El cine como vehículo para la ciencia
La última película de los estudios Pixar y Disney, Inside Out, es una verdadera clase magistral de educación emocional, a la que –tanto sus creadores como asesores científicos- invitan a vivir intensamente.
“Las emociones son el fundamento de todo hacer” afirmó hace un tiempo Humberto Maturana Romesín, doctor en Biología de la Universidad de Harvard y Premio Nacional de Ciencias en 1994, por su destacado aporte a la biología del conocimiento.
El epistemólogo fue quien en los años 70’ revolucionó a la ciencia con su concepto de autopoiesis, esa condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos. Luego agitó a las mentes más tradicionales con su objetividad entre paréntesis. Y, años más tarde, planteó que todo argumento racional se funda en premisas no racionales aceptadas desde la emoción.
Una emoción es un estado afectivo, una reacción subjetiva al ambiente, que viene acompañada de cambios orgánicos –ya sean fisiológicos, conductuales y endocrinos- de manera natural, influidos por la experiencia. Cumplen una función adaptativa dentro del organismo frente al entorno y se suceden repentina y bruscamente en forma de crisis, más o menos violentas y más o menos pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción –generalmente- involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que son utilizados para valorar una situación concreta e influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
Durante mucho tiempo, las emociones fueron consideradas poco importantes y siempre se le dio mayor relevancia a la parte racional del ser humano. Pero, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos, dignos de ser estudiados por la ciencia.
Si bien es difícil saber a partir de la emoción cuál será la conducta futura de un individuo, puede ayudar a intuirla. Charles Darwin, por ejemplo, observó que los animales, especialmente los primates, tenían un extenso repertorio de emociones y que la manera de expresarlas tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Para él, jugaban una función adaptativa (Ann N Y Acad Sci. 2003 Dec;1000:1-6).
Precisamente, esto es lo que hace un par de décadas psicólogos y neurólogos han tratado de dilucidar. Dos de ellos, Paul Ekman, uno de los 100 psicólogos más destacados del siglo XX, pionero en el estudio de las emociones y expresiones faciales de las mismas; y Dacher Keltner, psicólogo de la Universidad de California y director del Greater Good Science Center y coeditor del Greater Good Magazine pusieron sus estudios científicos sobre esta materia al servicio del cine.
Los científicos ayudaron y asesoraron a los genios detrás de Inside Out (Intensa-Mente en Latinoamérica) Pete Docter, Ronnie del Carmen y Jonas Rivera a recrear de una manera magistral cómo funciona y de qué manera deberíamos entender lo que pasa dentro de la mente humana. Ya habían hecho algo parecido anteriormente junto a los creadores de la serie Lie to me, que muestra investigaciones de un equipo formado por diversos especialistas capaces de detectar mentiras y analizar el comportamiento de las personas mediante la interpretación de los gestos producidos por los múltiples músculos de la cara para ayudar en investigaciones de crímenes.
El psicólogo Ekman desarrolló una lista de emociones básicas a partir de investigaciones transculturales en individuos destacados de una tribu. Observó que los miembros de una cultura aislada de la Edad de Piedra eran capaces de identificar las expresiones emocionales, al observar fotografías tomadas a personas de culturas con las que ellos no habían estado familiarizados. También eran capaces de adjudicar ciertas expresiones faciales a descripciones de situaciones específicas. Con esa información, llegó a la conclusión de que algunas expresiones son básicas o biológicamente universales en la especie humana (Proc Natl Acad Sci U S A. 2010 Feb 9;107(6):2408-12).
Junto a los miembros de Pixar recrearon cinco de las seis emociones básicas que Ekman definió hace más de 30 años: alegría, miedo, disgusto, tristeza y rabia. Todas ellas con diferentes colores. Por ejemplo, la tristeza es azul, la rabia es roja, el miedo es morado, la alegría es amarilla y el disgusto verde. Pero dejaron fuera a la sorpresa, que produce sobresalto, asombro, desconcierto. Es una emoción muy transitoria, que puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa y cuya función es orientar al individuo frente a una nueva situación.
Intensa-Mente ubica al espectador dentro de la mente de una niña de 11 años –Riley- que atraviesa una crisis fundamental en su vida, cuando comienza a evidenciar el inminente fin de una época tan añorada: la infancia que, de acuerdo a los estudios del psicólogo Keltner es precisamente en esta etapa de la vida cuando las emociones positivas comienzan a declinar, por situaciones de cambio y stress que los niños van enfrentando (J Pers Soc Psychol. 2012 Dec;103(6):949-62).
Cómo las emociones gobiernan el flujo de la conciencia; cuáles son los colores de las emociones y de los recuerdos del pasado; de qué manera interactúan los sueños con las emociones de la vida de vigilia; y de qué manera funciona el subconsciente son algunas de las respuesta que esta película para “niños” busca dilucidar, mezclando un lenguaje brillante que construye una realidad magistral.
Las emociones viven en una especie de cuartel general –la mente consciente de Riley- desde donde influyen en las acciones y recuerdos de la pequeña a través de una consola de control.
Sus nuevos recuerdos se recogen en esferas del color de la emoción vivida en ese recuerdo. Cuando va a dormir, las emociones envían los recuerdos del día a la memoria a largo plazo. Los recuerdos más importantes, conocidos como pensamientos esenciales, se encuentran en un centro de operaciones en el cuartel general y son la fuente de cinco islas donde fluye el pensamiento abstracto y en las que se recrean mundos asociados a personas y actividades claves para ella: está la isla de la diversión, la de la familia, la de los valores, la de la amistad y la del deporte, que reflejan un aspecto diferente de su personalidad.
Qué es lo que pasa cuando los pensamientos centrales sufren un colapso es lo que muestra este extraordinario film. A pesar de que la alegría, la emoción principal y más importante, intenta mantener un ánimo positivo, las emociones se enfrentan al tener que decidir cuál es la mejor manera para desenvolverse en el ambiente de stress que le produjo el cambio de ciudad, la nueva escuela y el hecho de hacer amigos.
A partir de una simple clasificación de las emociones -alegría, temor, furia, desagrado y tristeza- la película cuenta una historia sencilla desde lo humano, pero compleja desde lo científico: trata temas maduros como el dolor, el olvido y la pérdida de la inocencia y deja al espectador con la tarea de pensar.
Queda de manifiesto que cada emoción tiene su valor y sentido y la unión de algunas de ellas pueden ir creando un nuevo pensamiento central que construirá una nueva isla de personalidad, es decir, una vía de crecimiento y madurez.
Intensa-Mente deja la puerta abierta para seguir esgrimiendo dentro de la mente y para reconocer de qué manera se va forjando la inteligencia emocional, que no es otra cosa que el conectar las emociones con uno mismo; saber qué es lo que se siente; poder vernos a nosotros mismos y ver a los demás de forma positiva y objetiva: es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.
Para Maturana “la única manera de encontrarnos es escuchándonos en la diversidad, desde donde podemos conversar, reflexionar desde el mutuo respeto”, porque para él “la reflexión es un acto que ocurre en la emoción y en la sensorialidad”, algo que el cine tomó prestado a la ciencia para que las personas tomen consciencia, reflexionen y descubran sus emociones con esta aventura visual de 115 minutos.
