Revolución quirúrgica en urología
Existen altas expectativas en consolidar una innovadora técnica para el abordaje de la hiperplasia prostática benigna, enfermedad que afecta a un porcentaje importante de la población sobre los 50 años.
La hiperplasia prostática benigna o agrandamiento de la glándula prostática es una enfermedad frecuente a medida que los hombres envejecen y sus síntomas alteran la calidad de vida de los afectados.
Se manifiesta principalmente en la necesidad de orinar dos o más veces por la noche, vaciado incompleto de la vejiga, sensación de urgencia para miccionar, dificultad para la expulsión o un flujo lento y débil. La sintomatología suele aparecer a partir de los 50 años y los tratamientos disponibles generan a menudo problemas en el terreno sexual.
Todos estos inconvenientes comenzarían a quedar atrás si se masifica una innovadora terapia que en su fase experimental ha dado positivos y sorprendentes resultados en Europa. Los avances en este campo serán dados a conocer en abril por la Asociación Española de Urología (AEU) y sus principales argumentos son la seguridad, eficacia y la íntegra preservación de las funciones sexuales.
Se espera que luego del anuncio, más pacientes accedan a esta nueva intervención. Hasta ahora, existen varios tratamientos eficaces para abordar el agrandamiento de la glándula prostática, entre ellos, medicamentos, terapias mínimamente invasivas y cirugía, pero esta nueva forma de manejo variaría radicalmente los cánones actuales.
Se trata de una técnica importada desde Estados Unidos y denominada Rezum, hasta el momento disponible solo en algunas clínicas privadas de España y consistente en la utilización de vapor de agua. “Se realiza en unos cuatro o cinco minutos, es segura, eficaz, mínimamente invasiva, no requiere quirófano convencional ni anestesia general, es una intervención ambulatoria, el paciente puede irse a su casa el mismo día, apenas produce sangrado ni efectos secundarios y la afectación en la esfera sexual se reduce a cero", detalló el doctor Manuel Esteban, presidente de la AEU y jefe del Servicio de Urología del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
La hiperplasia prostática benigna es causa del crecimiento progresivo de la próstata, pasando del tamaño de una nuez a los 20 años, al de un limón a los 60. Como consecuencia la uretra se oprime y dificulta el tránsito de la orina.
Se calcula que origina problemas en más de la mitad de los varones por encima de los 50 años, pero solo un tercio de ellos requiere algún tipo de tratamiento, el cual dependerá de los síntomas. En primera instancia, la sugerencia es modificar la dieta y estilos de vida, fundamentalmente evitando alimentos ricos en grasa, té, chocolate, bebidas con gas y alcohol. De no mostrar mejoría, el siguiente paso es la terapia farmacológica, existiendo cuatro grupos de medicamentos que actúan sobre distintas dianas y que pueden ser usados solos o en combinación. En cualquier caso, suelen perder eficacia con el paso del tiempo y en un gran porcentaje de los casos provoca alteraciones en alguno de los tres pilares de la esfera sexual: la libido, la erección o la eyaculación. La cirugía es la última alternativa, mediante resección transuretral, abierta o con tecnología láser.
“La medicación más común para los hombres con hiperplasia prostática benigna produce alteraciones de la eyaculación en un 60 a 70 por ciento de los casos”, aseguró el doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, quien ha llevado a cabo las primeras intervenciones con Rezum en España e integrante del equipo de especialistas en urología y salud sexual del Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda, en Madrid.
¿Cómo funciona? En un dispositivo portátil se genera vapor de agua a través de energía de radiofrecuencia, luego se introduce con una aguja por la uretra hasta alcanzar la glándula prostática. En aproximadamente diez segundos, se produce una bola de vapor de unos dos centímetros de diámetro que libera altas y precisas dosis de energía térmica.
“De esta manera se destruye el tejido prostático sobrante que obstruía el flujo de la orina, reduciéndose así los síntomas. El único requisito es que el peso de la glándula oscile entre los 30 y los 80 gramos, con sintomatología miccional, lo que corresponde al 75 a 80 por ciento de los pacientes con hiperplasia prostática benigna. Solo está contraindicado cuando el varón presenta algún tipo de prótesis o implantes en la zona afectada”, destacó el doctor Martínez-Salamanca.
A la fecha existen apenas doce estudios que analizan esta técnica, utilizada desde hace apenas un lustro en Inglaterra, Suecia, Estados Unidos y Canadá, además de España. Sin embargo, en todas se destacan sus ventajas, debilitadas en alguna medida por su alto costo, el cual, sostienen sus defensores, está lejos del gasto que representa para los pacientes los medicamentos que deben tomar durante 15 o 20 años.
Una de las investigaciones más consistentes se publicó en la revista Urology, donde se detallan las mejoras sostenidas de los síntomas transcurridos cuatro años desde la intervención. “Solo el 4,4 por ciento de los pacientes del ensayo clínico necesitaron tratamiento adicional”, concluyeron los autores de ese trabajo.
Mientras se está a la espera de mayor literatura científica en la materia, el presidente de AEU enfatiza que “una intervención convencional supone una hora en el quirófano, resulta más invasiva y con mayor sangrado. Cuando es cirugía abierta, además, sabemos que en la mitad de los casos aparece eyaculación retrógrada”. Martínez-Salamanca agrega que “con la medicación actual, el porcentaje de afectados que requiere otra alternativa asciende al 40 por ciento”.
Por ahora, las expectativas son altas. Especialistas de todo el mundo esperan el comunicado de la Asociación Española de Urología y así comenzar a diseñar las estrategias para garantizar el acceso a Rezum y su plena disposición en la salud pública.
Por Óscar Ferrari Gutiérrez
