Prevención con aroma a café
Aumentar el consumo de cafeína permitiría retrasar la manifestación de la enfermedad de Alzheimer, incluso en personas con predisposición genética.
Todos los años se conmemora el Día Mundial del Cerebro, iniciativa creada por la Federación Mundial de Neurología cuyo foco es enfatizar la relevancia de la salud cerebral y concientizar a la sociedad respecto a su prevención y cuidado.
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia: 70% y 80% de los casos en la población mayor de 65 años, y 50% a 60% bajo esta edad. Las investigaciones apuntan que llevar un estilo de vida saludable puede reducir significativamente el riesgo de padecerla, incluso entre individuos con susceptibilidad genética.
El 45% de las demencias que se produzcan en los próximos 20 años, en mayores de 45, se podrían prevenir controlando nueve factores de riesgo: escolaridad, hipertensión, índice de masa corporal, nivel de actividad física, consumo de alcohol y tabaco, además de presencia o ausencia de diabetes, síntomas depresivos y de queja auditiva [1].
Relación entre el grano y demencia
Controlar todos estos puntos a la vez puede resultar complejo. una publicación de la revista Frontiers of Ageing Neuroscience reveló que beber mayores cantidades de café reduce la probabilidad de desarrollar alzhéimer [2].
Estos resultados provienen de un análisis australiano sobre envejecimiento basado en imágenes, biomarcadores y estilo de vida en el que investigadores de la Universidad Edith Cowan, evaluaron a más de 200 pacientes durante una década, para ver si el consumo afectaba la tasa de deterioro cognitivo.
Según explica la doctora Samantha Gardener descubrieron "que los participantes sin problemas de memoria y con un mayor consumo de café al inicio del estudio tenían un menor riesgo de progresar a un deterioro cognitivo leve -que suele preceder a la enfermedad de Alzheimer- o de desarrollarla en el transcurso de la investigación".
En concreto, tomar más café alcanzó resultados positivos en relación con ciertas facultades de la función cognitiva, particularmente con la ejecutiva, que incluye la planificación, autocontrol y atención. A su vez, a mayor ingesta de esta bebida se produjo una ralentización de la acumulación de la proteína amiloide (β-amiloide) en el cerebro, factor clave en el desarrollo de la patología.
Sumando tazas
Bajo este contexto, postulan que aumentar en dos tazas el consumo regular de café podría reducir potencialmente el deterioro cognitivo hasta en 8% a los 18 meses, así como disminuir en 5% la acumulación de β-amiloide.
Pese a que el efecto no está estrictamente ligado con la dosis, otro estudio denominado CAIDE (Cardiovascular Risk Factors, Aging and Dementia), cuyo objetivo era conocer si el consumo de café durante la segunda edad prevenía o no la enfermedad de Alzheimer en la tercera. Sí demostró que el menor riesgo se asoció a consumidores moderados (entre tres y cinco tazas al día). La protección fue menor entre quienes bebían más de cinco tazas e inapreciable en personas que tomaban entre cero y dos [3].
Los autores recogieron la información de 1.409 individuos entre 65 y 79 años. De ellos 61 desarrollaron demencia (48 de tipo alzhéimer). Tras ser ajustados estos valores en relación con factores demográficos, vasculares, de estilo de vida, psiquiátricos y genéticos, los datos fueron concluyentes en que consumir café en la madurez disminuía el riesgo de demencia y enfermedad Alzheimer en la tercera edad.
De acuerdo con la doctora Uma Naidoo, psiquiatra nutricional y miembro de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, “el café es un alimento de importancia para mantener el correcto funcionamiento a nivel cerebral debido a tres factores: la cafeína aumenta la producción de serotonina y acetilcolina, neurotransmisores que estimulan al cerebro. Los micronutrientes de polifenoles previenen el daño de los tejidos causado por los radicales libres, así como el bloqueo de los vasos sanguíneos del cerebro. Y, por último, existen altas concentraciones de trigonelina que activan los antioxidantes, protegiendo así los conductos".
En un futuro, y con mayor evidencia, se podría evaluar la recomendación y validación como factor preventivo del consumo de café, con el fin de retrasar la aparición de esta patología. Sin duda, una forma de cuidarse, que a más de alguno, le parecerá placentera y fácil de seguir.
Ya en el siglo XIX el político y médico escocés James Mackintosh lo predecía: "Los poderes de la mente del hombre son directamente proporcionales a la cantidad de café que toma".
Referencias
[1] Vergara RC, Zitko P, Slachevsky A, et al. Population attributable fraction of modifiable risk factors for dementia in Chile. Alzheimer’s Dement. 2022;14:e12273.
[2] Gardener SL, Rainey-Smith SR, Villemagne VL, Fripp J, Doré V, Bourgeat P, Taddei K, Fowler C, Masters CL, Maruff P, Rowe CC, Ames D, Martins RN and the AIBL Investigators (2021) Higher Coffee Consumption Is Associated With Slower Cognitive Decline and Less Cerebral Aβ-Amyloid Accumulation Over 126 Months: Data From the Australian Imaging, Biomarkers, and Lifestyle Study. Front. Aging Neurosci. 13:744872.
[3] Eskelinen MH, Ngandu T, Toumilehto J, Soininen H, Kivipelto M (2009) Midlife coffee and tea drinking and the risk of late-life dementia: A population-based CAIDA study. J Alzh Disease 16:85-91.
Por María Ignacia Meyerholz L.
