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14 Junio 2021

Efectos neuropsiquátricos de un virus respiratorio

Uno de cada tres recuperados de COVID-19 agudo presenta secuelas que van desde trastornos de ansiedad hasta casos de psicosis, accidentes cerebrovasculares y demencia.

El alcance y la propagación del SARS-CoV-2 evoluciona rápidamente y con diferentes particularidades, desde que fue descubierto en 2019. Las cifras de contagios y muertes siguen elevándose, varios meses después de las cuarentenas. Si bien la emergencia parece estar controlada en las primeras naciones afectadas, ya se están reportando nuevos brotes en otros países y con ellos miedo, incertidumbre, angustia y estrés.

Este es un efecto colateral y representa un desafío clínico que se suma a las complejidades derivadas directamente de esta pandemia sin precedentes, por tanto es previsible que tenga significativas consecuencias sanitarias a nivel global.

Así lo sostiene un estudio de cohorte retrospectivo de un equipo de profesionales del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford en Reino Unido que, utilizando registros de salud electrónicos, analizaron durante enero y diciembre de 2020 los datos de pacientes que habían padecido la enfermedad, en su gran mayoría personas de Estados Unidos [1].

Desde que comenzó la pandemia, en marzo de 2020, existe preocupación respecto a que los sobrevivientes puedan tener un mayor riesgo de trastornos neurológicos y psiquiátricos. Esta inquietud, basada en hallazgos de otros coronavirus, fue seguida rápidamente por series de casos y evidencia emergente de afectación del sistema nervioso central (SNC) por COVID-19 y la identificación de los mecanismos por los cuales esto ocurre [2].

Los impactos del coronavirus a nivel respiratorio son bien reconocidos, pero a medida que continúa la pandemia, existe más información respecto a la función del SARS-CoV-2 sobre otros órganos y tipos celulares durante el curso de la enfermedad, incluyendo las células mucosas del intestino, del sistema linfoide y retículo endotelial, las tubulares del riñón y del sistema nervioso, así como el corazón.

Este grupo de investigadores ya había planteado aprensiones similares con respecto a las secuelas psiquiátricas de COVID-19 con evidencia que muestra que los pacientes recuperados tienen mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo y ansiedad en los tres meses posteriores a la infección [3]. 

Por tal razón se propusieron reunir datos a gran escala, sólidos y de largo plazo para identificar y cuantificar adecuadamente las consecuencias sobre la salud del cerebro.

En el nuevo estudio, publicado en Lancet Psychiatry, utilizaron una red de registros de salud electrónicos para investigar la incidencia de diagnósticos neurológicos y psiquiátricos en supervivientes en los seis meses posteriores a la infección clínica documentada por COVID-19 y compararon las dificultades asociadas con las de otras condiciones. Exploraron si la gravedad, representada por hospitalización, ingreso a UTI y encefalopatía afecta estos peligros y evaluaron la trayectoria de los índices de riesgo durante ese periodo. 

Según el trabajo, 33,6% de los individuos presentó algún diagnóstico neurológico o psiquiátrico, 17,4% mostró trastornos de ansiedad, 1,4% trastorno psicótico, 2,1% accidente cerebrovascular, 0,7% demencia y 0,1% parkinsonismo. Para 12,8% de ellos, era el primer diagnóstico de este tipo.

“Entre los pacientes que debieron ser hospitalizados la incidencia de estas secuelas alcanzó un 38,7%, mientras que entre aquellos que requirieron ingreso a unidades de terapia intensiva la cifra se elevó a 46,4%, y en el caso de las personas que durante la fase aguda de COVID-19 presentaron encefalopatía el porcentaje progresó hasta 62,3%”, señala Maxime Taquet, investigador del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford. 

De igual forma, quienes tienen alguna enfermedad mental preexistente se constituyen en una población de riesgo: ya existen trabajos que muestran cómo enfermos con esquizofrenia recuperados del coronavirus tienen tres veces más peligro de morir que aquellos que tuvieron una buena evolución y que no presentan dicha patología [4].

Para los especialistas de la Universidad de Oxford este tercio de pacientes COVID-19 severos manifiesta algún tipo de secuela neurológica debido a una respuesta inmune extrema causada por la inflamación sistémica severa a raíz de la tormenta de citoquinas. 

“Eso hace pensar en la hipótesis del doble estímulo inflamatorio. Según la cual aquellas personas que antes de contagiarse hubieran sufrido una inflamación severa (primer golpe) tendrían condicionado un tipo celular del sistema nervioso que actúa como 'fuerza y cuerpo de seguridad' del mismo: la microglía”. 

En este escenario, un segundo golpe inflamatorio, causado por la tormenta de citoquinas asociada a la COVID-19, actuaría sobre la microglía condicionada, provocando su respuesta exacerbada y neurotóxica. De este modo se explicarían las secuelas neurológicas, incluso aunque el virus no llegue a entrar en el SNC.

El estudio comparó la cohorte primaria con cuatro poblaciones de pacientes diagnosticados en el mismo periodo con enfermedades no respiratorias, incluidas infecciones de la piel, urolitiasis, fracturas óseas y embolias pulmonares. Los resultados mostraron que más individuos con COVID-19 sufrían un trastorno neurológico o psiquiátrico que aquellos con otras afecciones respiratorias.

“En promedio, en términos relativos, hubo 44% más de riesgo de tener un diagnóstico neuropsiquiátrico después de la COVID-19 versus influenza y 16% más de riesgo, en comparación con otras infecciones del tracto respiratorio”, recalca Taquet.

Resulta relevante tener en consideración estas conclusiones, no solo para un mejor diagnóstico y manejo de casos agudos, sino que también para proyectar de qué manera se deben organizar los distintos sistemas de salud a futuro frente a esta y otras potenciales pandemias, porque esta secuela silenciosa está alzando su voz y se está haciendo presente a nivel global. 

Referencias
[1] Taquet M, Geddes JR, Husain M, Luciano S, Harrison PJ. 6-month neurological and psychiatric outcomes in 236 379 survivors of COVID-19: a retrospective cohort study using electronic health records. Lancet Psychiatry. 2021;8(5):416-427.
[2] Troyer EA, Kohn JN, Hong S. Are we facing a crashing wave of neuropsychiatric sequelae of COVID-19? Neuropsychiatric symptoms and potential immunologic mechanisms. Brain Behav Immun. 2020;87:34-39.
[3] Taquet M, Luciano S, Geddes JR, Harrison PJ. Bidirectional associations between COVID-19 and psychiatric disorder: retrospective cohort studies of 62 354 COVID-19 cases in the USA. Lancet Psychiatry. 2021;8:130–140.
[4] Nemani K, Li C, Olfson M, et al. Association of Psychiatric Disorders With Mortality Among Patients With COVID-19. JAMA Psychiatry. 2021;78(4):380–386.

Por Carolina Faraldo Portus

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