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06 Marzo 2023

La prosopagnosia o las caras sin sentido

La dificultad para identificar el rostro propio y el de otras personas es más común de lo que se pensaba. Mejorar las habilidades perceptivas mediante el entrenamiento cognitivo es clave para aprender a vivir con la condición.

La extraña sensación de reconocer a una persona jamás vista o desconocer a alguien con quien se interactúa habitualmente, es un fenómeno que tiene una explicación científica. Llamada prosopagnosia o ceguera facial, esta condición es un tipo de agnosia visual que dificulta o impide la identificación de rostros.

De acuerdo con investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en España [1], sus causas no se relacionan con trastornos de la visión, memoria ni aprendizaje, sino a una alteración en la capacidad cerebral para identificar estímulos percibidos con anterioridad generando problemas en la recuperación de la información almacenada y su comparación con la nueva. 

Existen dos formas clínicas: desarrollada o adquirida. La primera tiene una base genética, mientras que la segunda es resultado de un daño de tipo vascular o traumático, específicamente en la arteria cerebral posterior (ACP).

Algunas investigaciones [2] sostienen que la alteración en el proceso de reconocimiento facial afectaría hasta 2,5% de la población, sin embargo, un estudio liderado por científicos de la Escuela de Medicina de Harvard [3] concluye que la cantidad de personas que sufren este trastorno es más de lo que se pensaba: una de cada 33.

“Creemos que es el momento de ampliar los métodos diagnósticos y utilizar criterios más flexibles. Eso conduciría a identificar nuevos casos entre millones de mujeres y hombres que portan el trastorno sin saberlo”, comenta Joseph DeGutis, autor principal y profesor asociado de psiquiatría en Harvard. El ensayo incluyó a 3.341 individuos, de ellos, 31 padecían prosopagnosia mayor, mientras que 72 tenían una forma más leve.

El sombrero

En la prosopagnosia los pacientes distinguen ojos, nariz y boca, aunque difuminados. Sí logran interpretar expresiones de alegría, disgusto o tristeza. También detectan el sexo, edad y grupo étnico, entre otras características generales.

“Recuerdan a sus familiares y amigos, pero por extraño que resulte no pueden reconocer sus rostros. En los casos más graves, las personas se confunden con objetos y no identifican su propia cara al mirase al espejo. Es una condición discapacitante que lleva al aislamiento social”, plantea un estudio llevado a cabo por médicos del Hospital de Cabueñes de Gijón en España [4].

En su libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, el neurólogo Oliver Sacks (1933 - 2015) describe algunos casos de extrema gravedad. El título se basa en un paciente que, en lugar de levantar la prenda de vestir para ponérsela, sorprendentemente tomó entre sus manos la cabeza de su esposa. En otro pasaje del texto, el especialista relata la incredulidad de un hombre que, tras una severa conmoción cerebral, no reconocía su rostro al afeitarse. “Aunque supiese que no podía ser otro, hacía muecas y sacaba la lengua para cerciorarse”, escribió citando un trabajo publicado en 1956 [5].

Habilidades perceptivas

El término prosopagnosia fue acuñado en 1947 por el neurólogo alemán Joachim Bodamer (1910-1985), quien describió el caso de un soldado herido en la cabeza por un disparo que dejó secuelas en algunas áreas del cerebro asociadas con el proceso de identificación de imágenes. Lo describió como “la interrupción selectiva de la percepción de rostros, del propio y los demás, los que pueden ser vistos, pero no asociados a una determinada persona”.

Vivir con esta condición está lejos de ser sencillo. Dentro de sus consecuencias, los episodios de miedo, ansiedad, vergüenza y falta de confianza son frecuentes, mientras que las repercusiones en el ámbito social se extienden al laboral limitando las oportunidades de empleo. [6].

Como no existe tratamiento farmacológico, para desenvolverse los pacientes suelen utilizar pistas no faciales como el corte y color del cabello, tono de voz, modo de vestir, cicatrices, lunares y forma de caminar. Por lo mismo, es clave estimular el entrenamiento cognitivo para mejorar las habilidades perceptivas. “Es una estrategia adaptativa para compensar el déficit. Es importante ayudarlos para que puedan identificar esas señales, tener paciencia, comprensión y, de ser necesario, recordarles a quién tienen enfrente”, coinciden los profesionales del Hospital de Cabueñes.

Según el doctor Joseph DeGutis, “los datos existentes sobre el reconocimiento facial en personas sanas proporcionan un marco muy sólido para comprender las formas en que estos procesos pueden fallar. Es necesario investigar más para mejorar la calidad de vida de quienes padecen prosopagnosia”. 

En un mundo donde el aislamiento social va en aumento, concluye el psiquiatra, fomentar y mantener lazos sociales y buenas interacciones cara a cara son más importantes que nunca. 

Referencias
[1] Revisión bibliométrica del accidente cerebrovascular y la prosopagnosia. https://psicologia.ucm.es/data/cont/docs/29-2019-02-15-Londo%C3%B1o%20Ruiz.pdf
[2] Kennerknecht I, Grueter T, Welling B, Wentzek S, Horst J, Edwards S, Grueter M. First report of prevalence of non-syndromic hereditary prosopagnosia (HPA). Am J Med Genet A. 2006 Aug 1;140(15):1617-22.
[3] Joseph DeGutis, Kanisha Bahierathan, Katherine Barahona, EunMyoung Lee, et al. What is the prevalence of developmental prosopagnosia? An empirical assessment of different diagnostic cutoffs, Cortex, 2023.
[4] Prosopagnosia, la discapacidad para reconocer una cara conocida. Revista Científica de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica. DOI: 10.1016/j.sedene.2013.10.002.
[5] MACRAE D, TROLLE E. The defect of function in visual agnosia. Brain. 1956 Mar;79(1):94-110.
[6] Yardley L, McDermott L, Pisarski S, Duchaine B, Nakayama K. Psychosocial consequences of developmental prosopagnosia: a problem of recognition. J Psychosom Res. 2008 Nov;65(5):445-51.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

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