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Julio
2014.
Volumen
13
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°
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también se realizaban con material de vidrio.
Para, venopunción no contábamos con los
insumos de la calidad actual, las agujas eran
metálicas y de tanto usarlas perdían la agudeza
de su bisel, las limábamos para mantenerlas
útiles. Cuando era necesario practicar un análisis
de sangre en niños de corta edad que no
disponen de venas de calibre suficientes en sus
extremidades, era necesario puncionar las venas
yugular externa o interna, femoral e incluso la
fontanela anterior o posterior (esta última solo se
practicaba en los casos de urgencias y usábamos
una aguja corta que se instalaba en la línea
media del cráneo); el método era fácil pero el
riesgo de trombosis o hemorragia del seno
longitudinal, era demasiado alto por lo que esta
punción venosa en breve fue suspendida. A
diferencia de hoy las indicaciones médicas de
fármacos por vía intramuscular eran de rutina,
hasta que la señal de alerta surgió de un hospital
en el Norte del país (fibrosis del cuadriceps).
Instalar y conservar vías venosas con ese material
en niños, que generalmente noprestancolaboración,
era una proeza por lo tanto eran frecuentes la
disección quirúrgica de una vena con catéteres
artesanales que preparábamos con un tubo
de plástico que se conectaba a una aguja lo
que permitía su adopción al macrogoteo. La
venoclisis exigía una estrecha vigilancia del
paciente, sitio de inserción, velocidad de la
infusión y del nivel del líquido en el matraz
de vidrio para prevenir complicaciones.
El cuidado del niño se llevaba a cabo con una
estricta disciplina en cuanto a procedimientos
de enfermería, reposo en cama y reglamentación
de las visitas familiares; normas que se dictaban
por la naturaleza de la enfermedad y por la firme
convicción que era lo más conveniente para él.
Las visitas las considerábamos como un peligro
para la mantención adecuada de las técnicas y
la prevención de las infecciones; siempre estaba
latente el riesgo de una infección cruzada y su
diseminación sólo podía controlarse mediante
técnicas de aislamiento estrictas. Si ahora el aseo
Terminal se realizara como en aquellos años no
tendríamos la actual capacidad de hospitalización,
las salas o boxes, se cerraban en forma hermética
por
24
horas, después de aplicar la formalina y
por el mismo tiempo se aireaba, antes de efectuar
el aseo Terminal. Este sistema fue reemplazado
por la desinfección con aerosol por el “Marcianito”
apodo que se ganó por su vestimenta de
protección el funcionario que tenía asignada
esta responsabilidad. El período de exposición y
aireación no tuvo cambios.
La mortalidad era alta en especial en niños con
diarrea y enfermedades infecciosas y para otorgar
los cuidados requeridos los equipos eran escasos,
contábamos con croupettes, tienda de oxígeno,
pulmón de acero para los niños con Poliomielitis,
incubadora y el ingenio de cada una para
crear el elemento que permitiera satisfacer las
necesidades del momento.
La práctica en enfermería en aquellos años y los
tratamientos relativamente simples se llevaban a
cabo con una gran atención a los detalles. La
cantidad de pacientes con enfermedades graves
y el escaso número de enfermeras, nos mantenía
tan ocupadas en la atención que requería el niño
que no teníamos tiempo para preocuparnos de
sus necesidades de jugar, compañía, estudios y
que recibiera el apoyo emocional de sus padres;
pudiera decir que por necesidad adoptábamos