Desafiando la senescencia
Utilizada para prevenir el rechazo en trasplantes de órganos, la rapamicina ha mostrado resultados prometedores en las investigaciones y las afecciones relacionadas con la edad.
Como un reloj de arena, el envejecimiento es un proceso biológico del que nadie puede escapar. Con el pasar del tiempo, los órganos enfrentan un deterioro funcional. Muchas veces, esta evolución está acompañada de patologías cardiovasculares, cáncer, diabetes, aterosclerosis, neurodegeneración y osteoporosis, que son solo algunos de los biomarcadores que se suelen relacionar con la senescencia [1, 2].
Identificada por primera vez en la isla de Rapa Nui, en Chile, la rapamicina destacó en sus inicios por sus propiedades antifúngicas. Al descubrirse que también inhibía el crecimiento de las células eucariotas, las investigaciones se centraron en su función inmunosupresora. Es así como su uso para prevenir el rechazo de órganos en trasplantes fue aprobado y se comenzó a utilizar como terapia adyuvante para algunos tipos de cáncer [2, 3].
En 2009, este mismo compuesto revolucionaría la forma de ver el envejecimiento cuando se reportó que aumentaba la longevidad en ratones machos (9%) y hembras (14%). Desde ese entonces, surgió una explosión en el número de estudios sobre sus efectos. Por primera vez, evidenciando que un agente farmacológico prolonga la esperanza de vida, retrasa el envejecimiento y atenúa las afecciones relacionadas a la edad en un mamífero mediante la inducción de la autofagia [2, 3, 4].
Contra el tiempo
Aunque se solía creer que una intervención en las últimas etapas de la vida no tendría un impacto en la longevidad, esta primera exploración también observó la extensión vital de roedores cercanos al año y medio. Es más, al administrarse a los cuatro, nueve o 19 meses de edad, el efecto fue similar e incluso pudo persistir después de discontinuar el tratamiento. Eficaz en una amplia dosificación, la rapamicina en altas cantidades no tiene un impacto negativo en el ciclo vital ni parece ser problemática en ratones [3].
Este fármaco y sus derivados también mejoran el sistema inmune (al ser inmunomodulador, en vez de inmunosupresor como se solía pensar), cardiovascular y tegumentario tanto en individuos sanos como en aquellos con alguna enfermedad vinculada a la edad [2, 3, 5]. Diversos estudios han mostrado que la senescencia celular se ve atenuada por este compuesto, que es capaz de reducirla o bloquearla tanto en ratones, ratas y humanos [3].
Al interferir directamente en células pre-cancerígenas y ralentizando el envejecimiento del organismo, la rapamicina y sus análogos pueden retrasar el cáncer. Si bien no lo curan y raramente causan remisión pueden dilatar la progresión incluso de tumores avanzados. Factores que constituyen una forma de prevención de esta patología [6].
¿La clave de un envejecimiento saludable?
Además de los roedores, los efectos que incrementan la longevidad se han observado en diversas especies como levaduras, nematodos y Drosophila. Sin embargo, los primates y seres humanos todavía no han sido incluidos en la lista. A pesar de que se han identificado pocas reacciones adversas en animales y las que se han informado no son significantes, la aplicación clínica de este fármaco se mantiene limitada por estas [2].
Infecciones, hiperglucemia, trastornos lipídicos, úlceras bucales, cefalea, fiebre, hipertensión, náuseas, malestar abdominal, constipación, diarrea, anemia, trombocitopenia, artralgia, toxicidad renal aguda y retraso en la cicatrización de heridas son algunos de los eventos reportados por receptores de trasplantes y pacientes oncológicos tras su uso [2, 3, 5]. Evidencia sugiere que la mayoría de estas manifestaciones se originan en la dependencia de la dosis y son reversibles una vez que el tratamiento finaliza [2].
En una encuesta en línea que recopiló la experiencia de 333 adultos con un historial de uso off label del fármaco y 172 que nunca lo habían usado, no se comunicaron efectos adversos graves. Siendo 6 mg a la semana o cada 14 días la dosificación más común y 20 mg semanales la más alta, el 95% de los participantes aseguraron que una longevidad saludable y el antienvejecimiento son las razones de consumo [5].
El concepto de "envejecimiento saludable" se refiere a una buena calidad de vida durante esta etapa vital y estar sano a través de múltiples sistemas fisiológicos al mismo tiempo. Debido al retraso de la senescencia y su impacto en enfermedades relacionadas con la edad, la rapamicina es la candidata con mayor potencial para alcanzar este objetivo [2]. A pesar de los desafíos pendientes en investigación, emerge como una opción prometedora para modificar el curso del tiempo y abre nuevas perspectivas en torno a un proceso natural.
Referencias:
[1] Blagosklonny, M. (2013). Rapamycin extends life- and health span because it slows aging. Aging.
[2] Zhang, Y. et al. (2021). The Role of Rapamycin in Healthspan Extension via the Delay of Organ Aging. Ageing Research Reviews.
[3] Selvarani, R. (2020). Effect of rapamycin on aging and age-related diseases. GeroScience.
[4] Ehninger, D. et al. (2014). Longevity, aging and rapamycin. Cellular and Molecular Life Sciences.
[5] Lee, D. et al (2024). Targeting Ageing with Rapamycin and Its Derivatives in Humans: A Systematic Review. Lancet Healthy Longev.
[6] Blagosklonny, M. (2023). Cancer prevention with rapamycin. Oncotarget.
Por Dominique Vieillescazes Morán