Moviéndonos contra el cáncer
La práctica regular de ejercicio podría disminuir el riesgo de padecer varios tipos de la enfermedad. Pese a que sus beneficios se extienden a la etapa terapéutica, su prescripción sigue siendo una importante deuda.
A pesar de las numerosas advertencias y esfuerzos por revertirlo, el sedentarismo representa una pesada carga que la sociedad no ha podido soltar. Este hábito constituye una de las principales causas de muerte y un factor de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como el cáncer, patologías cardiovasculares, diabetes tipo 2 y osteoporosis [1].
No son pocos los estudios científicos que lo consideran una epidemia y un problema grave de salud pública [2]. La tendencia va en aumento de acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en The Lancet Global Health [3]. Se concluye qua la inactividad física entre los adultos creció cinco puntos porcentuales entre 2010 y 2022. En términos sencillos, hablamos de 1.800 millones de personas más. Si no hay cambios, en 2030, podría alcanzar al 35% de la población.
"Estamos perdiendo una oportunidad para reducir el cáncer", comentó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS [4]. Así también lo creen integrantes de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). ¿Por qué? El ejercicio físico puede disminuir hasta un 30% el riesgo de padecer cáncer de mama, colon, vejiga, endometrio, esófago y estómago y en un 20% la mortalidad específica por esta enfermedad [5].
Factor de riesgo modificable
El impacto del cáncer es innegable. Solo en 2020 se le atribuyeron cerca de 10 millones de fallecimientos [6]. Las perspectivas tampoco son buenas, ya que para 2040 se esperan más de 30 millones de nuevos casos, principalmente en países de bajos ingresos [7].
De acuerdo con la OMS, casi un tercio de estas muertes se deben al consumo de tabaco y alcohol, obesidad, baja ingesta de frutas y verduras, exposición solar sin protección y escasa actividad física [8]. Se trata de factores de riesgo modificables que pueden ser abordados por la mayoría de la población. Sin embargo, pese al interés por llevar un estilo de vida más saludable, un 80% de las personas no saben realmente cómo hacerlo [9]. Una de las claves para conseguirlo es el ejercicio.
Mecanismos biológicos
Para el Grupo de Trabajo SEOM de Ejercicio y Cáncer, la atención oncológica moderna requiere un enfoque multidisciplinario que considere la actividad física como un pilar fundamental, debido a su relación con menores tasas de incidencia y mortalidad. Aunque los estudios de mayor tamaño se centran en los beneficios del ejercicio en la supervivencia de los cánceres de mama y colorrectal, también se han encontrado efectos positivos en los de próstata y pulmón [10].
Su práctica regular -tanto aeróbicos como de resistencia- se asocia con una mejor calidad de vida, incremento de la capacidad cardiorrespiratoria, menores tasas de recidiva y de efectos secundarios derivados de los tratamientos como náuseas, diarrea, insomnio y fatiga [11].
Diversas investigaciones han explorado los mecanismos biológicos a través de los cuales la actividad física interfiere en el desarrollo y progresión neoplásica. Se ha comprobado que reduce la producción de hormonas anabólicas y sexuales, regula la expresión de los genes relacionados con la apoptosis favoreciendo la muerte celular mediante la síntesis de miocinas, participa en el adecuado control del ciclo celular, aumenta la perfusión y vascularización tisular, induce la expresión de las proteínas de adhesión y mejora la función del sistema inmunitario [12] [13].
Tareas pendientes
El ejercicio parece ser una estrategia efectiva y al alcance de la mano para mejorar la calidad de vida. Pero ponerla en práctica impone varios desafíos. Primero que todo, se deben diseñar políticas públicas que promuevan y faciliten su desarrollo considerando factores como la edad, sexo, entorno y contexto cultural. En esa línea, la OMS recomienda 150 o 75 minutos de intensidad moderada o vigorosa, respectivamente, por semana [14].
Ya con un diagnóstico confirmado, la SEOM sugiere que 30 minutos diarios podrían ser suficientes dependiendo del estado de salud y características específicas de cada paciente. Sin embargo, reconoce que la prescripción es una tarea pendiente.
A pesar de la evidencia, son pocas las personas diagnosticadas que se mantienen físicamente activas. La agrupación científica explica que esto se debería a varios factores: escasa formación de los profesionales sanitarios, desconocimiento sobre la intensidad y frecuencia que debe ser prescrita y falta de unidades o programas multidisciplinarios dedicados a este tema. Además, los pacientes tendrían desconfianza en sí mismos, poca motivación, temor a posibles efectos adversos y dificultades socioeconómicas [15].
