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ANALES

OFTALMOLÓGICOS

Tomo VII • Vol. III • N˚1-2-3 · 2017 • Santiago - Chile

autolimitada, con solo un 3-5% de formas severas

que amenazan la visión.

8-9

Los niños tienen la

misma probabilidad que los adultos de desarrollar

OG, pero su presentación tiene menor severidad y

menor tasa de complicaciones.

6

Se han descrito

casos severos de EG en edad pediátrica

10-12

que

corresponden a desafíos terapéuticos, en general

asociados a la presencia de factores de riesgo.

Los factores de riesgo tienen importancia tanto en

la instalación del cuadro como en su progresión a

formas más severas. Si bien la OG es más frecuente

en el sexo femenino, el sexo masculino se asocia a

mayor severidad. El tabaquismo -tanto activo como

pasivo-, el mal control del cuadro tiroideo de base

y el tratamiento con radioyodo están asociados a

mayor riesgo de progresión y aparición de novo.

5,6

El riesgo asociado al tratamiento con radioyodo

puede disminuirse con la administración de dosis

bajas de prednisona

13

.

Las manifestaciones clínicas de la OG son más

leves en niños que en adultos. Los signos y síntomas

oculares pueden divergir temporalmente por

meses o años respecto al diagnostico de EG

14

.

Clásicamente se ha utilizado la “curva de Rundle”

para explicar la historia natural de la OG.

15

Esta

refiere que el estadío inicial de la patología se

denomina “fase activa”, periodo durante el cual

la inflamación, la congestión orbital y la proptosis

evolucionan. Luego de meses o incluso años donde

la patología tiende a estabilizarse, se alcanza la

“fase inactiva o residual”, donde bien pueden

revertir las manifestaciones patológicas, o persistir

secuelas estéticas y funcionales que requerirán

resolución quirúrgica.

Hasta un 70% de pacientes con EG tienen afectación

orbitaria subclínica

14

. Los signos y síntomas de

la OG suelen ser bilaterales y simétricos, pero

pueden presentarse de forma unilateral o bilateral

asimétrica. Existe una amplia variedad de signos

y síntomas, por lo que resulta práctico agruparlos

en 5 entidades:

1. Inflamación de los tejidos blandos: Compuesto

por el edema periorbital, la equimosis, la hiperemia

conjuntival y la queratoconjuntivitis límbica superior.

Corresponde a una manifestación temprana de OG

y cursa con epifora, dolor retroorbital y sensación

de cuerpo extraño.

2. Retracción palpebral: La retracción del

párpado superior (signo de Dalrymple) y el signo

de von Graefe (el retraso del parpado superior

para seguir al globo ocular en el movimiento hacia

abajo) corresponden a signos tempranos de OG.

3. Proptosis: Resultado de la infiltración de

linfocitos y el depósito de glucosaminoglicanos en

los tejidos periorbitarios, es usualmente bilateral

y persistente. Puede llevar a complicaciones como

úlcera corneal.

4. Miopatía restrictiva: El edema de losmúsculos

extraoculares provoca restricción de movimiento

que se manifiesta como diploplia. Es un síntoma

que impacta potentemente en la calidad de vida

del paciente.

5. Neuropatía óptica: Ocasionada por la

compresión del nervio óptico o los vasos que lo

irrigan a raíz del edema en la musculatura orbitaria.

Se presenta con disminución de la agudeza visual,

de la visión de colores, palidez de papila al fondo

de ojo y escotoma central o paracentral.

En una serie de 120 pacientes adultos los signos

más comunes fueron retracción palpebral, proptosis

y disfunción de musculatura extraocular. Los

síntomas más comunes fueron diplopía, dolor

retroocular y epifora. En niños las manifestaciones

son ligeramente diferentes, siendo los síntomas

comunes la retracción palpebral, la proptosis y

el edema periorbital. La miopatía restrictiva es

rara, así como la neuropatía óptica

6

.

El diagnóstico de OG es eminentemente clínico,

aunque los exámenes de función tiroidea juegan un

rol en el manejo, así como la TAC y RM de órbita.

Para construir un abordaje terapéutico adecuado

es necesario tener en cuenta los conceptos de

actividad y severidad, donde actividad se refiere

a los signos inflamatorios como dolor retroocular,

edema palpebral, inyección conjuntival o equimosis

y severidad al grado de déficit funcional provocado

por la patología

8

. De esta forma puede establecerse

cuando preferir la conducta expectante (“esperar

y observar”), el manejo general (restauración

del estado eutiroideo y lubricación ocular) y las

opciones quirúrgicas.

El objetivo del presente trabajo es describir las

manifestaciones clínicas, el manejo y la evolución

de 5 pacientes pediátricos con OG, junto a una

revisión bibliográfica.

METODO

Se realizó una revisión retrospectiva de 5 casos

evaluados entre los años 2012 al 2017.

RESULTADOS

Se evaluaron 5 mujeres entre 4 a 14 años (mediana

de 13 años). El índice de actividad tuvo una mediana

de 2 puntos con un rango entre los 0 y los 4 puntos

(Tabla 1).

Respecto a la clínica, el 80% de las pacientes

presentó compromiso de la agudeza visual, pero

sin neuropatía óptica. Las manifestaciones clínicas

más frecuentes fueron (Gráfico 1): la retracción

palpebral (100%), la proptosis (80%) y la inflamación

de tejido blando (60%, edema periorbital, edema