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Tomo VI Vol. V N˚1-2-3 · 2014 · Santiago - Chile

PREVENCIÓN

La implementación de estrategias de preven-

ción que sean costo-efectivas es todo un reto.

La prevención primaria comprende educación

pública a gran escala. En Estados Unidos se

desarrolló un programa corto e intensivo de

educación a todos los padres previo al alta

de sus hijos recién nacidos, en el que se

describían los riesgos de sacudir violentamente

a los niños y enseñaba formas alternativas

para manejar el llanto persistente. Se reportó

un descenso de un 47% de los casos de AHT

de la región

17

.

La prevención secundaria está dirigida a la

población en riesgo de maltrato, pero no hay

ningún estudio específico sobre la efectividad

de este tipo de programas

9

.

CONCLUSIONES

El Síndrome de Shaken Baby, tratado aquí

como AHT, es un problema de salud pública,

por ser causa importante de mortalidad y

morbilidad en niños y lactantes. Sin embargo,

el diagnóstico permanece difícil y desafiante

para los médicos involucrados en la atención

de estos pequeños, debido a los síntomas y

signos inespecíficos iniciales, a la falta de

historia de trauma, a la baja conciencia del

problema y a los devastantes efectos de un

diagnóstico erróneo (tanto por subdiagnosticar

como por sobrediagnosticar).

En este cuadro en particular el oftalmólogo

juega un rol decisivo detectando y previniendo

mayores abusos. Sin embargo, este no es el

médico de cabecera del paciente, por lo que

debe ser solicitada la evaluación oftalmológica

desde el momento de la primera sospecha.

Además recalcar la importancia de que el

médico general, urgenciólogo o pediatra

sepa hacer un buen examen de fondo de

ojo, ya que frente a la sospecha y solo con

un oftalmoscopio, el hallazgo en la primera

consulta de un fondo de ojo alterado puede

cambiar la orientación diagnóstica de manera

abrupta y aumentar el grado de sospecha

de AHT.

Finalmente es importante recalcar que no

existen hallazgos patognomónicos de maltrato,

por lo que la evaluación y el diagnóstico debe

ser realizado por un equipo interdisciplinario,

que tenga como objetivo la protección del

menor abusado y del resto de los niños en

peligro, la detección temprana de pacientes

en riesgo de maltrato e idealmente, la

implementación de un adecuado sistema de

prevención primaria como programa estatal.