Frente a una tendencia generalizada al sedentarismo, es fundamental revalorizar al ejercicio y posicionarlo como una herramienta de salud, estratégica, simple y efectiva, con la capacidad de prevenir y aportar al manejo de una enfermedad que no ha logrado ser derrotada por la medicina y que sigue golpeando con fuerza a una parte importante de la población.
Referencias
[1] Kruk J. (2014). Health and economic costs of physical inactivity. Asian Pacific journal of cancer prevention: APJCP, 15(18), 7499–7503.
[2] Arocha Rodulfo J. I. (2019). Sedentary lifestyle a disease from xxi century. Sedentarismo, la enfermedad del siglo xxi. Clinica e investigacion en arteriosclerosis: publicacion oficial de la Sociedad Espanola de Arteriosclerosis, 31(5), 233–240.
[3] Strain, T., Flaxman, S., Guthold, R., Semenova, E., Cowan, M., Riley, L. M., Bull, F. C., Stevens, G. A., & Country Data Author Group (2024). National, regional, and global trends in insufficient physical activity among adults from 2000 to 2022: a pooled analysis of 507 population-based surveys with 5·7 million participants. The Lancet. Global health, S2214-109X(24)00150-5. Advance online publication.
[4] El 31% de los adultos en el mundo está en riesgo cardiovascular por falta de ejercicio. Nota de prensa. https://www.agenciasinc.es/Noticias/El-31-de-los-adultos-en-el-mundo-esta-en-riesgo-cardiovascular-por-falta-de-ejercicio
[5] Friedenreich, C. M., Ryder-Burbidge, C., & McNeil, J. (2021). Physical activity, obesity and sedentary behavior in cancer etiology: epidemiologic evidence and biologic mechanisms. Molecular oncology, 15(3), 790–800.
[6] Ferlay J, Ervik M, Lam F, Colombet M, Mery L, Piñeros M, et al. Global Cancer Observatory: Cancer Today. Lyon: International Agency for Research on Cancer; 2020 (https://gco.iarc.fr/today, consultado en febrero de 2021).
[7] Murthy, S. S., Trapani, D., Cao, B., Bray, F., Murthy, S., Kingham, T. P., Are, C., & Ilbawi, A. M. (2024). Premature mortality trends in 183 countries by cancer tupe, sex, WHO region, and World Bank income level in 2000-19: a retrospective, cross-sectional, population-based study. The Lancet. Oncology, S1470-2045(24)00274-2. Advance online publication.
[8] Cáncer. Nota de prensa. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/cancer
[9] Alpert J. S. (2009). Failing grades in the adoption of healthy lifestyle choices. The American journal of medicine, 122(6), 493–494.
[10] Friedenreich, C. M., Stone, C. R., Cheung, W. Y., & Hayes, S. C. (2019). Physical Activity and Mortality in Cancer Survivors: A Systematic Review and Meta-Analysis. JNCI cancer spectrum, 4(1), pkz080.
[11] Ligibel, J. A., Bohlke, K., & Alfano, C. M. (2022). Exercise, Diet, and Weight Management During Cancer Treatment: ASCO Guideline Summary and Q&A. JCO oncology practice, 18(10), 695–697.
[12] Ruiz-Casado, A., Martín-Ruiz, A., Pérez, L. M., Provencio, M., Fiuza-Luces, C., & Lucia, A. (2017). Exercise and the Hallmarks of Cancer. Trends in cancer, 3(6), 423–441.
[13] Papadopetraki, A., Maridaki, M., Zagouri, F., Dimopoulos, M. A., Koutsilieris, M., & Philippou, A. (2022). Physical Exercise Restrains Cancer Progression through Muscle-Derived Factors. Cancers, 14(8), 1892.
[14] Crece la carga mundial de cáncer en medio de una creciente necesidad de servicios. Nota de prensa. https://www.paho.org/es/noticias/1-2-2024-crece-carga-mundial-cancer-medio-creciente-necesidad-servicios
[15] Watson, G., Coyne, Z., Houlihan, E., & Leonard, G. (2022). Exercise oncology: an emerging discipline in the cancer care continuum. Postgraduate medicine, 134(1), 26–36.
Por Óscar Ferrari Gutiérrez