Arte, creación y desarrollo cerebral
Varias corrientes han tratado de explicar las interacciones de estos elementos, los cuales serían el resultado evolutivo de complejos mecanismos biológicos según un reciente estudio.
En la antigua Grecia la estética estaba delimitada por dos conceptos: belleza y al arte, cuya importancia oscilaba dependiendo de la teoría filosófica de turno. Mientras que para Aristóteles representaba aquella producción humana realizada de manera consciente, fruto –por tanto- de su conocimiento; para Platón el arte era un mero juego y la belleza lo realmente importante, formando parte junto al bien y la verdad de la tríada por la que se debía regir todo.
Con el correr de los años y la evolución histórica el arte se describió como la disciplina que expresa las emociones y facilita la comunicación entre las personas, responsable del perfeccionamiento de la destreza manual, capaz de devolver el equilibrio psíquico y excelente estimulador de la creatividad.
Esa habilidad humana para crear, inventar nuevas herramientas o generar nuevos conceptos ha interesado a los científicos por años. Un reciente estudio realizado por investigadores del Dartmouth College en Hanover en New Hampshire publicado en la revista NeuroImage (NeuroImage. 2015 Jan;105: 440–451) demostró cómo el estudio del arte puede transformar el cerebro y sus habilidades.
Para los científicos involucrados en el estudio, el arte es un fenómeno complejo y exclusivamente humano, cuyo proceso creativo ha sido históricamente un misterio mal entendido, incluso por los propios artistas.
Pero la pregunta que les nació fue: de qué el manera cerebro cognitivo apoya las habilidades necesarias para crear arte, porque de acuerdo con los principios centrales de la neurociencia, la obra de un artista debe ser mediada por el cerebro, donde el hemisferio izquierdo procesa, ordena, clasifica y analiza la información lógica causal, racional y el derecho procesa las ideas en su origen, los sentimientos, las intuiciones. Es en él donde surgen las inquietudes del individuo creativo, pero si éstas no son procesadas y organizadas por el hemisferio izquierdo, quedaran sólo como ideas potenciales. Para crear e innovar es necesario poner en funcionamiento todo el cerebro.
Quien genera las ideas es la mente. Se obtienen de ella dos tipos de productos: los recuerdos o pensamientos pasivos y las ideas generadoras. Los primeros son pasivos, porque no proponen cambios en la realidad; mientras que las ideas son activas inducen a cambios, modificaciones y transformaciones. Las ideas novedosas son –entonces- resultado de combinaciones que se hacen con elementos conocidos. La mente enriquece el futuro proponiendo, pero los creativos se encargan de llevar a la práctica dichas propuestas.
Para comprobar esta teoría, el doctor Alexander Schlegel, investigador principal del estudio, junto a su equipo se enfocó estrictamente en un sólo tipo de obra: representacional, representaciones visuales bidimensionales creadas a partir de la observación.
Compararon a un grupo de 17 jóvenes estudiantes que realizaron un curso de tres meses de introducción al dibujo y pintura de entre 19 y 24 horas semanales de práctica con otro grupo de 18 jóvenes que no realizaron el curso de arte, pero sí otro de introducción a la química orgánica.
A los participantes se les realizó una resonancia magnética funcional para analizar los cambios cerebrales y se tomaron las siguientes medidas de su capacidad creativa: cognición creativa o capacidad para pensar de forma distinta, generar ideas nuevas ligando diferente información; percepción visual como la habilidad para crear representaciones realistas del mundo, que los experimentadores calcularon en función de los cambios en la actividad cerebral mientras los participantes juzgaban las propiedades de ilusiones visuales; y paso de la percepción a la acción o capacidad para convertir los pensamientos en dibujos, que sería el acto motor de mano, brazo y ojos en este caso.
Al inicio del estudio, la creatividad del estudiante se evaluó a través de una prueba que midió originalidad y creación de pensamiento. Cada mes, durante el estudio, los estudiantes se sometieron a un escaneo cerebral utilizando la tecnología fMRI para medir los cambios físicos que ocurrían en el interior de sus cerebros.
Los investigadores no encontraron ninguna mejora en las habilidades perceptivas de los estudiantes de arte o actividad cerebral relacionada, relativa al grupo de control de estudiantes que no estudió. Los estudiantes de arte, eso sí, mejoraron en la capacidad de traducir rápidamente observaciones de figuras humanas en dibujos gesticulares y que los patrones de grano fino de la actividad neuronal relacionada con los dibujos en el cerebelo y la corteza cerebral cada vez más diferenciaron a los estudiantes de arte del grupo de control a lo largo del estudio.
Los datos de los estudiantes de dibujo y pintura se asociaron a una reorganización de la parte pre frontal de sus cerebros, concretamente de su sustancia blanca, la que transmite la información. Es decir, existiría una especie de plasticidad cerebral que permitiría la adquisición de habilidades artísticas a través de cambios cerebrales en áreas que se encargan de la cognición creativa y la integración entre la percepción y el movimiento.
De lo anterior se desprende que ciencia y arte gozan de la creación. El científico parte de la realidad, construye una hipótesis, deduce y llega a conclusiones. Y, al final, las éstas deben ser contrastadas con la realidad. El artista parte de la realidad, selecciona datos, produce y comunica a un otro que relacionará esa obra con la realidad. En resumen, tanto el arte como la ciencia son arte, creación y desarrollo cerebral.
