreo del crecimiento del bebé, que permite identificar posibles complicaciones que puedan poner en riesgo la vida de ambos.

Cuando el pequeño nace, a través del programa “Misión ternura” se promueve la lactancia materna, garantizando el apego y desarrollo afectivo de los niños. Para fomentar esta acción, se impulsó la iniciativa “Empresas amigas de la lactancia”, que ha llevado a crear espacios en las áreas de trabajo para la que las madres puedan amamantar a sus bebés con tranquilidad durante este periodo.

Para el MSP, los controles periódicos con el médico son la base para que los infantes tengan un buen desarrollo, para que se detecten anormalidades a tiempo y para que se reduzcan eventuales riesgos a los que podrían estar expuestos.

La primera consulta se realiza dos a tres días después de que el bebé llega a su hogar, en el que además de controlar peso y talla, se revisa que no existan malformaciones congénitas ni problemas oculares, auditivos o cardíacos.

El control del niño sano incluye todas las actividades destinadas a la prevención, detección y tratamiento oportuno de enfermedades, además del acompañamiento y educación al niño y su familia, con el fin de lograr un adecuado desarrollo y crecimiento.

Las necesidades nutricionales también forman parte de las acciones impulsadas por el Ministerio de Salud Pública, porque una nutrición óptima contribuye a reducir en un 6% la mortalidad en los menores de cinco años y a disminuir los riesgos de desarrollar enfermedades a como la diabetes, anemia o sobrepeso a futuro.