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Julio
2014.
Volumen
13
-
N
°
57
importante de camas y la dificultad permanente
de responder en forma oportuna y de acuerdo
a las necesidades, a la presión asistencial
del Servicio de Urgencia Infantil. No teníamos
espacio suficiente para camas supernumerarias,
ocho a diez pacientes se ingresaban en salas con
capacidad actual de seis. La solución fue colocar
dos por cama, inmovilizado en catres escolares o
preescolares en Sarampión y la Varicela causaban
estragos. Transcurrió tiempo para que lográramos
dar solución a esta ineficiencia.
El compartir el
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º
piso con la UCI de adultos hizo
germinar en nuestro equipo de salud y en las
autoridades la inquietud de contar con un
intensivo pediátrico, parte obligada de cualquier
hospital moderno para asegurar mejor vigilancia
y resultados más eficaces en el tratamiento
de pacientes en estado crítico, sin embargo,
aún debía transcurrir un tiempo para que dicho
anhelo fructificara.
En conjunto, las enfermeras programamos esta
unidad, pero sólo en
1980
empezamos a ver
la posibilidad de concretar este sueño. Para
ello seleccionamos el personal que integraría
ese equipo, teniendo siempre presente que un
elemento importante en estas unidades es la
enfermera y el personal técnico paramédico,
quienes están en contacto directo con el
paciente durante toda la hospitalización y que, la
eficiencia en el uso de la tecnología, depende de
la eficiencia del personal que maneja los equipos
por lo tanto se necesitaba personas aptas y
entrenadas y fue el doctor Roberto Jodorkosky
(pediatra chileno con formación de intensivista
en EEUU y radicado en dicho país), quien nos
capacitó en los cuidados del paciente crítico.
La práctica para aplicar estos conocimientos se
llevo a cabo en una sala que se habilitó con
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camas y con los escasos equipos que contaba el
servicio más
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respiradores que se adquirieron.
Éramos sólo
8
enfermeras,
2
por turno de
24
horas, jornadas agotadoras pero en un ambiente
de trabajo muy grato donde el compañerismo y
la solidaridad era un condimento permanente.
En
diciembre de
1980
partió nuestro intensivo que
quedó ubicado en el tercer piso con el nombre de
Unidad Preferencial Pediátrica, como un Servicio
independiente.
Nos afectó el alejamiento de Edith,
que asumió la supervisión y la de los
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técnicos
paramédicos seleccionados por sus capacidades
e interés en la atención de éstos pacientes y que
integraron un tercer turno con las
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enfermeras
contratadas. Con posterioridad, la normativa
ministerial definiría las características básicas de
las Unidades del Intensivo Pediátrico.
La década del
80
fue un período de organización
con cambios en la estructura de Servicio,
buscando el ordenamiento de las Unidades
Clínicas para un mayor bienestar de sus pacientes
y del equipo de salud.
Bronco pulmonar, integrado al octavo piso,
ocupando una Sala de la Unidad de lactantes B,
cuyo jefe el doctor Dino Curotto, excelente médico
y persona, se hace cargo posteriormente de
lactante A y asume la jefatura el doctor Francisco
Barrera Q., Pediatra y Neonatólogo, con sólidos
conocimientos y una gran capacidad de estudio,
logró formar un equipo de trabajo integrado por
profesionales, auxiliares de enfermería y auxiliares
de servicio, muy cohesionado, con grancompromiso
con el paciente y las metas establecidas para
emprender tareas que posteriormente impactarían
el resto del Servicio Clínico. De ellas la técnica
de balances metabólico, la creación de la Unidad