La salud en tiempos de catástrofe
Chile es un país marcado por los desastres naturales, eventos que han cobrado miles de vidas y afectado la infraestructura sanitaria. La preparación y reacción son claves para disminuir la vulnerabilidad.
“Los desastres naturales han estado en la palestra en los últimos años. Nos hemos dado cuenta que aún se puede mejorar en todos los estamentos a la hora de actuar frente a una catástrofe. La salud no es la excepción, al contrario, debe ser parte primordial en las atenciones en pos de lograr la calma posterior a la tragedia”. Las palabras son del doctor Andrés Torrealba, ex médico cirujano del Hospital de Llanquihue, actualmente en el Servicio de Salud del Reloncaví, en el marco del XIX Congreso Científico y XIV Congreso Gremial de la Agrupación Nacional de Médicos Generales de Zona en Etapa de Destinación y Formación, encuentro desarrollado en 2012 en Puerto Varas, ciudad ubicada en la sureña región chilena de Los Lagos.
Durante la cita se abordó como tema central la medicina de catástrofes, analizando y definiendo el rol social del médico frente a desastres naturales, determinando su labor en la gestión de instituciones dedicadas al auxilio de la población. Tras el terremoto y tsunami de 2010 que azotó a la zona centro sur del país, instancias de estas características, así como herramientas de perfeccionamiento académico y de gestión clínica, han ido paulatinamente ganando espacio. “Desde ese 27 de febrero, se han redoblado los esfuerzos en capacitar y aumentar la dotación del personal de salud para enfrentar situaciones de emergencias naturales. Sin embargo, el desafío es complejo, debido a los riesgos permanentes que son propios de las características geográficas de Chile”, agregó el facultativo.
En este contexto, en mayo finalizarán sus estudios los profesionales que integran la primera promoción del programa de postítulo en Medicina de Urgencia y Emergencias, dictado por la Facultad de Medicina y Biociencias de la Universidad San Sebastián, junto a la Clínica Santa María y la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción. En tanto, el Departamento de Salud Púbica de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Frontera de Temuco también ha dado importantes pasos en esta materia, al consolidar su Curso de Planeamiento Hospitalario para respuesta a Desastres, Emergencias y Hospitales Seguros. Su séptima versión comenzó el miércoles 1 de abril bajo la coordinación del doctor Félix Aliaga y con la participación de alumnos nacionales y extranjeros. “Sus contenidos apuntan a la conformación de hospitales seguros, considerando lo establecido por las Naciones Unidas y la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres. La idea es entregar conocimientos para disminuir los daños a los hospitales como resultado de eventos adversos de origen natural como inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis, o de origen humano como incendios”, detalló el docente.
De hecho, son varios los establecimientos asistenciales que han resultado seriamente dañados o incluso inutilizados tras una catástrofe natural en la historia de Chile. En un país sísmico, los ejemplos abundan. Claro que el último de ellos no fue víctima de un terremoto, sino que de un aluvión. Se trata del Hospital de Copiapó, un establecimiento que sufrió a fines de marzo las consecuencias del lodo en sus primeros niveles y que hoy trabaja por retomar la normalidad.
“Hemos atravesado por días muy difíciles al igual que cientos de familias. Sin embargo, hemos contado con una gran entrega y vocación por parte de nuestros funcionarios. Nos enorgullece ver como se han desempeñado desde el primer minuto de esta contingencia. Muchos de ellos continuaron atendiendo sin saber cómo estaban sus seres queridos y sus casas. Como director del hospital, quiero felicitar y reconocer públicamente a todos nuestros funcionarios porque han sido ellos quienes han contribuido para que nuestro establecimiento continúe atendiendo a la comunidad”, sostuvo Patricio Hidalgo.
Pero más allá de las consecuencias que dejaron a nivel estructural y de infraestructura los violentos desbordes de ríos ocurridos recientemente en la Región de Atacama, junto con las lamentables pérdidas de vida y miles de damnificados, uno de los principales focos de atención de las autoridades apunta a asistir sanitariamente a la población. El subsecretario de Salud Pública, doctor Jaime Burrows, advirtió que los principales problemas sanitarios son la basura, los ratones y el lodo con aguas servidas, por lo mismo se han realizado vacunaciones masivas a los afectados, principalmente contra el tétanos, influenza y hepatitis A y B. Dificultades respiratorias en niños y adultos, además de irritaciones oculares y cutáneas, aparecen a diario.
En este crítico escenario, la salud mental representa una preocupación especial. Así lo reconoció la Ministra de Salud, doctora Carmen Castillo, al subrayar que “lo más difícil que dejó la catástrofe climática del norte serán los problemas de índole mental”. Existen antecedentes frescos en este tema, a raíz del terremoto de 2010, evento que gatilló trastornos por estrés agudo, trastornos por estrés postraumático (TEPT), desorden de pánico y depresión. En un grado no menor también se observó la aparición de consumo y abuso de sustancias psicoactivas, y de ciertos desórdenes alimentarios.
“Durante un evento de este tipo, en un comienzo aparecen síntomas emocionales difusos, que se revierten habitualmente al cabo de un mes. Aparece el trastorno por estrés agudo, una reacción esperable frente a situaciones traumáticas. Sin embargo, un grupo de individuos permanece con sintomatología caracterizada por la presencia de síntomas de híper alerta, conductas de evitación y re-experimentación de la escena traumática, lo que constituye el TEPT. Este último cuadro se desarrolla en grupos más vulnerables como mujeres, niños, adultos mayores, pacientes con psicopatología previa y también en aquellos sujetos que hayan resultado afectados por las consecuencias más complejas del desastre, como los que perdieron a seres queridos o sus casas”, aseguró la doctora Verónica Vitriol, psiquiatra y magíster en psicología mención psicoanálisis, docente de la Universidad de Talca y jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Curicó.
Frente a esto, el trabajo en terreno es esencial. Es por esto que el Ministerio de Salud solicitó la ayuda del único equipo especializado en psicotrauma del país. Se trata de la unidad que encabeza el doctor David Provoste, médico experto en atención a víctimas de desastres y facultativo del Hospital Dr. Guillermo Grant Benavente de Concepción. Los profesionales que integran este equipo acaban de retornar al Bío Bío, tras desplegar sus capacidades en la Región de Atacama, específicamente en las localidades de Chañaral y Diego de Almagro. “Realizamos intervenciones destinadas a disminuir los efectos causados por el trastorno por estrés y evitar la aparición de estrés post traumático”, explicó el psiquiatra.
El equipo de psicotrauma del HGGB fue creado tras el terremoto de 2010 y desde entonces se ha constituido en terreno para contener a las víctimas de la erupción del volcán Copahue y de accidentes carreteros masivos en Chillán, Arauco y Tomé. “Nuestra labor se centró en hacer intervenciones a los distintos tipos de víctimas que dejaron los aluviones, que son damnificados y familias de desaparecidos, y también a funcionarios de la salud y bomberos que trabajan directamente en la zona. Tras una evaluación inicial, se generan bases y líneas de acción”, finalizó el doctor Provoste.
