

11
Julio
2014.
Volumen
13
-
N
°
57
para reintegrarse a su grupo familiar después de
largas hospitalizaciones en la sala de nutrición.
El impacto que esta condición provocó al mejorar
claramente los indicadores tradicionales de
hospitalización, nos llevó al equipo de salud
de lactantes B, liderado por el doctor Francisco
Barrera Q. Jefe del Servicio de Pediatría, y los
médicos tratantes, Francisco Moraga M. y María
Jesús Rebollo G., a elaborar un proyecto que
ampliara la participación materna hacia la
atención del niño, donde cumple un rol
fundamental al proteger la función básica de la
familia presentándose como proveedora directa
de los cuidados, consejera y maestra entregando
junto con el personal técnico paramédico
capacitación en cuidados básicos, con una
respuesta muy favorable de la madre que permitió,
por las destrezas por ella adquiridas, optimizar
el tratamiento durante la hospitalización y el alta.
Los cambios observados en la morbilidad,
acompañados de avances tecnológicos, se han
traducido en el incremento de las enfermedades
crónicas de la infancia que obligan a nuestros
pacientes a prolongadas hospitalizaciones y a
reingresos periódicos exponiéndolos a riesgos
inherentes a su permanencia en centros
asistenciales. La presencia de la madre en la
unidad del paciente permitió estimular la
participación activa de la familia en programas
educativos. Bronco pulmonar fue el primero en
incorporarse a esta actividad frente a las terapias
prolongadas con oxígeno en algunos pacientes
que no contaban con ayuda posterior al alta. En
1992
con la participación de la señorita Edith
Vergara B., que se había reintegrado al servicio,
se dio inicio al programa
“Manejo Ambulatorio
del Paciente Oxígeno dependiente”
, liderado
por la doctora María Lina Boza Costagliola,
profesional dotado de una gran capacidad de
trabajo y que mantiene la mística de sus maestros.
Otras capacitaciones para atención domiciliaria
se fueron integrando como: Procedimiento
específico para pacientes portadores de vías
no habituales de alimentación, traqueotomía,
diálisis peritoneal, ventilación mecánica no
invasiva, etc. Estos progresos en cuidados
domiciliarios hicieron presente la necesidad
de una coordinación con el Nivel Primario de
Salud para el control posterior en el hogar,
que se hizo efectiva en
1993
con una red
asistencial multidisciplinaria para el seguimiento
del niño con riesgo biosicosocial.
De esta forma el Servicio de Pediatría jugó un rol
fundamental en la humanización de la atención
pediátrica y nuestro
“Programa de Participación
Materna en la Atención del Niño Hospitalizado”
fue presentado en Hospitales Públicos, de las
Fuerzas Armadas, Clínicas de la Región
Metropolitana y en gran parte de los Hospitales
de Regiones, desde Arica a Punta Arenas. En
grado variable, nuestra experiencia permitió
modificar las rutinas de visitas y participación de
padres y familiares en los servicios pediátricos
de Santiago y Regiones. Dicha trascendental
experiencia fue motivo de presentaciones a
Congresos Científicos, Publicaciones, Entrevistas
en medios de Prensa y Televisión, visitas de
las más altas Autoridades del País. En muchas
oportunidades la visita de Embajadores, primeras
Damas o Ministros de Estado alteraron la
tranquilidad y quitada de bulla rutinaria del
Servicio.
No puedo continuar sino menciono a mis colegas,
que ya no están con nosotros, Margarita Mejías Y. y
María Jesús Roger M., cuya entusiasta intervención
y su apoyo a la familia para asumir y enfrentar la
enfermedad del hijo en el hospital y en la casa, fue
fundamental para los programas anteriormente