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27 Julio 2015

Un freno a la epidemia silenciosa

El 28 de julio se celebró el día mundial contra la hepatitis, fecha que la OMS aprovechó para reforzar el logro de objetivos, como la prevención de la enfermedad, su diagnóstico temprano y calidad terapéutica.

La hepatitis viral afecta a millones de personas en el mundo, causando casi tantas muertes como el Sida. Según los últimos estudios de organismos internacionales, 1.4 millones de hombres o mujeres pierden la vida cada año a causa de esta patología, que en la actualidad puede ser prevenida y tratada, especialmente en sus variedades B y C, responsables del 80% de los fallecimientos.

En el contexto del día mundial contra la hepatitis, que se conmemora cada 28 de julio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que la eliminación de la enfermedad puede ser una realidad, siempre y cuando se incremente la prevención, diagnóstico y calidad del tratamiento.

Este año, la lucha se centra en las variantes B y C, los detonantes principales del cáncer de hígado y cirrosis. También existe la manifestación de la hepatitis, que básicamente es una inflamación del hígado, en sus formas A, B y E. Se calcula que 240 millones de personas en el mundo conviven con el virus B y dos terceras partes de ellos nunca han sido diagnosticados, pese a la disposición en el mercado de fármacos muy eficaces que evitan en un 80% de los casos desarrollar un cáncer de hígado, el segundo más mortífero tras el de pulmón.

De acuerdo a lo explicado por el doctor Alejandro Soza Ried, gastroenterólogo y especialista en enfermedades del hígado del Hospital Clínico de la Universidad Católica, “en Chile las hepatitis virales más frecuentes son las A, B y C, de ellas, la hepatitis A genera un cuadro agudo, vale decir, se presenta una sola vez, como consecuencia de la ingesta de alimentos contaminados. La transmisión del virus es vía orofecal y de ahí la importancia de la prevención por medio de la higiene, lavado de manos y vegetales”.

En ese sentido, la OMS subrayó la necesidad de prevenir la infección, pero también de dar un impulso a la detección de la enfermedad, a través de la masificación de los diagnósticos. La hepatitis A y E se contrae por la ingesta de agua o comida contaminada, mientras que los virus B, C o D se contagian por contacto con fluidos corporales tras haber compartido una jeringa, mediante una transfusión de sangre o por transmisión sexual, entre otras causas.

Anualmente, cerca de dos millones de personas contraen la hepatitis al reutilizar una jeringa, por lo que la organización sanitaria se ha propuesto motivar el uso de otra forma de administración de medicamentos para evitar inyecciones innecesarias.

“En Chile cualquier persona que haya recibido sangre mediante transfusión desde el año 1996 hacia atrás tiene riesgo de haber recibido hepatitis C. Lo más interesante es que no necesariamente esta persona va a manifestar algún tipo de sintomatología inmediata, pese a que el virus ya entró a su sangre y está alojado en su hígado”, detalla el doctor Soza.

Desde esa perspectiva, remarca el especialista, “estamos frente a un virus traicionero, porque es un virus que llega y se puede demorar 20 años en ir dañando el hígado, sin provocar síntomas. Así genera una cirrosis hepática, aunque la persona no beba una gota de alcohol. Por eso a la hepatitis C le llaman la epidemia silenciosa”.

Hay un aspecto que también debe considerarse. El 40% de las personas que tiene hepatitis C, nunca han recibido una transfusión de sangre, lo que está relacionado con la falta de precaución y reutilización de agujas usadas para la administración de medicamentos, algo que según apunta el experto del Hospital PUC, era algo no muy infrecuente hace dos décadas.

Este escenario lleva a un cambio en las estrategias sanitarias, el que apunta a una detección oportuna de la patología. De lo contrario, el riesgo de cirrosis es alto y el daño podría ser irreversible, más aún si hay células cancerígenas, quedando como única alternativa el trasplante hepático, una solución evidentemente mucho más compleja. 

La gran mayoría de los hombres y mujeres que tiene hepatitis C es asintomática. ¿Cómo detectarla entonces? El doctor Alejandro Soza explica que a través de un perfil bioquímico y el examen de transaminasa se puede descubrir fácilmente una inflamación del hígado y la eventual presencia del virus. “La recomendación e indicación que se está dando para los países de América Latina es que todas las personas sobre 50 años deben someterse a estos exámenes, aunque no tengan síntomas y jamás hayan recibido una transfusión. En Chile hay 50 mil personas con hepatitis C y el 90% de ellos no lo sabe. El chequeo preventivo es clave, porque si detectamos el virus, la enfermedad tiene tratamientos innovadores muy efectivos y curativos, el virus se elimina por completo y la persona puede quedar sana”.

La Asamblea Mundial de la Salud aprobó en 2014 una resolución que pide el desarrollo e implementación de políticas públicas multisectoriales destinadas a reducir la incidencia y morbilidad de la hepatitis. La resolución urge a los países a que implementen programas de prevención de la enfermedad y refuercen los de inmunización para disminuir la incidencia de los tipos para los que existen vacunas.

La agencia sanitaria de Naciones Unidas insta a todos los servicios de salud a usar inyecciones estériles en la globalidad de sus procedimientos, a diagnosticar a cada uno de los donantes de sangre respecto a si son portadores de los virus B y C, y a promover el uso de la vacuna contra la hepatitis B. En esta variante la madre también puede transmitir al hijo el virus, por lo que se recomienda la vacunación del recién nacido, si es posible, durante las primeras 24 horas de vida del bebé, y que a ésta le sigan dos dosis más para completar la inmunización.

Para los virus A y B hay vacunas y, desde que se implementó la recomendación de inmunizar a todos los menores de edad contra el virus B, el 74 % de los niños en el mundo la han obtenido.

“Los tratamientos han cambiado mucho en muy poco tiempo. En los últimos seis meses ha habido una verdadera revolución en esta materia. La terapia antigua duraba un año, con inyecciones, muy mal tolerada y con poca efectividad. Era parecido casi a una quimioterapia y que podía curar solamente el 40% de los casos. Los tratamientos de ahora apenas se extienden por tres meses, son mucho menos invasivos, muy bien tolerados y en base medicamentos de ingesta oral. Su efectividad incluso está cercana al 100 por ciento. El principal inconveniente es su alto costo, por lo tanto el desafío que tenemos en Chile es lograr que este tratamiento sea accesible a todos los pacientes que lo requieran”, finaliza el hepatólogo.

La fecha para la conmemoración del día mundial contra la hepatitis se definió en honor del profesor y premio Nobel de medicina Baruch Samuel Blumberg, nacido un 28 de julio (1925) y descubridor el virus de la hepatitis B, desarrollando la primera vacuna para combatirlo.

Mundo Médico

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