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(Sanatorio de enfermos crónicos y posteriormente,
Centro de pacientes de larga estadía) para
supervisar la atención y evaluar las necesidades
de los pacientes.
Pronto percibí que el niño, en contraste con el
adulto, no puede describir los cambios que están
ocurriendo en su organismo, el escolar es capaz
de hacer esto de manera limitada pero los más
pequeños comunican su malestar a través del
llanto, la inquietud, la irascibilidad. Para atenderlo,
la enfermera necesita desarrollar habilidades
como capacidad de observación a través de los
órganos de los sentidos y la sensibilidad o
intuición que le habla de los cambios en el estado
del paciente que no pueden percibir sus ojos,
nariz, oídos o manos, intuición que deriva de las
experiencias pasadas. Es por eso que integrarnos a
turno constituyó un gran desafío para estas novatas
ya que junto con asumir la responsabilidad de los
cuidados del niño, sin tener la habilidad manual
y la experiencia que dan los años, realizábamos
exámenes de urgencia, teníamos a cargo al Banco
de Sangre y la organización del personal de
enfermería, quienes eran excelentes funcionarias;
recuerdo con gratitud el apoyo brindado siempre,
entre otras por Flor Pinochet, Bernarda Núñez,
Elena Miranda, Carmen Acevedo, Eliana Lazcano.
Darnos a conocer, conquistarlas y trabajar codo a
codo con ellas no fue fácil pero fue muy gratificante
lograrlo porque su experiencia y sabiduría nos daba
la tranquilidad para llevar a cabo nuestras tareas
asegurando protección y bienestar a nuestros
pequeños pacientes. La compañía de una de ellas
para recorrer los pabellones externos en las
oscuras y lluviosas noches de invierno era tan
reconfortante como el café que compartíamos
alrededor de una mesa muy familiar. El cuidado del
niño para las auxiliares de enfermería de esa época
(hoy técnicos paramédicos) suponía un reto, no
solo por las actividades asignadas en la atención
directa del paciente y en la clínica de enfermería,
sino por su responsabilidad en turno al no contar
con enfermera y médico residente. En turno diurno
una de ellas, por servicio clínico cumplía labores
administrativas, recuerdo a Graciela Reyes en
Cirugía, Blanquita Parra en Lactantes B, Eliana
Toro en Bronco pulmonares. Transcurridos
36
años hoy solo queda Graciela Núñez, (la Chelita)
que en esos días se desempeñaba en Lactantes A,
mantiene sus actividades administrativas pero de
sus tareas, la “hoja de curva” que era de gran
ayuda para todos quedó en el pasado, en gráfico
se resumía la evolución diaria del paciente todos
los datos relevantes desde el ingreso hasta su
alta estaban consignados.
El
3
º
y
4
º
Turno no asistían, el sistema era de seis
horas diarias, distribuidas en turnos semanales,
dos de mañana, una tarde y una noche. Para
facilitar la asistencia a turno, el Jardín Infantil y la
Sala Cuna programaba una vez al mes una semana
de turno de noche, a la que nos integrábamos todas
las que teníamos inscrito nuestros hijos.
La Programación de insumos y materiales, era
responsabilidad de la enfermera, nuestro material
para procedimientos era escaso y no exento
de riesgos. El análisis de orina era parte del
diagnóstico común de cada niño que ingresaba,
utilizábamos para obtener la muestra, recolectores
de vidrios de primera y segunda micción que se
adherían fuerte a la piel con tela adhesiva y con
cierta frecuencia hacíamos uso de tubos de ensayo
en los varones. Aún recuerdo el rutinario HUGOP
(hemograma,uremia,glicemia,orina,parasicológico
seriado). Las técnicas inhalatorias, exigían una
vigilancia permanente del paciente porque